¿Qué
hacer cuando estamos angustiados?
Salmo 31:9-16
“Ten misericordia de mí, oh
Señor, porque estoy en angustia; se han consumido de tristeza mis ojos, mi alma
también y mi cuerpo. Porque mi vida se va gastando de dolor, y mis años de
suspirar; se agotan mis fuerzas a causa de mi iniquidad, y mis huesos se han
consumido. De todos mis enemigos soy objeto de oprobio, y de mis vecinos mucho
más, y el horror de mis conocidos; los que me ven fuera huyen de mí. He sido
olvidado de su corazón como un muerto; he venido a ser como un vaso quebrado.
Porque oigo la calumnia de muchos; el miedo me asalta por todas partes,
mientras consultan juntos contra mí e idean quitarme la vida. Mas yo en ti
confío, oh Señor; digo: Tú eres mi Dios. En tu mano están mis tiempos; líbrame
de la mano de mis enemigos y de mis perseguidores. Haz resplandecer tu rostro
sobre tu siervo; sálvame por tu misericordia.”
¿Cuántas veces nos hemos
encontrado en una situación similar a la que David describe en este Salmo?
Angustia, tristeza, dolor, miedo. ¿Cuántas veces hemos sido víctimas de
calumnias y objeto de oprobio? ¿Cuántas veces hemos sentido que no tenemos
fuerzas, ni ánimo, ni deseos de seguir luchando? "Se agotan mis fuerzas, y
mis huesos se han consumido", se lamenta el salmista en medio de su
frustración. A medida que los años se acumulan sobre nosotros, vemos con más
claridad que situaciones como ésta, lejos de ser excepciones en la vida de una
persona tienden a formar parte de su existencia con relativa frecuencia. ¿Qué
hacer entonces?
"Mas yo en ti confío, oh
Señor", declara David, "en tu mano están mis tiempos." En
momentos de angustia y dolor como estos, la única fuente de seguridad, de apoyo
y de socorro, es nuestro Padre celestial. En ese Dios todopoderoso estuvo
fundado el consuelo y la fortaleza que David necesitaba. En las manos del Señor
estaban sus tiempos, es decir él sabía que Dios tenía el control de su vida, de
su presente y de su futuro. Una vez nosotros creemos esto de todo corazón, nos
resulta más fácil venir a Dios en busca de ayuda.
¿Te sientes en estos momentos
como el salmista? ¿Estás pasando por momentos muy difíciles? Recuerda que en
las manos de Dios están tus tiempos. El sabe exactamente lo que te espera más
adelante, y te ama tanto que desea lo mejor para ti. Pero a veces se requieren
ciertos cambios en nuestras vidas que resultan dolorosos. Tan dolorosos como
cualquier operación quirúrgica por medio de la cual esperamos obtener la
sanidad que deseamos. Siempre hay un buen propósito detrás del dolor y la
angustia de un hijo o una hija de Dios. Su Hijo Jesucristo ha sido el ejemplo
perfecto de sufrimiento con el fin de ofrecer lo mejor que existe en esta vida:
la salvación de nuestras almas, y con ella un lugar eterno en el cielo.
Si pudieras ver el propósito de tu
dolor y sufrimiento desde el punto de vista de Dios, le alabarías con todo tu
corazón. Esto es precisamente fe, tener la certeza, en medio de la prueba, de
que algo bueno te espera, aunque no lo puedas ver, simplemente porque sabes que
Dios quiere lo mejor para ti. Por eso David dijo: "Mas yo en ti confío, oh
Señor." Espera confiadamente en el Señor. Las mejores cosas que llegan a
nuestras vidas no son las que se producen porque nos salimos con la nuestra,
sino porque dejamos que Dios se salga con la suya. Aunque el camino de la
prueba, la tribulación y la tristeza a menudo parece duro y cruel, si ponemos
nuestra confianza en Dios, al final encontraremos lo mejor para nosotros. Nunca
olvides que “a los que aman a Dios, todas las cosas les ayudan a bien, esto es,
a los que conforme a su propósito son llamados”, dice Romanos 8:28. El
propósito de Dios siempre, escucha bien, siempre es bueno para aquellos que le
aman y que le buscan día tras día.
Cree esto de todo corazón y
aférrate de esta promesa. Dios jamás quedará mal contigo. Si te resulta difícil
creerlo, y no encuentras paz en medio de la prueba, hazte el propósito de
acercarte más al Señor y conocerlo mejor. Busca su rostro en oración cada día y
medita en su Palabra. Su paz y su consuelo inundarán tu alma.
ORACION:
Padre santo, te doy gracias por
darme la seguridad de que, en momentos difíciles de mi vida, puedo acercarme a
ti en busca del oportuno socorro. Aumenta mi fe para no dudar un solo instante
que todo lo que pase en mi vida, bueno o malo, resultará en bien para mí,
porque en tu mano están mis tiempos. En el nombre de Jesús. Amén.
“Gracia y Paz”
Dios te Habla
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