¿Estás
alimentando bien tu alma?
Salmo 119:129-144
“Maravillosos son tus
testimonios; por tanto, los ha guardado mi alma. La exposición de tus palabras
alumbra; hace entender a los simples. Mi boca abrí y suspiré, porque deseaba
tus mandamientos. Mírame, y ten misericordia de mí, como acostumbras con los
que aman tu nombre. Ordena mis pasos con tu palabra, y ninguna iniquidad se
enseñoree de mí. Líbrame de la violencia de los hombres, y guardaré tus
mandamientos. Haz que tu rostro resplandezca sobre tu siervo, y enséñame tus
estatutos. Ríos de agua descendieron de mis ojos, Porque no guardaban tu ley.
Justo eres tú, oh Jehová, y rectos tus juicios. Tus testimonios, que has
recomendado, son rectos y muy fieles. Mi celo me ha consumido, porque mis
enemigos se olvidaron de tus palabras. Sumamente pura es tu palabra, y la ama
tu siervo. Pequeño soy yo, y desechado, más no me he olvidado de tus
mandamientos. Tu justicia es justicia eterna, y tu ley la verdad. Aflicción y
angustia se han apoderado de mí, mas tus mandamientos fueron mi delicia. Justicia
eterna son tus testimonios; dame entendimiento, y viviré.”
A un pastor ya anciano le
preguntaron una vez cuál era su versículo favorito en la Biblia. El dijo: “Me
vienen a la mente por lo menos una docena. Depende de las circunstancias. Al
igual que en días lluviosos deseo una capa, en días fríos deseo sentarme en un
lugar soleado y en días calurosos deseo estar bajo la sombra de un árbol. Si
tengo hambre, bien podría desear una lluvia de maná del cielo o si estoy
sediento un vaso de agua fría. Puede que en alguna situación desee una espada.
O si estoy cansado, quizás desee una cama para descansar. En fin, tantas y tan
diferentes pueden ser las necesidades. Y asimismo las maneras de satisfacerlas.
“
Cada situación imaginable en la
vida está reflejada en la Biblia, con su correspondiente enseñanza. Aunque
algunas porciones de la Palabra de Dios tienen mayor belleza literaria que
otras, en realidad toda la Biblia fue inspirada por Dios por medio de su Santo
Espíritu, a los hombres y mujeres que la escribieron. Así lo afirma 2 Timoteo
3:16: “Toda la Escritura es inspirada por Dios, y útil para enseñar, para
redargüir, para corregir, para instruir en justicia, a fin de que el hombre de
Dios sea perfecto, enteramente preparado para toda buena obra.”
La Biblia es un manual completo
de instrucciones para vivir una vida de victoria en este mundo lleno de
calamidades, pruebas, sufrimientos y tentaciones que tienden a afectar
negativamente nuestras vidas. Dios desea que nosotros pasemos por las aguas y
los ríos sin que nos ahoguemos, y a través del fuego sin que nos quememos
(Isaías 43:2). Pero para esto debemos conocer todo lo que él quiere enseñarnos,
lo cual está escrito desde Génesis a Apocalipsis. Es, por lo tanto, un error
depender solamente de unos cuantos versículos en lugar de familiarizarse con
otros pasajes que pueden darnos una perspectiva más amplia de la mente y el
corazón de Dios, y de sus propósitos en la vida de sus hijos.
Lamentablemente hay muchos
creyentes que se conforman con seguir citando los mismos versículos de la
Biblia que aprendieron hace diez o quince años. De esta manera manifiestan un
estancamiento en su crecimiento espiritual. Cuando el Espíritu Santo inspiró a
los escritores de la Biblia, su intención era que diéramos valor a toda la
Palabra de Dios. Esta es sustento para el alma y dirección para nuestros pasos.
Unos ochocientos años antes del nacimiento de Jesús, Dios dijo por medio del
profeta Isaías: “Oídme atentamente, y comed del bien, y se deleitará vuestra
alma con grosura. Inclinad vuestro oído, y venid a mí; oíd, y vivirá vuestra
alma.” (Isaías 55:2-3). Más tarde, el salmista clamó en el Salmo 119:116:
“Susténtame conforme a tu palabra, y viviré.”
Una vida espiritual saludable
requiere que escudriñemos la Palabra de Dios y pasemos tiempo en oración todos
los días de nuestras vidas. Sigue este consejo cada día, y experimentarás un
crecimiento espiritual y un conocimiento profundo del Señor.
ORACION:
Padre santo, gracias por tu
palabra que es alimento para mi alma. Te ruego que pongas en mi corazón un
ferviente deseo de escudriñarla y meditar en ella cada día de mi vida, y
sobretodo de respetarla y obedecerla. En el nombre de Jesús, Amén.
“Gracia y Paz”
Dio Te Habla
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