Juan 14:6
“Jesús le dijo: Yo soy el camino,
y la verdad, y la vida; nadie viene al Padre, sino por mí”.
Jesús
es el camino. Recordemos que en el huerto de Edén, Adán y Eva estaban en
perfecta relación con Dios. Conforme a su bondad Dios les había preparado ese
huerto, y vivían felices en la presencia de su creador. Por lo tanto no
necesitaban un camino para ir a él. Su desobediencia a Dios rompió la feliz
relación que tenían con él. Después de esto el hombre tuvo miedo de Dios. Ya no
podía haber comunión entre el Dios santo y el hombre pecador. Mas Jesús vino al
mundo para ser el camino hacia Dios y restablecer esa comunión. Sufrió el
castigo por nuestros pecados, los cuales nos separaban de Dios.
Jesús
es la verdad. Cuando Satanás se presentó ante el hombre bajo la forma de
una serpiente astuta, empleó la mentira haciéndole creer que podía desobedecer
sin riesgo y que el juicio pronunciado no sería ejecutado. En la cruz, Jesús
restableció totalmente la verdad. Probó que Dios no podía pasar por alto el
pecado. Su santidad y su justicia exigían el castigo por la desobediencia y por
toda manifestación de maldad.
Jesús
es la vida. Satanás, haciendo desobedecer a Adán, condujo los hombres a
la muerte: “Como el pecado entró en el mundo por un hombre, y por el pecado la
muerte, así la muerte pasó a todos los hombres” (Romanos 5:12). Jesús, mediante
su sacrificio en la cruz, libera de la muerte a todo creyente y le da la vida
eterna. “La paga del pecado es muerte, mas la dádiva de Dios es vida eterna en
Cristo Jesús Señor nuestro” (Romanos 6:23).
“Gracia y Paz”
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