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lunes, 12 de febrero de 2018
lunes, 9 de enero de 2017
Mateo 7:21-23
Mateo 7:21-23
“No todos los que dicen que yo
soy su Señor y dueño entrarán en el reino de Dios. Eso no es suficiente; antes
que nada deben obedecer los mandamientos de mi Padre, que está en el cielo. Cuando
llegue el día en que Dios juzgará a todo el mundo, muchos me dirán: “Señor y
dueño nuestro, nosotros anunciamos de parte tuya el mensaje a otros. Y también
usamos tu nombre para echar fuera demonios y para hacer milagros”. Pero yo
les diré: ¡Apártense de mí, gente malvada! ¡Yo no tengo nada que ver con
ustedes!”
miércoles, 27 de julio de 2016
1 Juan 2:17
1 Juan 2:17
“Y el mundo pasa, y sus deseos; pero el que
hace la voluntad de Dios permanece para siempre”.
Juan 10:28
“y yo les doy vida eterna; y no perecerán
jamás, ni nadie las arrebatará de mi mano”.
¡Gracia y Paz!
lunes, 2 de noviembre de 2015
NO TE AFANES EN LO TEMPORAL, CONCÉNTRATE EN LO ETERNO...
Mateo 6:32-34
“Porque los gentiles buscan ansiosamente
todas estas cosas; que vuestro Padre celestial sabe que necesitáis de todas
estas cosas. Pero buscad primero su reino y su justicia, y todas estas cosas os
serán añadidas. Por tanto, no os preocupéis por el día de mañana; porque el día
de mañana se cuidará de sí mismo. Bástele a cada día sus propios problemas”.
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viernes, 28 de noviembre de 2014
¿CÓMO ESTAS OCUPANDO EL TIEMPO DE VIDA QUE DIOS TE DA?
¿CÓMO ESTAS OCUPANDO EL TIEMPO DE VIDA QUE DIOS TE DA?
Filipenses 2:12
“Por tanto, amados míos, como siempre habéis
obedecido, no como en mi presencia solamente, sino mucho más ahora en mi
ausencia, ocupaos de vuestra salvación con temor y temblor”.
Esta escritura expone el extremo cuidado que debemos
tener en conservar y cultivar el maravilloso regalo que hemos recibido. La
prioridad del cristiano debe ser siempre la vida espiritual pues el éxito o el
fracaso aquí en la tierra depende de cuánto la cuidemos o descuidemos.
Para muchas personas sus días siempre están llenos de múltiples
actividades y ocupaciones, y muchas veces el tiempo no les alcanza para
llevarlas a cabo. Estas ocupaciones pueden ser obligatorias o voluntarias,
buenas o malas, fructíferas o poco productivas, pero cada una de ellas requiere
de un tiempo para realizarla. Por regla general la agenda diaria de muchos cristianos
incluye muchas actividades en el campo material o financiero pero muy pocas en
el campo espiritual. Realmente a muchos nos cuesta mucho trabajo cultivar nuestra
vida espiritual. Pero esto no es extraño, pues una de las tácticas del enemigo
de nuestras almas, el diablo, es precisamente ocuparnos el mayor tiempo posible
con cosas terrenales para que descuidemos las espirituales. El enemigo bien
sabe que un cristiano que se ocupa diligentemente en su vida espiritual es un
cristiano lleno del Espíritu Santo que resulta inmune a sus ataques.
Jesús nos enseña el orden correcto de nuestras actividades
diarias. En Mateo 6:33 nos dice: “Mas buscad primeramente el reino de Dios y su
justicia, y todas estas cosas os serán añadidas”. “Estas cosas” son las actividades
que normalmente ocupan el primer lugar en nuestro calendario, como la comida,
la bebida, el vestido, el transporte, las finanzas y otras por el estilo. Cosas
materiales cuya búsqueda generalmente requiere una gran cantidad de tiempo en
nuestras vidas. El Señor nos asegura que vamos a tener “todas estas cosas”, que
no nos va a faltar nada que sea imprescindible si le damos prioridad a buscar primero
su rostro y a cultivar una relación íntima con él.
