2 Corintios 3:5
“no que seamos competentes por
nosotros mismos para pensar algo como de nosotros mismos, sino que nuestra
competencia proviene de Dios”
Pablo no está alardeando en esta
carta dirigida a los Corintios, cuando el da a Dios la honra por todos sus
logros. Mientras hoy los falsos maestros, pastores y predicadores, se sienten
orgullosos de su poder y prestigio, Pablo expresaba su humildad delante de
Dios.
Nadie puede considerarse capaz
sin la ayuda de Dios. Nadie es competente para cumplir con sus propias fuerzas
la responsabilidad para la que Dios nos ha llamado. Sin la habilitación del
Espíritu Santo, el talento natural puede llevarnos al fracaso, pero la
presencia del Espíritu Santo, que nos es dado nos guía a toda buena obra. Como
testigos de Cristo, necesitamos el carácter y la fuerza especial que sólo Dios
da.
Vivir por la suficiencia de Dios
es una oportunidad profunda para relacionarse con el Señor en humildad y fe.
Esta perspectiva celestial principia con una declaración de nuestra incapacidad
personal para hacerlo.
Pero nosotros no somos capaces de
hacer algo por nosotros mismos; es Dios quien nos da la capacidad de hacerlo. Podemos
creer esto con toda confianza porque lo hacemos mediante Jesucristo y a la
vista de Dios. No es que seamos idóneos por nuestros propios recursos para
atribuirnos como mérito nuestro el impacto que hayamos causados, sino que
nuestra competencia procede de Dios, que nos ha hecho capaces para ser
ministros de la nueva relación que ha entrado en vigor entre Dios y la
humanidad. Esta nueva relación no depende de un documento escrito, sino del
Espíritu Santo que mora en cada uno de los creyentes, nacidos de nuevo.
Como seguidores de Cristo,
tenemos ese recurso que ni los superhéroes podrían tener, el Espíritu Santo,
quien nos capacita para afrontar nuestras deficiencias así como nos habilita
para vivir en fe. Cuando aceptamos vivir por la gracia que Dios nos ha dado,
nos lleva a conocer al Dios de toda gracia. Y es que conforme llegamos a
conocer al Señor obtendremos como resultado que la humildad, fe y amor se
desarrollaran en nuestra vida, esta es la obra de caminar con El.
Es verdad que nosotros discípulos
de Cristo Jesús somos tan inadecuados que somos incapaces de producir algo de
la vida Cristiana por nosotros mismos, si no estamos cimentados y unidos, al
dador de la gracia. Jesús Mismo enseñó este hecho radical: “Yo soy la vid,
vosotros los pámpanos; el que permanece en mí, y yo en él, éste lleva mucho
fruto; porque separados de mí nada podéis hacer” Juan 15:5. Si abrazamos esta
verdad, estaremos caminando en humildad y fe delante del Señor. Solo los
recursos de Dios, son suficientes para producir la clase de vida espiritual fructífera
que Dios nos llama a vivir.
La confianza de Pablo no era
autosuficiencia, sino seguridad en la suficiencia del Espíritu de Dios, quien
inunda de poder la vida. Los creyentes hoy sabemos que; si se nos deja a
nuestra suerte, nos veremos obligados a vivir con la realidad de que nunca
podemos será aptos para lidiar con la vida. Pero en la fortaleza de Dios,
encontraremos todo lo necesario, para salir adelante en las tormentas de este
mundo. No podemos cambiarnos a nosotros mismos. Y sin el Señor, no podemos
hacer nada de valor para la eternidad. Pero por fe sabemos que Dios el Señor
nos dará ampliamente lo que necesitamos, conforme a Su voluntad. No depende de
nuestro correr, querer y hacer. Ya que por nosotros mismos no podemos vivir una
vida agradable a Dios. Como cristianos renacidos, estamos completamente
consientes que dependemos únicamente de la gracia de Dios y que solamente Él
puede obrarlo en nosotros.
1 Corintios 15:10 “Pero por la
gracia de Dios soy lo que soy, y su gracia para conmigo no resultó vana; antes
bien he trabajado mucho más que todos ellos, aunque no yo, sino la gracia de
Dios en mí”.
“Gracia y Paz”
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