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lunes, 9 de enero de 2017

Mateo 7:21-23


Mateo 7:21-23

“No todos los que dicen que yo soy su Señor y dueño entrarán en el reino de Dios. Eso no es suficiente; antes que nada deben obedecer los mandamientos de mi Padre, que está en el cielo. Cuando llegue el día en que Dios juzgará a todo el mundo, muchos me dirán: “Señor y dueño nuestro, nosotros anunciamos de parte tuya el mensaje a otros. Y también usamos tu nombre para echar fuera demonios y para hacer milagros”. Pero yo les diré: ¡Apártense de mí, gente malvada! ¡Yo no tengo nada que ver con ustedes!”

miércoles, 27 de julio de 2016

1 Juan 2:17



1 Juan 2:17
“Y el mundo pasa, y sus deseos; pero el que hace la voluntad de Dios permanece para siempre”.

Juan 10:28
“y yo les doy vida eterna; y no perecerán jamás, ni nadie las arrebatará de mi mano”.


¡Gracia y Paz!

lunes, 2 de noviembre de 2015

NO TE AFANES EN LO TEMPORAL, CONCÉNTRATE EN LO ETERNO...


Mateo 6:32-34

“Porque los gentiles buscan ansiosamente todas estas cosas; que vuestro Padre celestial sabe que necesitáis de todas estas cosas. Pero buscad primero su reino y su justicia, y todas estas cosas os serán añadidas. Por tanto, no os preocupéis por el día de mañana; porque el día de mañana se cuidará de sí mismo. Bástele a cada día sus propios problemas”.



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viernes, 28 de noviembre de 2014

¿CÓMO ESTAS OCUPANDO EL TIEMPO DE VIDA QUE DIOS TE DA?



¿CÓMO ESTAS OCUPANDO EL TIEMPO DE VIDA QUE DIOS TE DA?

Filipenses 2:12
“Por tanto, amados míos, como siempre habéis obedecido, no como en mi presencia solamente, sino mucho más ahora en mi ausencia, ocupaos de vuestra salvación con temor y temblor”.

Esta escritura expone el extremo cuidado que debemos tener en conservar y cultivar el maravilloso regalo que hemos recibido. La prioridad del cristiano debe ser siempre la vida espiritual pues el éxito o el fracaso aquí en la tierra depende de cuánto la cuidemos o descuidemos.

Para muchas personas sus días siempre están llenos de múltiples actividades y ocupaciones, y muchas veces el tiempo no les alcanza para llevarlas a cabo. Estas ocupaciones pueden ser obligatorias o voluntarias, buenas o malas, fructíferas o poco productivas, pero cada una de ellas requiere de un tiempo para realizarla. Por regla general la agenda diaria de muchos cristianos incluye muchas actividades en el campo material o financiero pero muy pocas en el campo espiritual. Realmente a muchos nos cuesta mucho trabajo cultivar nuestra vida espiritual. Pero esto no es extraño, pues una de las tácticas del enemigo de nuestras almas, el diablo, es precisamente ocuparnos el mayor tiempo posible con cosas terrenales para que descuidemos las espirituales. El enemigo bien sabe que un cristiano que se ocupa diligentemente en su vida espiritual es un cristiano lleno del Espíritu Santo que resulta inmune a sus ataques.

Jesús nos enseña el orden correcto de nuestras actividades diarias. En Mateo 6:33 nos dice: “Mas buscad primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas os serán añadidas”. “Estas cosas” son las actividades que normalmente ocupan el primer lugar en nuestro calendario, como la comida, la bebida, el vestido, el transporte, las finanzas y otras por el estilo. Cosas materiales cuya búsqueda generalmente requiere una gran cantidad de tiempo en nuestras vidas. El Señor nos asegura que vamos a tener “todas estas cosas”, que no nos va a faltar nada que sea imprescindible si le damos prioridad a buscar primero su rostro y a cultivar una relación íntima con él.