El rey David, “varón conforme al corazón de Dios”, fiel
siervo del Señor, pudo decir con autoridad: “Jehová es mi pastor; nada me
faltará” (Salmo 23:1). Y el apóstol Pablo en su carta a la iglesia de Filipos
alaba la obra que ellos estaban haciendo y la generosidad que mostraron en
momentos difíciles por los que Pablo estuvo pasando. Por eso les dice: “Mi
Dios, pues, suplirá todo lo que os falta conforme a sus riquezas en gloria en
Cristo Jesús” (Filipenses 4:19). La Santa palabra de Dios nos dice claramente
que cuando ponemos en primer lugar a Dios, él se encarga de suplir todas
nuestras necesidades, tanto materiales como espirituales. Amen.
Es también parte del plan de Dios que separemos tiempo
para nuestra familia (Efesios capítulos 5 y 6). El matrimonio debe apartar
tiempo para ellos solos. Y también es sumamente importante compartir tiempo de
calidad con los hijos mientras los tengamos en casa, pues el tiempo vuela y
cuando menos lo imaginamos parten para hacer sus propias vidas. En nuestro
trabajo, el tiempo debe ser aprovechado al máximo para llevar a cabo nuestras
responsabilidades de manera eficiente. De igual importancia debemos dedicar
tiempo para desarrollar o participar en algún ministerio de la iglesia, donde
sirvamos al Señor usando los dones y talentos que él nos ha dado.
Si establecemos estas prioridades en nuestra agenda
diaria, con seguridad vamos a disfrutar de una vida bendecida. Hagamos una
prioridad principal el dedicar tiempo a la lectura de la Biblia y la oración
diariamente. Esto nos llevará a crear una íntima comunión con el Señor, lo cual
nos capacitará para organizar nuestra vida de manera tal que nuestras prioridades
estén perfectamente alineadas con la voluntad de Dios.
ORACIÓN:
Padre Santo, te ruego que dirijas por medio de tu
Espíritu Santo el orden de mis actividades diarias a fin de ocuparme en tus
cosas en primer lugar, y ayúdame a poner mis otras responsabilidades en el
orden correcto, de manera que tu nombre sea glorificado en mi vida. Por Cristo
Jesús, Amén.
¡Gracia y Paz!
Dios te Habla
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jueves, 17 de julio de 2014
¿SABES QUÉ ES LA INMUNIDAD CELESTIAL?
¿Sabes qué es la inmunidad
Celestial?
Romanos 8:31-39
“¿Qué, pues, diremos a esto? Si Dios es por
nosotros, ¿quién contra nosotros? El que no escatimó ni a su propio Hijo, sino
que lo entregó por todos nosotros, ¿cómo no nos dará también con él todas las
cosas? ¿Quién acusará a los escogidos de Dios? Dios es el que justifica. ¿Quién
es el que condenará? Cristo es el que murió; más aun, el que también resucitó,
el que además está a la diestra de Dios, el que también intercede por nosotros.
¿Quién nos separará del amor de Cristo? ¿Tribulación, o angustia, o persecución,
o hambre, o desnudez, o peligro, o espada? Como está escrito: Por causa de ti
somos muertos todo el tiempo; Somos contados como ovejas de matadero. Antes, en
todas estas cosas somos más que vencedores por medio de aquel que nos amó. Por
lo cual estoy seguro de que ni la muerte, ni la vida, ni ángeles, ni
principados, ni potestades, ni lo presente, ni lo por venir, ni lo alto, ni lo
profundo, ni ninguna otra cosa creada nos podrá separar del amor de Dios, que
es en Cristo Jesús Señor nuestro”
Hace unos años, un diplomático de una nación extranjera,
que residía en los Estados Unidos, donde prestaba servicio en la Embajada de su
país, arremetió con su auto contra la cerca que rodeaba una propiedad privada,
causó lesiones al dueño de la casa y ocasionó daños por una considerable
cantidad de dinero. El hombre, que estaba borracho, fue arrestado, pero
posteriormente fue puesto en libertad pues estaba protegido por la ley
internacional de inmunidad diplomática.
