Salmo 119:9-16
“¿Con qué limpiará el joven su
camino? Con guardar tu palabra. Con todo mi corazón te he buscado; no me dejes
desviarme de tus mandamientos. En mi corazón he guardado tus dichos, para no
pecar contra ti. Bendito tú, oh Jehová; enséñame tus estatutos. Con mis labios
he contado todos los juicios de tu boca. Me he gozado en el camino de tus
testimonios más que de toda riqueza. En tus mandamientos meditaré; consideraré
tus caminos. Me regocijaré en tus estatutos; no me olvidaré de tus palabras".
La mayoría de nosotros no
ignoraría un dólar que viéramos en el piso. Con gusto lo recogeríamos y lo
pondríamos en el bolsillo. Sin embargo, muchas veces ignoramos la Biblia , un cofre cuyo
contenido tiene un valor incalculable. En el Salmo 119, David describió su
propia experiencia acerca de las ricas bendiciones que recibió mientras
estudiaba la Palabra
de Dios. En el pasaje de hoy se dirige a Dios diciendo: “En mi corazón he
guardado tus dichos, para no pecar contra ti”. En otra versión bíblica se expresa
de esta manera: “En mi corazón he atesorado tu palabra...” Atesorar significa
“guardar cosas de valor”. David atesoró en su corazón la palabra de Dios y
meditaba en sus mandamientos, reflexionaba en sus caminos, y se deleitaba en
las enseñanzas adquiridas. Por eso podía afirmar: “No me olvidaré de tus
palabras”. Ciertamente no olvidamos fácilmente lo que atesoramos en el corazón.
No es fácil describir el poder de
la palabra de Dios. El apóstol Pablo escribió en 2 Timoteo 3:16-17: “Toda la Escritura es inspirada
por Dios, y útil para enseñar, para redargüir, para corregir, para instruir en
justicia, a fin de que el hombre de Dios sea perfecto, enteramente preparado
para toda buena obra”. Y el autor de la carta a los Hebreos nos dice: “Porque
la palabra de Dios es viva y eficaz, y más cortante que toda espada de dos
filos; y penetra hasta partir el alma y el espíritu, las coyunturas y los
tuétanos, y discierne los pensamientos y las intenciones del corazón” (Hebreos
4:12). Al leer la palabra de Dios y meditar en ella, ésta penetra hasta lo
profundo de nuestras vidas y produce cambios internos que se reflejan en
nuestro comportamiento exterior.
Uno de los cambios más
importantes es la liberación de los falsos conceptos y ataduras provenientes de
tradiciones. Jesús les habla de esto a un grupo de judíos que habían creído en
él, y entonces les dice: “Si vosotros permaneciereis en mi palabra, seréis
verdaderamente mis discípulos; y conoceréis la verdad, y la verdad os hará
libres" (Juan 8:31-32). La única manera de conocer la verdad es
permaneciendo en la
Santa Palabra. Entonces seremos libres; libres del pecado, de
todo temor, de la duda, de la confusión, de falsas doctrinas, de la tristeza,
de la depresión. La palabra de Dios rompe todas estas cadenas y nos permite
disfrutar de verdadera libertad espiritual.
En el Salmo 1, David también
expresa las bendiciones que provienen de la Palabra de Dios, cuando dice: “Bienaventurado el
varón que no anduvo en consejo de malos, ni estuvo en camino de pecadores, ni
en silla de escarnecedores se ha sentado; sino que en la ley de Jehová está su
delicia, y en su ley medita de día y de noche. Será como árbol plantado junto a
corrientes de aguas, que da su fruto en su tiempo, y su hoja no cae; y todo lo
que hace, prosperará”.
El apóstol Santiago también nos
habla de la Palabra
de Dios en Santiago 1:21, 22: “Por lo cual, desechando toda inmundicia y
abundancia de malicia, recibid con mansedumbre la palabra implantada, la cual
puede salvar vuestras almas. Pero sed hacedores de la palabra, y no tan
solamente oidores, engañándoos a vosotros mismos”. Es necesario leer la Biblia diariamente,
meditando en ella, memorizando versículos, y sobre todo aplicando la palabra de
Dios a nuestras vidas. Esto es fundamental en nuestro crecimiento espiritual;
no hacemos nada con leer la
Palabra de Dios si no la ponemos en práctica. Si seguimos
estos pasos, vamos a disfrutar plenamente de la vida abundante que Jesús nos
prometió.
ORACIÓN:
Padre santo, te doy gracias por
tu palabra, porque a través de ella puedo conocer la verdad y ser totalmente
libre. Por favor, dame discernimiento espiritual para entenderla y fuerzas para
ponerla en práctica. Te lo pido en el nombre de Jesús, Amén.
“Gracia y Paz”
Dios te Habla
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