El rey David, “varón conforme al corazón de Dios”, fiel siervo del Señor, pudo decir con autoridad: “Jehová es mi pastor; nada me faltará” (Salmo 23:1). Y el apóstol Pablo en su carta a la iglesia de Filipos alaba la obra que ellos estaban haciendo y la generosidad que mostraron en momentos difíciles por los que Pablo estuvo pasando. Por eso les dice: “Mi Dios, pues, suplirá todo lo que os falta conforme a sus riquezas en gloria en Cristo Jesús” (Filipenses 4:19). La Santa palabra de Dios nos dice claramente que cuando ponemos en primer lugar a Dios, él se encarga de suplir todas nuestras necesidades, tanto materiales como espirituales. Amen.

Es también parte del plan de Dios que separemos tiempo para nuestra familia (Efesios capítulos 5 y 6). El matrimonio debe apartar tiempo para ellos solos. Y también es sumamente importante compartir tiempo de calidad con los hijos mientras los tengamos en casa, pues el tiempo vuela y cuando menos lo imaginamos parten para hacer sus propias vidas. En nuestro trabajo, el tiempo debe ser aprovechado al máximo para llevar a cabo nuestras responsabilidades de manera eficiente. De igual importancia debemos dedicar tiempo para desarrollar o participar en algún ministerio de la iglesia, donde sirvamos al Señor usando los dones y talentos que él nos ha dado.

Si establecemos estas prioridades en nuestra agenda diaria, con seguridad vamos a disfrutar de una vida bendecida. Hagamos una prioridad principal el dedicar tiempo a la lectura de la Biblia y la oración diariamente. Esto nos llevará a crear una íntima comunión con el Señor, lo cual nos capacitará para organizar nuestra vida de manera tal que nuestras prioridades estén perfectamente alineadas con la voluntad de Dios.

ORACIÓN:
Padre Santo, te ruego que dirijas por medio de tu Espíritu Santo el orden de mis actividades diarias a fin de ocuparme en tus cosas en primer lugar, y ayúdame a poner mis otras responsabilidades en el orden correcto, de manera que tu nombre sea glorificado en mi vida. Por Cristo Jesús, Amén.

¡Gracia y Paz!
Dios te Habla

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jueves, 17 de julio de 2014

¿SABES QUÉ ES LA INMUNIDAD CELESTIAL?




¿Sabes qué es la inmunidad Celestial?

Romanos 8:31-39
“¿Qué, pues, diremos a esto? Si Dios es por nosotros, ¿quién contra nosotros? El que no escatimó ni a su propio Hijo, sino que lo entregó por todos nosotros, ¿cómo no nos dará también con él todas las cosas? ¿Quién acusará a los escogidos de Dios? Dios es el que justifica. ¿Quién es el que condenará? Cristo es el que murió; más aun, el que también resucitó, el que además está a la diestra de Dios, el que también intercede por nosotros. ¿Quién nos separará del amor de Cristo? ¿Tribulación, o angustia, o persecución, o hambre, o desnudez, o peligro, o espada? Como está escrito: Por causa de ti somos muertos todo el tiempo; Somos contados como ovejas de matadero. Antes, en todas estas cosas somos más que vencedores por medio de aquel que nos amó. Por lo cual estoy seguro de que ni la muerte, ni la vida, ni ángeles, ni principados, ni potestades, ni lo presente, ni lo por venir, ni lo alto, ni lo profundo, ni ninguna otra cosa creada nos podrá separar del amor de Dios, que es en Cristo Jesús Señor nuestro”

Hace unos años, un diplomático de una nación extranjera, que residía en los Estados Unidos, donde prestaba servicio en la Embajada de su país, arremetió con su auto contra la cerca que rodeaba una propiedad privada, causó lesiones al dueño de la casa y ocasionó daños por una considerable cantidad de dinero. El hombre, que estaba borracho, fue arrestado, pero posteriormente fue puesto en libertad pues estaba protegido por la ley internacional de inmunidad diplomática.