Todos aquellos que hemos recibido a Jesucristo como
Salvador, tenemos una clase de inmunidad diferente. Este privilegio no está
relacionado con los tribunales legales de este mundo, pero sí nos protege de
algo mucho más grave: la condenación eterna. Nuestros pecados, sin lugar a
dudas, nos traerán consecuencias, pero no nos impiden entrar al cielo, pues ya
Cristo pagó por nosotros esa deuda, y aún más, el pasaje de hoy nos afirma que
él está a la diestra de Dios intercediendo por nosotros, como nuestro abogado
que es, defendiéndonos de las acusaciones del diablo. Dice 1 Juan 2:1-2:
“Hijitos míos, estas cosas os escribo para que no pequéis; y si alguno hubiere
pecado, abogado tenemos para con el Padre, a Jesucristo el justo. Y él es la
propiciación por nuestros pecados”. Esta inmunidad también nos garantiza
absoluta protección mientras estemos en este mundo. Así lo afirma el pasaje de
hoy: “Si Dios es por nosotros, ¿quién contra nosotros?”
¿Quiere esto decir que esta inmunidad es una licencia
para pecar? “En ninguna manera. Porque los que hemos muerto al pecado, ¿cómo
viviremos aún en él?”, dice el apóstol Pablo en Romanos 6:2. En el plan de
salvación de Dios, la gracia redentora de Cristo no sólo nos garantiza la vida
eterna, sino también nos transforma interiormente por medio del Espíritu Santo
que mora en nosotros, por lo que ya no practicamos más el pecado sino que lo
rechazamos, y todo aquello que antes nos resultaba atractivo ha dejado de serlo
pues hemos encontrado un gozo y una felicidad mucho mayor en la presencia de
Dios. Así dice Pablo en Filipenses 3:7-8: “Pero cuantas cosas eran para mí
ganancia, las he estimado como pérdida por amor de Cristo. Y ciertamente, aun
estimo todas las cosas como pérdida por la excelencia del conocimiento de
Cristo Jesús, mi Señor, por amor del cual lo he perdido todo, y lo tengo por
basura, para ganar a Cristo”.
La inmunidad que Cristo nos otorga demuestra en primer
lugar cuánto nos ama Dios, y nos da una razón para vivir para él y amarlo para
siempre. Si tú gozas de esta inmunidad disfruta sus beneficios acercándote cada
día al trono de la gracia de Dios en busca de sus bendiciones, de su paz, de su
dirección, de su provisión, y del gozo inefable que se siente en su santa
presencia.
Si no tienes esta inmunidad, ahora mismo eleva a Dios una
oración de arrepentimiento y abre tu corazón para recibir a Cristo como tu
Salvador, y su infinita gracia te hará acreedor de un pasaporte sellado por el
Espíritu Santo, el cual te garantiza la entrada al cielo cuando llegue el
momento de tu partida de este mundo. Y mientras tanto disfrutarás de una vida
llena de gozo y de paz.
ORACIÓN:
Bendito Dios, gracias por la seguridad de vida eterna que
me has ofrecido por medio del sacrificio de tu Hijo. Te ruego me ayudes a
disfrutarla, pensando, hablando y actuando de manera que tu nombre sea siempre
glorificado con mi testimonio. Te lo pido en el nombre de Jesús, Amén.
¡Gracia y Paz!
Dios te Habla
sábado, 3 de mayo de 2014
¿CÓMO HE SIDO PERDONADO POR DIOS?
¿Cómo he sido
perdonado por Dios?
1 Juan 1:5-9
“Este es el mensaje que hemos oído de él, y
os anunciamos: Dios es luz, y no hay ningunas tinieblas en él. Si decimos que
tenemos comunión con él, y andamos en tinieblas, mentimos, y no practicamos la
verdad; pero si andamos en luz, como él está en luz, tenemos comunión unos con
otros, y la sangre de Jesucristo su Hijo nos limpia de todo pecado. Si decimos
que no tenemos pecado, nos engañamos a nosotros mismos, y la verdad no está en
nosotros. Si confesamos nuestros pecados, él es fiel y justo para perdonar nuestros
pecados, y limpiarnos de toda maldad”.
