Mateo 9:27-30
“Pasando Jesús de allí, le
siguieron dos ciegos, dando voces y diciendo: ¡Ten misericordia de nosotros,
Hijo de David! Y llegado a la casa, vinieron a él los ciegos; y Jesús les dijo:
¿Creéis que puedo hacer esto? Ellos dijeron: Sí, Señor. Entonces les tocó los
ojos, diciendo: Conforme a vuestra fe os sea hecho. Y los ojos de ellos fueron
abiertos”.
Cuando aquellos ciegos se acercaron
a Jesús pidiéndole que los sanara, el Señor sólo les hizo una pregunta:
“¿Creéis que puedo hacer esto?” Ellos contestaron inmediatamente: “Sí, Señor.”
Entonces Jesús los sanó mientras les decía: “Conforme a vuestra fe os sea hecho”
Sin duda fue el poder de Jesucristo lo que abrió los ojos de aquellos ciegos,
pero para que ese poder se manifestara se requirió que ellos creyeran, que
ellos tuvieran fe en el poder sanador del Señor.
Los discípulos habían sido
testigos de muchos milagros de todo tipo, y de cada uno de ellos habían
aprendido que el ingrediente fundamental era la fe. Jesús enfatizaba siempre en
la necesidad de creer. Por eso, en una ocasión algunos de los discípulos se acercaron
a Jesús y le pidieron: “Señor, auméntanos la fe” (Lucas 17:5). “Entonces el
Señor dijo: Si tuvierais fe como un grano de mostaza, podríais decir a este
sicómoro: Desarráigate, y plántate en el mar; y os obedecería”. ¡Cómo no iban
ellos a desear que Jesús les aumentara la fe! ¿No te gustaría a ti también
tener mucha fe? He aquí algunos pasos a seguir para que tu fe aumente:
1.
Humíllate delante del Señor.
En Mateo 23:12 dice: “Porque el
que se enaltece será humillado, y el que se humilla será enaltecido”.
Humillarse delante del Señor es simplemente admitir nuestra necesidad y nuestra
incapacidad para resolver esta necesidad. Este es el primer escalón en la
escalera de la fe.
2.
Dedica el mayor tiempo posible a la oración.
3. Alimenta tu espíritu con la Palabra de Dios.
En Romanos 10:17 dice: “La fe es
por el oír, y el oír, por la
Palabra de Dios”. Mientras más leas o escuches la Palabra de Dios más
crecerá tu fe. Escudriña la
Biblia y medita en ella diariamente. De esta manera, el
Espíritu Santo, quien ha inspirado cada palabra escrita, te enseñará y te
fortalecerá espiritualmente.
4.
Alaba a Dios en todo momento.
No sólo cuando estés alegre.
Cuando estés triste o desalentado alábalo también. Dice el Salmo 74:21: “El
afligido y el menesteroso alabarán tu nombre”. Lo más probable es que en un
momento de prueba o de tristeza no tengas deseos de cantar, pero hazlo. Canta
himnos o canciones de alabanza a Dios. Te sorprenderás cuando toda esa tristeza
desaparece y te inunda un gozo y una paz indescriptible. Y la fe se fortalece.
5.
Lee relatos acerca de cómo Dios ha dado respuesta a la oración.
Las biografías de aquellos que
han sido poderosos ejemplos de fe son un gran estímulo para la fe. Los relatos
de grandes avivamientos, conversiones y contestación a peticiones de sanidad y
los ejemplos de como Dios ha suplido las necesidades de todo tipo de aquellos
que han depositado en él su confianza también fortalecen la fe.
6.
Comienza a confiar en que Dios te dará respuestas específicas.
Mientras más ejercites tu fe, más
crecerá. La fe puede ser comparada con un músculo, mientras más se ejercita,
más se fortalece. Si no se ejercita se atrofia. Comienza a confiar en que Dios
contestará tus pequeñas pero específicas peticiones de acuerdo a su voluntad y
a sus planes para tu vida. Puedes incluso llevar un diario de tus peticiones y
de las respuestas a las mismas. Repásalo de vez en cuando. A medida que el
Señor va contestando, tu fe irá creciendo.
Si sigues metódicamente estos
pasos, ten la completa seguridad de que poco a poco se irá desarrollando en tu
interior un sentimiento de absoluta confianza y seguridad en el Dios que todo
lo puede.
ORACIÓN:
Padre amado, yo se que la fe
mueve tu brazo poderoso. Al igual que los discípulos, te ruego que aumentes mi
fe. En el nombre de Jesús, Amén.
“Gracia y Paz”
Dios te Habla
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