Todos aquellos que hemos recibido a Jesucristo como Salvador, tenemos una clase de inmunidad diferente. Este privilegio no está relacionado con los tribunales legales de este mundo, pero sí nos protege de algo mucho más grave: la condenación eterna. Nuestros pecados, sin lugar a dudas, nos traerán consecuencias, pero no nos impiden entrar al cielo, pues ya Cristo pagó por nosotros esa deuda, y aún más, el pasaje de hoy nos afirma que él está a la diestra de Dios intercediendo por nosotros, como nuestro abogado que es, defendiéndonos de las acusaciones del diablo. Dice 1 Juan 2:1-2: “Hijitos míos, estas cosas os escribo para que no pequéis; y si alguno hubiere pecado, abogado tenemos para con el Padre, a Jesucristo el justo. Y él es la propiciación por nuestros pecados”. Esta inmunidad también nos garantiza absoluta protección mientras estemos en este mundo. Así lo afirma el pasaje de hoy: “Si Dios es por nosotros, ¿quién contra nosotros?”

¿Quiere esto decir que esta inmunidad es una licencia para pecar? “En ninguna manera. Porque los que hemos muerto al pecado, ¿cómo viviremos aún en él?”, dice el apóstol Pablo en Romanos 6:2. En el plan de salvación de Dios, la gracia redentora de Cristo no sólo nos garantiza la vida eterna, sino también nos transforma interiormente por medio del Espíritu Santo que mora en nosotros, por lo que ya no practicamos más el pecado sino que lo rechazamos, y todo aquello que antes nos resultaba atractivo ha dejado de serlo pues hemos encontrado un gozo y una felicidad mucho mayor en la presencia de Dios. Así dice Pablo en Filipenses 3:7-8: “Pero cuantas cosas eran para mí ganancia, las he estimado como pérdida por amor de Cristo. Y ciertamente, aun estimo todas las cosas como pérdida por la excelencia del conocimiento de Cristo Jesús, mi Señor, por amor del cual lo he perdido todo, y lo tengo por basura, para ganar a Cristo”.

La inmunidad que Cristo nos otorga demuestra en primer lugar cuánto nos ama Dios, y nos da una razón para vivir para él y amarlo para siempre. Si tú gozas de esta inmunidad disfruta sus beneficios acercándote cada día al trono de la gracia de Dios en busca de sus bendiciones, de su paz, de su dirección, de su provisión, y del gozo inefable que se siente en su santa presencia.

Si no tienes esta inmunidad, ahora mismo eleva a Dios una oración de arrepentimiento y abre tu corazón para recibir a Cristo como tu Salvador, y su infinita gracia te hará acreedor de un pasaporte sellado por el Espíritu Santo, el cual te garantiza la entrada al cielo cuando llegue el momento de tu partida de este mundo. Y mientras tanto disfrutarás de una vida llena de gozo y de paz.

ORACIÓN:
Bendito Dios, gracias por la seguridad de vida eterna que me has ofrecido por medio del sacrificio de tu Hijo. Te ruego me ayudes a disfrutarla, pensando, hablando y actuando de manera que tu nombre sea siempre glorificado con mi testimonio. Te lo pido en el nombre de Jesús, Amén.

¡Gracia y Paz!

Dios te Habla

sábado, 3 de mayo de 2014

¿CÓMO HE SIDO PERDONADO POR DIOS?


¿Cómo he sido perdonado por Dios?  

1 Juan 1:5-9
“Este es el mensaje que hemos oído de él, y os anunciamos: Dios es luz, y no hay ningunas tinieblas en él. Si decimos que tenemos comunión con él, y andamos en tinieblas, mentimos, y no practicamos la verdad; pero si andamos en luz, como él está en luz, tenemos comunión unos con otros, y la sangre de Jesucristo su Hijo nos limpia de todo pecado. Si decimos que no tenemos pecado, nos engañamos a nosotros mismos, y la verdad no está en nosotros. Si confesamos nuestros pecados, él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados, y limpiarnos de toda maldad”.

La sangre tiene una importancia extraordinaria en la vida del ser humano. Todos los órganos del cuerpo funcionan gracias a la sangre que circula por arterias, venas y capilares. Las funciones de la sangre son varias y muy importantes: aporta a los tejidos el oxígeno y sustancias necesarias para las actividades celulares del metabolismo, elimina los residuos tóxicos del organismo, transporta las vitaminas y los minerales que ingerimos, al igual que las hormonas elaboradas por las glándulas de secreción interna y distribuye las enzimas, que desempeñan un importante papel en diversos procesos nutritivos. Y, algo muy importante, protege al organismo contra los diferentes tipos de microbios que son portadores de infecciones y enfermedades. En fin, sin sangre es imposible que haya vida. Si una persona se desangra, irremediablemente muere.

