Apocalipsis 1:17, 18
"Cuando le vi, caí como
muerto a sus pies. Y él puso su diestra sobre mí, diciéndome: No temas; yo soy
el primero y el último; y el que vivo, y estuve muerto; mas he aquí que vivo
por los siglos de los siglos, amén. Y tengo las llaves de la muerte y del
Hades."
Muchos cristianos pasan por alto
el libro de Apocalipsis porque piensan que no pueden entenderlo. Lo consideran
demasiado misterioso y complicado, y cuando tratan de leerlo se sienten
abrumados con las expresiones simbólicas de su contenido, al extremo que
pierden el punto clave del libro: Nuestro Señor Jesucristo. La palabra griega
“apokalypsis” significa “revelación”, “quitar el velo”. Eso es precisamente lo
que este libro hace en relación al unigénito Hijo de Dios, el cual es exaltado
como el centro de Apocalipsis porque Dios desea que veamos a su Hijo como
realmente es: nuestro Salvador, quien es digno de nuestra adoración, alabanza,
honor y gloria.
Cuando estudiamos cuidadosamente
este libro, vemos que Jesús es:
• El Señor de Su Iglesia
(Apocalipsis 1:12-19).
• El Cordero que fue sacrificado
por nuestra redención (Apocalipsis 5:1-13).
• El Rey de reyes (Apocalipsis
19:11-16).
• El Juez de toda la humanidad
(Apocalipsis 14:6, 7).
Y cuando Jesús regrese a la
tierra en toda Su gloria, toda rodilla se doblará, y cada lengua confesará que
él es el Señor (Romanos 14:11): "Porque escrito está: Vivo yo, dice el
Señor, que ante mí se doblará toda rodilla, y toda lengua confesará a Dios".
Nadie será capaz de negar su majestad. ¿Cómo se relaciona esta declaración con
nosotros hoy en día? Cada uno de nosotros tiene la oportunidad de recibir a
Jesucristo en su vida y de conocerle como Señor y Salvador. Y si nuestra vida
en este mundo termina antes de que él vuelva, todos los que le hemos recibido
sabemos que él ha preparado lugar para nosotros en el cielo. Pero si aún
estamos aquí cuando él venga otra vez, sabemos también que nos llevará con él.
De una manera u otra, tenemos la plena seguridad de que pasaremos la eternidad
junto a nuestro Señor. Esto prometió Jesús en Juan 14:2-3: “En la casa de mi
Padre muchas moradas hay; si así no fuera, yo os lo hubiera dicho; voy, pues, a
preparar lugar para vosotros. Y si me fuere y os preparare lugar, vendré otra
vez, y os tomaré a mí mismo, para que donde yo estoy, vosotros también estéis”.
¿Estás listo para la segunda
venida de Jesús? ¿Esperas con ansiedad el momento en el que él regrese a llevar
a casa a sus amados? Si no estás seguro de cual es tu condición espiritual,
examina tu corazón. Si aún no has aceptado a Jesucristo como tu Salvador puedes
hacerlo ahora mismo. La Biblia
dice en Romanos 10:9-10 "que si confesares con tu boca que Jesús es el
Señor, y creyeres en tu corazón que Dios le levantó de los muertos, serás
salvo. Porque con el corazón se cree para justicia, pero con la boca se
confiesa para salvación".
Es decir, sólo tienes que creer
lo que dice la Biblia
acerca de Jesucristo, y con tus propias palabras elevar una oración al cielo
reconociendo tu condición de pecador y la necesidad de un Salvador que es
Cristo Jesús. Pídele que venga a morar en tu corazón por siempre. Al hacerlo,
su sangre derramada en la cruz te limpia de todo pecado y recibirás el regalo
de la vida eterna.
ORACIÓN:
Amante Dios, te doy gracias una vez más por Jesucristo, por su
nacimiento, su muerte y su resurrección. Porque por él me has dado entrada al
Reino de los cielos, y en él baso mi esperanza de que estaré junto a ti por
toda la eternidad. Te alabo y exalto tu nombre. Por Cristo Jesús, mi Rey y mi
Señor, Amén.
“Gracia y Paz”
Dios te Habla
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