Mateo 1:18-25
“El nacimiento de Jesucristo fue
así: Estando desposada María su madre con José, antes que se juntasen, se halló
que había concebido del Espíritu Santo. José su marido, como era justo, y no
quería infamarla, quiso dejarla secretamente. Y pensando él en esto, he aquí un
ángel del Señor le apareció en sueños y le dijo: José, hijo de David, no temas
recibir a María tu mujer, porque lo que en ella es engendrado, del Espíritu
Santo es. Y dará a luz un hijo, y llamarás su nombre Jesús, porque él salvará a
su pueblo de sus pecados. Todo esto aconteció para que se cumpliese lo dicho
por el Señor por medio del profeta, cuando dijo: He aquí, una virgen concebirá
y dará a luz un hijo, y llamarás su nombre Emanuel, que traducido es: Dios con
nosotros. Y despertando José del sueño, hizo como el ángel del Señor le había
mandado, y recibió a su mujer. Pero no la conoció hasta que dio a luz a su hijo
primogénito; y le puso por nombre Jesús”.
La gente tiene muchas ideas
diferentes acerca de quién es Jesús, pero no son muchos los que realmente le
conocen. Como cristianos, tenemos muy buenas razones para creer que Jesús no
fue un simple profeta o un carismático predicador, como algunos dicen. Jesús es
el Salvador prometido por Dios. Primeramente porque en él se cumplieron cientos
de profecías del Antiguo Testamento. Por ejemplo, siglos antes de que
Jesucristo naciera, el profeta Isaías anunció su nacimiento virginal: “Por
tanto, el Señor mismo os dará señal: He aquí que la virgen concebirá, y dará a
luz un hijo, y llamará su nombre Emanuel” (Isaías 7:14). Del cumplimiento de
esta profecía nos habla el pasaje de hoy.
En Miqueas 5:2 el profeta Miqueas
reveló el lugar exacto donde él nacería: “Pero tú, Belén Efrata, pequeña para
estar entre las familias de Judá, de ti me saldrá el que será Señor en Israel”.
Pasaron varios siglos, y esta profecía se cumplió cuando el ángel del Señor
proclamó a los pastores: “No temáis; porque he aquí os doy nuevas de gran gozo,
que será para todo el pueblo: que os ha nacido hoy, en la ciudad de David, un
Salvador, que es Cristo el Señor” (Lucas 2:10-11).
Vemos también en Ezequiel 34 que
Dios muestra su descontento con la forma en que los pastores trataban a su
pueblo, a quienes él llama “mis ovejas”, y por medio del profeta declara: “He
aquí yo, yo mismo iré a buscar mis ovejas, y las reconoceré” (Ezequiel 34:11).
Siglos mas tarde, Jesús declaró en Juan capítulo 10: “Todos los que antes de mí
vinieron, ladrones son y salteadores; pero no los oyeron las ovejas. Yo soy el
buen pastor; el buen pastor su vida da por las ovejas”. Más adelante afirma:
“Mis ovejas oyen mi voz, y yo las conozco, y me siguen, y yo les doy vida
eterna” (Juan 10:27-28). Sin duda una prueba irrefutable de la declaración de
Jesús en Juan 10:30: “Yo y el Padre uno somos”.
Muchas otras profecías referentes
a nuestro Señor Jesucristo se han cumplido a través de los siglos. Pero además
su vida en este mundo, limpia totalmente de pecados, su ministerio y todos sus
milagros muestran de manera incuestionable que Jesús es el único y verdadero
Hijo de Dios y nuestro prometido Salvador. Dondequiera que Jesús fue predicó la
verdad y enseñó acerca del reino de Dios. Siempre mostró a todos su amor y
consoló a los que sufrían, sanó los enfermos, y hasta levantó a algunos de los
muertos.
Sin embargo, el más importante de
todos sus logros fue reconciliarnos con el Padre y darnos la vida eterna a
través de su muerte en la cruz y posterior resurrección. Jesús dejó su gloria y
vino a este mundo con el fin de darse a sí mismo como expiación por nuestros
pecados, y para revelarnos al Padre de manera que nosotros pudiésemos tener una
relación personal con él.
Tu futuro eterno depende de lo
que tú creas acerca de Jesús. Piensa por un momento: A través de aquel
nacimiento milagroso en Belén vino el Mesías que proveyó el medio para que tú
puedas pasar la eternidad en el cielo junto al Padre. Él es más maravilloso de
lo que podríamos describir con simples palabras. Él es la promesa de Dios para
nosotros, y cuando creemos en él, viene a morar en nosotros para siempre, y nos
da vida eterna. ¿De verdad conoces tú al verdadero Jesús?
ORACIÓN:
Padre santo, gracias por tu precioso plan de salvación, que comenzó con
el nacimiento de Jesús y terminó con su muerte y su resurrección. Capacítame
para conocer íntimamente a tu Hijo amado y así poder disfrutar plenamente de
tus bendiciones. En el nombre de Cristo Jesús, Amén.
“Gracia y Paz”
Dios te Habla
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