En el aspecto espiritual, que es el que nos ocupa hoy, la sangre adquiere un significado de mucha mayor importancia y trascendencia. En Juan 6:53-54, Jesús les dice a un grupo de judíos incrédulos: “De cierto, de cierto os digo: Si no coméis la carne del Hijo del Hombre, y bebéis su sangre, no tenéis vida en vosotros. El que come mi carne y bebe mi sangre, tiene vida eterna; y yo le resucitaré en el día postrero”. ¿Qué quiso decir Jesús con esta expresión? Cuando el Señor dice que comamos su carne y bebamos su sangre, realmente nos está diciendo que debemos nutrir nuestros corazones, mentes y espíritus con su humanidad, y que revitalicemos nuestras vidas con su vida hasta que estemos impregnados, saturados, llenos con la vida de Dios. En otras palabras: “Debéis incorporar mi vida a vuestro ser; debéis dejar de pensar en mí como algo exterior e incorporarme a vuestro interior, y entonces tendréis la vida en abundancia que yo he venido a ofrecerles”. A esto se refirió Jesús en Juan capitulo 15 al hablar sobre nuestra permanencia en él y su permanencia en nosotros.

Todo comienza con el sacrificio de Cristo en la cruz del Calvario. A través de la sangre derramada somos limpiados, justificados, redimidos, perdonados. Sólo esta sangre puede limpiarnos de todo pecado, dice el pasaje de hoy.

No hay nada que nos pueda dar perdón, que nos limpie de pecado, que nos rescate de una vida de miseria y condenación que no sea la sangre del Cordero de Dios, Cristo Jesús, derramada en la cruz del Calvario. En su primera carta a “los expatriados de la dispersión” el apóstol Pedro hace un llamado a una vida santa, y entonces les dice: “sabiendo que fuisteis rescatados de vuestra vana manera de vivir, la cual recibisteis de vuestros padres, no con cosas corruptibles, como oro o plata, sino con la sangre preciosa de Cristo, como de un cordero sin mancha y sin contaminación” (1 Pedro 1:18-19).

Si en tu vida aún hay pecado y no sabes cómo vivir la gracia que nos da la preciosa sangre del cordero sin mancha, deja de ser solo un creyente y conviértete en un verdadero seguidor de Cristo. Pídele a Dios en oración que te haga merecedor del sacrificio de Jesús y que su Santo Espíritu venga a morar en tu corazón para siempre. Al hacerlo, su sangre derramada en la cruz te limpiará de todo pecado y recibirás la hermosa promesa de la salvación y la vida eterna.

ORACION:
Bendito Dios, te doy gracias por el perdón que me ofreces a través del sacrificio de tu Hijo. Hoy abro mi corazón y acepto tu perdón. En el nombre de Jesús, Amén.

“Gracia y Paz”

Dios te Habla

miércoles, 12 de febrero de 2014

¿SIENTES LA SEGURIDAD DE LA VIDA ETERNA?



1 Juan 1:5-8
“Este es el mensaje que hemos oído de él, y os anunciamos: Dios es luz, y no hay ningunas tinieblas en él. Si decimos que tenemos comunión con él, y andamos en tinieblas, mentimos, y no practicamos la verdad; pero si andamos en luz, como él está en luz, tenemos comunión unos con otros, y la sangre de Jesucristo su Hijo nos limpia de todo pecado. Si decimos que no tenemos pecado, nos engañamos a nosotros mismos, y la verdad no está en nosotros”.

