Lucas 9:22-23
“Es necesario que el Hijo del
Hombre padezca muchas cosas, y sea desechado por los ancianos, por los
principales sacerdotes y por los escribas, y que sea muerto, y resucite al
tercer día. Y decía a todos: Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí
mismo, tome su cruz cada día, y sígame”.
En el Internet de vez en cuando
hace su aparición un correo electrónico que muestra una secuencia de imágenes,
las cuales son caricaturas que representan a un hombre cargando una cruz, y a
su alrededor un grupo de personas cada una de las cuales lleva también sobre
sus hombros su correspondiente cruz. En el segundo cuadro, este hombre se está
quejando por el peso de su cruz, y le pide a Dios que la acorte un poquito. En
la tercera escena, el hombre aparece cortando la cruz, y entonces se para y
continúa su camino, aparentemente un poco aliviado del peso. Pero en el próximo
cuadro de nuevo se queja por la incomodidad que le ocasiona su carga, y vuelve
a pedirle a Dios que la acorte otro poquito para poder cargarla mejor. El Señor
lo complace de nuevo, y ahora con la cruz mucho más corta y liviana, el hombre
se muestra muy complacido y muy agradecido a Dios. En la próxima imagen se
observa una profunda grieta en el camino suficientemente ancha como para
impedir que ellos continuaran su recorrido. En la siguiente escena se ve a las
demás personas colocando sus cruces sobre la grieta a modo de puente, lo que les
permitió cruzar al otro lado y continuar su camino. Sin embargo, cuando el
hombre quiso hacer lo mismo no pudo, pues su cruz ahora era demasiado corta
para servirle de puente. Seguidamente, el hombre aparece completamente
derrotado emocionalmente ante una situación que no parece tener solución. Y
allí, completamente solo, sin esperanza de poder continuar el camino como todos
los demás, cae de rodillas, con su cabeza baja y su corazón destrozado. En el
cuadro final se ve la mano de Dios extendiéndole una cruz del tamaño de la
original, la cual pudo usar como puente para continuar su camino.
Al hombre de esta ilustración,
sin dudas, le disgustaba enormemente cargar su cruz, la cual le parecía
demasiado pesada. Al final vemos que Dios tenía un propósito al permitir esa
carga sobre él. Las dificultades, aflicciones y sufrimientos de esta vida
constituyen la cruz a la que Jesús se refiere en el pasaje de hoy. Él exhorta a
sus seguidores a “negarse a sí mismos”, lo cual no es más que renunciar a la
natural tendencia humana de poner en primer lugar su propio bienestar
rechazando el sacrificio y las incomodidades, y a tomar su cruz cada día de su
vida.
La mayoría de los cristianos, aun
habiendo creído en el poder de la cruz del Calvario prefieren una vida de comodidades
sin sacrificios ni inconvenientes. O bien rechazan cargar su cruz o tratan de
hacerla cada vez mas pequeña y menos pesada. Nunca debemos de olvidar que Dios
siempre tiene un propósito en nuestras vidas, sus planes para nosotros son
buenos, pero hay que seguir sus instrucciones, y muchas veces obedecer al Señor
es difícil porque tenemos que actuar en contra de nuestra naturaleza carnal. No
es fácil lograrlo, pero la recompensa es maravillosa. A Jesús no le resultó
fácil el camino al Calvario, tuvo que cargar una pesada cruz, durante todo el
camino recibió latigazos, golpes, humillaciones de todo tipo, y aun así, siendo
inocente calló y soportó el injusto castigo que culminó con su muerte clavado
en aquella cruz. Pero al tercer día resucitó de los muertos, y dice la Biblia que entonces “Dios
le exaltó hasta lo sumo, y le dio un nombre que es sobre todo nombre, para que
en el nombre de Jesús se doble toda rodilla de los que están en los cielos, y
en la tierra, y debajo de la tierra; y toda lengua confiese que Jesucristo es
el Señor, para gloria de Dios Padre” (Filipenses 2:9-11).
¿Sientes que tu cruz es muy
pesada? Pídele al Señor que te de fuerzas y que aumente tu fe para que puedas
continuar tu camino confiando que Dios está en control, y que él tiene un
propósito detrás de la prueba, y que ese propósito es bueno para ti y tu
familia.
ORACIÓN:
Padre santo, te ruego me ayudes a cargar con dignidad la cruz que tú me
has asignado, y sobretodo con la absoluta seguridad de que tú estás en control,
y cuidas de mí durante mi prueba. En el nombre de Jesús, Amén.
“Gracia y Paz”
Dios te Habla
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