¿Qué
haces para consolar al que sufre?
Job 13:1-13
“He aquí que todas estas cosas
han visto mis ojos, y oído y entendido mis oídos. Como vosotros lo sabéis, lo
sé yo; no soy menos que vosotros. Mas yo hablaría con el Todopoderoso, y
querría razonar con Dios. Porque ciertamente vosotros sois fraguadores de
mentira; sois todos vosotros médicos nulos. Ojala callarais por completo, porque
esto os fuera sabiduría. Oíd ahora mi razonamiento, y estad atentos a los
argumentos de mis labios. ¿Hablaréis iniquidad por Dios? ¿Hablaréis por él
engaño? ¿Haréis acepción de personas a su favor? ¿Contenderéis vosotros por
Dios? ¿Sería bueno que él os escudriñase? ¿Os burlaréis de él como quien se
burla de algún hombre? El os reprochará de seguro, si solapadamente hacéis
acepción de personas. De cierto su alteza os habría de espantar, y su pavor
habría de caer sobre vosotros. Vuestras máximas son refranes de ceniza, y
vuestros baluartes son baluartes de lodo. Escuchadme, y hablaré yo, y que me
venga después lo que viniere.”
De todos es conocida la historia
de Job, sus aflicciones, sus sufrimientos, la desgracia tan grande que cayó
sobre su vida. En un período de varias semanas Job perdió todas sus
propiedades, murieron todos sus hijos, y hasta perdió su salud, pues fue
infectado con “una sarna maligna desde la planta del pie hasta la coronilla de
la cabeza”, dice Job 2:7. Y en medio de su dolor y de su angustia, hasta su
propia esposa llegó a decirle: “Maldice a Dios, y muérete.” (Job 2:9). Esto
llegó a oídos de tres amigos de Job, los cuales se llegaron a visitarlo. Dice
el versículo 11 de este capítulo 2: “Y tres amigos de Job, Elifaz temanita,
Bildad suhita, y Zofar naamatita, luego que oyeron todo este mal que le había
sobrevenido, vinieron cada uno de su lugar; porque habían convenido en venir
juntos para condolerse de él y para consolarle.”
Sin embargo, estos tres amigos
comenzaron a recriminar a Job, prácticamente culpándolo de todo el mal que
había caído sobre él, el cual según ellos era producto de su pecado. El pasaje
de hoy nos habla de la reacción de Job ante esta actitud tan negativa de parte
de sus amigos. Aquí les dice: “Ciertamente vosotros sois fraguadores de
mentira; sois todos vosotros médicos nulos.” En lugar de consolarlo, sus amigos
no hicieron más que aumentar su dolor.
El escritor Joe Bayly, quien
sufrió la pérdida de tres de sus hijos, describió dos ejemplos de consuelo que
recibió en su profundo dolor: “Una persona vino y me habló de cómo Dios trata
con la gente, de por qué sucedió, de la esperanza que hay más allá de la tumba.
Habló constantemente y dijo cosas que yo sabía eran verdad, pero no me
conmovió, al contrario deseaba que se fuera. Otra persona vino y se sentó junto
a mí. No habló, no hizo preguntas, simplemente se sentó a mi lado durante más
de una hora. Me escuchaba cuando yo decía algo, contestaba brevemente;
finalmente oró con sencillez, me abrazó cariñosamente y se fue. Eso sí me
conmovió. Sentí consuelo en medio de mi dolor. No quería que se fuera.”
Job experimentó emociones
similares. En su aflicción, él también hubiese preferido silencio de parte de
sus amigos. Por eso les dijo: “Ojalá callarais por completo, porque esto os
fuera sabiduría.” También el apóstol Pablo sufrió todo tipo de aflicciones, y
experimentó el consuelo de otros, al igual que fue portador de consuelo para
muchos que sufrían. Por eso pudo escribir: “Bendito sea el Dios y Padre de
nuestro Señor Jesucristo, Padre de misericordias y Dios de toda consolación, el
cual nos consuela en todas nuestras tribulaciones, para que podamos también
nosotros consolar a los que están en cualquier tribulación, por medio de la
consolación con que nosotros somos consolados por Dios.” (2 Corintios 1:3-4).
Seamos sabios al consolar a
aquellos que están pasando por momentos de sufrimiento en sus vidas. En
ocasiones, unas palabras de aliento pueden ser de bendición para ellos; en
otras ocasiones es preferible callar y simplemente mostrarles nuestro apoyo y
nuestro amor. Pidamos al Dios de toda consolación que nos capacite para
consolar, y su Santo Espíritu, el Consolador, nos moverá a hacer exactamente lo
que esa persona necesita en ese momento.
ORACIÓN:
Padre de amor y de misericordia,
Dios de toda consolación, hazme un instrumento tuyo, oh Señor, para llevar a
aquellos que sufren el aliento y el consuelo que sólo tú puedes dar. En el
nombre de Jesús, Amén.
“Gracia y Paz”
Dios te Habla