Juan 6:44
“Ninguno puede venir á mí, si el
Padre que me envió no le trajere; y yo le resucitaré en el día postrero”.
La mayor parte del tiempo,
estamos tan ocupados ganándonos la vida, o buscando los deseos de la carne, y
solucionando los problemas diarios, que el pensar en Dios; y que debemos
abandonar nuestros pecados y acudir a Él apenas entra en nuestra mente. Las
escrituras enseñan que a menos que el Padre nos hable, y atraiga nuestro
corazón a Cristo, seguiremos en nuestra senda de abandono y pecado que lleva a
la eterna vergüenza y desprecio, y la separación de todo lo que es bueno y
agradable. Si la idea entra a tu cabeza, o la sugerencia entra tu corazón que
debes recibir a Cristo y vivir por Él, este es el momento que El Espíritu Santo
te está diciendo, “HIJO, YA ES HORA”. En aquel momento El Padre te atrae, y la
puerta de la salvación está abierta. Es cuando el ángel mueve las aguas y que
la curación se te ofrece.
He aquí, ahora es el tiempo, hoy
es el día de la salvación. Tal vez recibirás otra llamada… ¿Pero quién sabe? La
vida es corta y la eternidad larga. Jesús es nuestro afable y misericordioso
Salvador. Están abiertos sus brazos. ¿Y los tuyos también?
“Gracia y Paz”
Un Versículo de la Biblia cada Día
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