Apocalipsis 2:19-20
“Yo conozco tus obras, y amor, y fe, y servicio, y tu paciencia, y que
tus obras postreras son más que las primeras. Pero tengo unas pocas cosas
contra ti: que toleras que esa mujer Jezabel, que se dice profetisa, enseñe y
seduzca a mis siervos a fornicar y a comer cosas sacrificadas a los ídolos”.
En este mensaje a la iglesia de
Tiatira, se mencionan unas cuantas buenas cualidades de esta iglesia, además de
las buenas obras que habían hecho. La primera parte de la carta es realmente
halagadora; sin embargo hay algo que, por sobre todas las cosas, resulta
inadmisible para el Señor: tolerar las cosas que están en contra de los
principios de la Palabra
de Dios. “Tolerar” es transigir, aceptar una actitud o una filosofía con la
cual no estamos de acuerdo. La tolerancia, del latín tolerare (sostener,
soportar), es una conducta que define el grado de aceptación frente a un
elemento contrario a una regla moral, física o espiritual. O sea, es la actitud
pasiva de una persona frente a lo que es diferente de sus valores y principios.
El pasaje de hoy no dice que
todos los miembros de esta iglesia practicaban la fornicación o comían cosas
sacrificadas a los ídolos, sino que “toleraban” estas cosas. Quizás por temor,
o por apatía o negligencia se mantenían indiferentes al pecado de algunos. Esta
es una actitud que vemos con frecuencia en los tiempos actuales. Muchos viven
con un constante temor de actuar o hablar en contra de los principios y
conceptos que el mundo proclama, pues quienes lo hacen son generalmente
acusados de “intolerantes” o “insensibles” o “radicales” o algo por el estilo.
Esta situación ha ido empeorando con el tiempo, al punto que ha habido personas
que han sido despedidas de sus empleos simplemente por haber expresado su
sentir u opinión en relación a un cierto modo de comportamiento.
Por ejemplo, en una ciudad de los
Estados Unidos recientemente un empleado fue despedido de su trabajo porque
expresó su manera de pensar, basada en la Palabra de Dios, de que la homosexualidad es
inmoral. Después que un homosexual se quejó ante sus jefes, este hombre fue
expulsado de su trabajo, acusado nada menos que de “intolerante”. O sea, fue
despedido no porque estuviese haciendo un mal trabajo; él perdió su empleo simplemente
por expresar la opinión de Dios en relación a este asunto. Lo curioso del caso
es que aquellos que lo acusaron de intolerante, mostraron con él una mayor
intolerancia.
En su primera carta, el apóstol
Pedro nos dice lo que debemos hacer: “Por tanto, no os amedrentéis por temor de
ellos, ni os conturbéis, sino santificad a Dios el Señor en vuestros corazones,
y estad siempre preparados para presentar defensa con mansedumbre y reverencia
ante todo el que os demande razón de la esperanza que hay en vosotros”. (1
Pedro 3:14-15). La palabra clave en este pasaje es “mansedumbre”. Esto es,
controlando nuestras emociones, con respeto, con amor, expresemos la verdad del
evangelio que es la razón de la esperanza que hay en nosotros. No le resultó
fácil al apóstol Pablo predicar la verdad del evangelio entre los gentiles y
todos aquellos que se oponían a su predicación. Pero en el poder del Espíritu Santo
declaró: “Por tanto, yo te confesaré entre los gentiles, y cantaré a tu nombre”.
(Romanos 15:9).
Si te encuentras en una situación
en la que el comportamiento de los que te rodean está en contra de la Palabra de Dios, ora y
pide al Espíritu Santo que te de discernimiento y sabiduría espiritual para
hablar y actuar conforme a su voluntad.
ORACIÓN:
Padre santo, no quiero ser
indiferente al pecado y la iniquidad que se mueven alrededor de mí. Por favor
ayúdame a actuar siempre de manera que tu nombre sea glorificado. Por Cristo
Jesús, Amén.
“Gracia y Paz”
Dios te Habla
No hay comentarios:
Publicar un comentario