Este pasaje es parte de una carta que el apóstol Juan escribió a las iglesias cercanas a la ciudad de Éfeso. El motivo fundamental de la epístola fue dar seguridad sobre la vida eterna a aquellos que se habían convertido al cristianismo. Había entre ellos incertidumbre acerca de su condición espiritual, la cual tenía su origen en falsas doctrinas que se estaban propagando en aquellos tiempos. Por eso les dice un poco más adelante: “Estas cosas os he escrito a vosotros que creéis en el nombre del Hijo de Dios, para que sepáis que tenéis vida eterna, y para que creáis en el nombre del Hijo de Dios” (v.13).

Juan les dice que Dios “es luz, y no hay ningunas tinieblas en él”. Por lo tanto, para vivir en comunión con Dios tenemos que andar en luz. Sin embargo, no podemos decir que no tenemos pecado, pues “nos engañamos a nosotros mismos, y la verdad no está en nosotros”. La Biblia es muy clara al hablar de nuestra condición pecaminosa, la cual proviene de aquel primer pecado en el jardín del Edén, el cual pasó de generación en generación y llegó hasta nosotros (Romanos 5:12). Y en Romanos 3:23 dice: “Por cuanto todos pecaron, y están destituidos de la gloria de Dios”. Esto significa separación de Dios por toda la eternidad, es decir “muerte espiritual”. Lo maravilloso es que Dios, en su infinita gracia y misericordia, envió a su Hijo Jesucristo para que él pagara por nuestra culpa en la cruz del Calvario, y de esta manera perdonarnos y justificarnos y darnos la entrada a su gloria. Romanos 6:23 dice que “la dádiva de Dios es vida eterna en Cristo Jesús Señor nuestro”. Y este es precisamente el fundamento, el corazón, el fin principal del plan de salvación de Dios para la humanidad.

Cuando aceptamos a Jesucristo como salvador, somos “sellados con el Espíritu Santo de la promesa”, dice Efesios 1:13. Así que podemos tener la seguridad de que “ninguna cosa creada nos podrá separar del amor de Dios, que es en Cristo Jesús Señor nuestro” (Romanos 8:39). Ahora bien, Satanás no descansa en su guerra espiritual y persiste tratando de hacerte pecar, porque él quiere reducir tu efectividad y tu testimonio cristiano, y es su fin afectar tu comunión con tu Padre celestial. Tenemos que recordar que el pecado es tan poderoso que requirió la muerte y la resurrección de Cristo para ser derrotado. Por lo tanto somete tu vida a Dios y prepárate a resistir los ataques del enemigo. Así dice Santiago 4:7: “Someteos, pues, a Dios; resistid al diablo, y huirá de vosotros”.

Es cierto que somos débiles y muchas veces no tenemos la fuerza para resistir. Pero en Dios siempre tendrás el poder para lograr la victoria. Reconoce tu debilidad y clama al Señor por ayuda, pues su poder “se perfecciona en la debilidad”, dice 2 Corintios 12:9. Y si algún día tropiezas y caes, ven delante del Señor con un corazón contrito y humillado, y confiesa tu pecado. Juan, un hombre que había experimentado una profunda experiencia espiritual a través de su vida, que conoció personalmente al Mesías, nos dice que: “Si confesamos nuestros pecados, él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados, y limpiarnos de toda maldad” (1 Juan 1:9).

Reflexiona en esta enseñanza, ora y pide al Señor que la grabe en tu corazón. Así podrás entender que el plan de Dios para nuestra salvación es perfecto. Él dio a su Hijo unigénito para “que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna” (Juan 3:16). Si tú has creído en Jesucristo de corazón y lo has confesado con tus labios, tienes la vida eterna, dice Romanos 10:9,10.

ORACIÓN:
Padre Santo, yo creo en Jesús tu Hijo. Creo firmemente en que su sacrificio en la cruz del calvario fue para redimirme de mi vida pecaminosa. Creo que solo Él tiene palabras de vida eterna. Gracias porque por medio de Él tu has provisto los medios para que yo salga victorioso ante la tentación y el pecado. Gracias por tu hermosa promesa de la vida eterna. Libérame de todo aquello que aún me ata al pecado y dame la fuerza que necesito para someterme a ti día con día y resistir los ataques del enemigo. En el nombre de Jesús, Amén.

“Gracia y Paz”

Dios te Habla