La sangre tiene una importancia extraordinaria en la vida
del ser humano. Todos los órganos del cuerpo funcionan gracias a la sangre que
circula por arterias, venas y capilares. Las funciones de la sangre son varias
y muy importantes: aporta a los tejidos el oxígeno y sustancias necesarias para
las actividades celulares del metabolismo, elimina los residuos tóxicos del
organismo, transporta las vitaminas y los minerales que ingerimos, al igual que
las hormonas elaboradas por las glándulas de secreción interna y distribuye las
enzimas, que desempeñan un importante papel en diversos procesos nutritivos. Y,
algo muy importante, protege al organismo contra los diferentes tipos de
microbios que son portadores de infecciones y enfermedades. En fin, sin sangre
es imposible que haya vida. Si una persona se desangra, irremediablemente
muere.
En el aspecto espiritual, que es el que nos ocupa hoy, la
sangre adquiere un significado de mucha mayor importancia y trascendencia. En
Juan 6:53-54, Jesús les dice a un grupo de judíos incrédulos: “De cierto, de
cierto os digo: Si no coméis la carne del Hijo del Hombre, y bebéis su sangre,
no tenéis vida en vosotros. El que come mi carne y bebe mi sangre, tiene vida
eterna; y yo le resucitaré en el día postrero”. ¿Qué quiso decir Jesús con esta
expresión? Cuando el Señor dice que comamos su carne y bebamos su sangre,
realmente nos está diciendo que debemos nutrir nuestros corazones, mentes y
espíritus con su humanidad, y que revitalicemos nuestras vidas con su vida
hasta que estemos impregnados, saturados, llenos con la vida de Dios. En otras
palabras: “Debéis incorporar mi vida a vuestro ser; debéis dejar de pensar en
mí como algo exterior e incorporarme a vuestro interior, y entonces tendréis la
vida en abundancia que yo he venido a ofrecerles”. A esto se refirió Jesús en
Juan capitulo 15 al hablar sobre nuestra permanencia en él y su permanencia en
nosotros.
Todo comienza con el sacrificio de Cristo en la cruz del
Calvario. A través de la sangre derramada somos limpiados, justificados,
redimidos, perdonados. Sólo esta sangre puede limpiarnos de todo pecado, dice
el pasaje de hoy.
No hay nada que nos pueda dar perdón, que nos limpie de
pecado, que nos rescate de una vida de miseria y condenación que no sea la
sangre del Cordero de Dios, Cristo Jesús, derramada en la cruz del Calvario. En
su primera carta a “los expatriados de la dispersión” el apóstol Pedro hace un
llamado a una vida santa, y entonces les dice: “sabiendo que fuisteis
rescatados de vuestra vana manera de vivir, la cual recibisteis de vuestros
padres, no con cosas corruptibles, como oro o plata, sino con la sangre
preciosa de Cristo, como de un cordero sin mancha y sin contaminación” (1 Pedro
1:18-19).
Si en tu vida aún hay pecado y no sabes cómo vivir la
gracia que nos da la preciosa sangre del cordero sin mancha, deja de ser solo
un creyente y conviértete en un verdadero seguidor de Cristo. Pídele a Dios en
oración que te haga merecedor del sacrificio de Jesús y que su Santo Espíritu venga
a morar en tu corazón para siempre. Al hacerlo, su sangre derramada en la cruz
te limpiará de todo pecado y recibirás la hermosa promesa de la salvación y la vida
eterna.
ORACION:
Bendito Dios, te doy gracias por el perdón que me ofreces
a través del sacrificio de tu Hijo. Hoy abro mi corazón y acepto tu perdón. En
el nombre de Jesús, Amén.
“Gracia y Paz”
Dios te Habla
miércoles, 12 de febrero de 2014
¿SIENTES LA SEGURIDAD DE LA VIDA ETERNA?
1 Juan 1:5-8
“Este es el
mensaje que hemos oído de él, y os anunciamos: Dios es luz, y no hay ningunas
tinieblas en él. Si decimos que tenemos comunión con él, y andamos en
tinieblas, mentimos, y no practicamos la verdad; pero si andamos en luz, como
él está en luz, tenemos comunión unos con otros, y la sangre de Jesucristo su
Hijo nos limpia de todo pecado. Si decimos que no tenemos pecado, nos engañamos
a nosotros mismos, y la verdad no está en nosotros”.
