viernes, 21 de septiembre de 2012

RESPONSABLES ANTE EL SEÑOR


Mateo 25:14-30
“Porque el reino de los cielos es como un hombre que yéndose lejos, llamó a sus siervos y les entregó sus bienes. A uno dio cinco talentos, y a otro dos, y a otro uno, a cada uno conforme a su capacidad; y luego se fue lejos. Y el que había recibido cinco talentos fue y negoció con ellos, y ganó otros cinco talentos. Asimismo el que había recibido dos, ganó también otros dos. Pero el que había recibido uno fue y cavó en la tierra, y escondió el dinero de su señor. Después de mucho tiempo vino el señor de aquellos siervos, y arregló cuentas con ellos. Y llegando el que había recibido cinco talentos, trajo otros cinco talentos, diciendo: Señor, cinco talentos me entregaste; aquí tienes, he ganado otros cinco talentos sobre ellos. Y su señor le dijo: Bien, buen siervo y fiel; sobre poco has sido fiel, sobre mucho te pondré; entra en el gozo de tu señor. Llegando también el que había recibido dos talentos, dijo: Señor, dos talentos me entregaste; aquí tienes, he ganado otros dos talentos sobre ellos. Su señor le dijo: Bien, buen siervo y fiel; sobre poco has sido fiel, sobre mucho te pondré; entra en el gozo de tu señor. Pero llegando también el que había recibido un talento, dijo: Señor, te conocía que eres hombre duro, que siegas donde no sembraste y recoges donde no esparciste; por lo cual tuve miedo, y fui y escondí tu talento en la tierra; aquí tienes lo que es tuyo. Respondiendo su señor, le dijo: Siervo malo y negligente, sabías que siego donde no sembré, y que recojo donde no esparcí. Por tanto, debías haber dado mi dinero a los banqueros, y al venir yo, hubiera recibido lo que es mío con los intereses. Quitadle, pues, el talento, y dadlo al que tiene diez talentos. Porque al que tiene, le será dado, y tendrá más; y al que no tiene, aun lo que tiene le será quitado. Y al siervo inútil echadle en las tinieblas de afuera; allí será el lloro y el crujir de dientes”.

En la parábola de los talentos, un amo dio a tres siervos tareas para hacer en su ausencia, junto con los recursos para realizarlas. Cuando regresó, les pidió cuentas de lo que habían hecho.

De esta parábola podemos deducir varios principios acerca de la vida cristiana. Primero, Dios nos ha escogido para que seamos sus siervos. Segundo, nos ha dado un trabajo para hacer, y los recursos y capacidades que necesitaremos para realizarlo. Algunos son trabajos que todos los cristianos debemos llevar a cabo, y otros están relacionados específicamente con nuestras habilidades personales. Por último, el Señor bendice a quienes le obedecen.

Satisfecho por la obediencia de dos de sus siervos, el amo los recompensó según el caso. Asimismo, a nosotros se nos ha prometido una recompensa celestial por nuestro servicio fiel.

Ser buenos administradores de lo que Dios nos ha confiado es un asunto serio. Él quiere que invirtamos en su reino, en vez de invertir en los asuntos terrenales. Usted puede estarse preguntando en cuanto al tercer servidor, que no hizo nada con su talento y fue expulsado de la presencia de su amo. Esto no puede suceder con los creyentes, porque hemos sido adoptados permanentemente en la familia de Dios. Pero el Señor sí nos hará responsables por cualquier desobediencia que cometamos.

Por medio de Cristo, tenemos todo lo que necesitamos para la vida y la piedad (2 P 1.3). Con la ayuda de su Espíritu, podemos llevar a cabo el plan de Dios. ¿Anhela usted obedecer al Señor Jesús por sobre todas las cosas? ¿Está preparado para estar delante de Él, y rendir cuenta de su vida?

“Gracia y Paz”
Meditación Diaria

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