Este pasaje es
parte de una carta que el apóstol Juan escribió a las iglesias cercanas a la
ciudad de Éfeso. El motivo fundamental de la epístola fue dar seguridad sobre
la vida eterna a aquellos que se habían convertido al cristianismo. Había entre
ellos incertidumbre acerca de su condición espiritual, la cual tenía su origen
en falsas doctrinas que se estaban propagando en aquellos tiempos. Por eso les
dice un poco más adelante: “Estas cosas os he escrito a vosotros que creéis en
el nombre del Hijo de Dios, para que sepáis que tenéis vida eterna, y para que
creáis en el nombre del Hijo de Dios” (v.13).
Juan les dice
que Dios “es luz, y no hay ningunas tinieblas en él”. Por lo tanto, para vivir
en comunión con Dios tenemos que andar en luz. Sin embargo, no podemos decir
que no tenemos pecado, pues “nos engañamos a nosotros mismos, y la verdad no
está en nosotros”. La Biblia
es muy clara al hablar de nuestra condición pecaminosa, la cual proviene de
aquel primer pecado en el jardín del Edén, el cual pasó de generación en
generación y llegó hasta nosotros (Romanos 5:12). Y en Romanos 3:23 dice: “Por
cuanto todos pecaron, y están destituidos de la gloria de Dios”. Esto significa
separación de Dios por toda la eternidad, es decir “muerte espiritual”. Lo
maravilloso es que Dios, en su infinita gracia y misericordia, envió a su Hijo
Jesucristo para que él pagara por nuestra culpa en la cruz del Calvario, y de
esta manera perdonarnos y justificarnos y darnos la entrada a su gloria.
Romanos 6:23 dice que “la dádiva de Dios es vida eterna en Cristo Jesús Señor
nuestro”. Y este es precisamente el fundamento, el corazón, el fin principal
del plan de salvación de Dios para la humanidad.
Cuando aceptamos
a Jesucristo como salvador, somos “sellados con el Espíritu Santo de la
promesa”, dice Efesios 1:13. Así que podemos tener la seguridad de que “ninguna
cosa creada nos podrá separar del amor de Dios, que es en Cristo Jesús Señor
nuestro” (Romanos 8:39). Ahora bien, Satanás no descansa en su guerra
espiritual y persiste tratando de hacerte pecar, porque él quiere reducir tu
efectividad y tu testimonio cristiano, y es su fin afectar tu comunión con tu
Padre celestial. Tenemos que recordar que el pecado es tan poderoso que
requirió la muerte y la resurrección de Cristo para ser derrotado. Por lo tanto
somete tu vida a Dios y prepárate a resistir los ataques del enemigo. Así dice
Santiago 4:7: “Someteos, pues, a Dios; resistid al diablo, y huirá de vosotros”.
Es cierto que
somos débiles y muchas veces no tenemos la fuerza para resistir. Pero en Dios
siempre tendrás el poder para lograr la victoria. Reconoce tu debilidad y clama
al Señor por ayuda, pues su poder “se perfecciona en la debilidad”, dice 2
Corintios 12:9. Y si algún día tropiezas y caes, ven delante del Señor con un
corazón contrito y humillado, y confiesa tu pecado. Juan, un hombre que había
experimentado una profunda experiencia espiritual a través de su vida, que
conoció personalmente al Mesías, nos dice que: “Si confesamos nuestros pecados,
él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados, y limpiarnos de toda maldad”
(1 Juan 1:9).
Reflexiona en
esta enseñanza, ora y pide al Señor que la grabe en tu corazón. Así podrás
entender que el plan de Dios para nuestra salvación es perfecto. Él dio a su
Hijo unigénito para “que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga
vida eterna” (Juan 3:16). Si tú has creído en Jesucristo de corazón y lo has
confesado con tus labios, tienes la vida eterna, dice Romanos 10:9,10.
ORACIÓN:
Padre Santo, yo creo
en Jesús tu Hijo. Creo firmemente en que su sacrificio en la cruz del calvario
fue para redimirme de mi vida pecaminosa. Creo que solo Él tiene palabras de
vida eterna. Gracias porque por medio de Él tu has provisto los medios para que
yo salga victorioso ante la tentación y el pecado. Gracias por tu hermosa promesa
de la vida eterna. Libérame de todo aquello que aún me ata al pecado y dame la
fuerza que necesito para someterme a ti día con día y resistir los ataques del
enemigo. En el nombre de Jesús, Amén.
“Gracia y Paz”
Dios te Habla
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