¿Cómo he sido
perdonado por Dios?
1 Juan 1:5-9
“Este es el mensaje que hemos oído de él, y
os anunciamos: Dios es luz, y no hay ningunas tinieblas en él. Si decimos que
tenemos comunión con él, y andamos en tinieblas, mentimos, y no practicamos la
verdad; pero si andamos en luz, como él está en luz, tenemos comunión unos con
otros, y la sangre de Jesucristo su Hijo nos limpia de todo pecado. Si decimos
que no tenemos pecado, nos engañamos a nosotros mismos, y la verdad no está en
nosotros. Si confesamos nuestros pecados, él es fiel y justo para perdonar nuestros
pecados, y limpiarnos de toda maldad”.
La sangre tiene una importancia extraordinaria en la vida
del ser humano. Todos los órganos del cuerpo funcionan gracias a la sangre que
circula por arterias, venas y capilares. Las funciones de la sangre son varias
y muy importantes: aporta a los tejidos el oxígeno y sustancias necesarias para
las actividades celulares del metabolismo, elimina los residuos tóxicos del
organismo, transporta las vitaminas y los minerales que ingerimos, al igual que
las hormonas elaboradas por las glándulas de secreción interna y distribuye las
enzimas, que desempeñan un importante papel en diversos procesos nutritivos. Y,
algo muy importante, protege al organismo contra los diferentes tipos de
microbios que son portadores de infecciones y enfermedades. En fin, sin sangre
es imposible que haya vida. Si una persona se desangra, irremediablemente
muere.
En el aspecto espiritual, que es el que nos ocupa hoy, la
sangre adquiere un significado de mucha mayor importancia y trascendencia. En
Juan 6:53-54, Jesús les dice a un grupo de judíos incrédulos: “De cierto, de
cierto os digo: Si no coméis la carne del Hijo del Hombre, y bebéis su sangre,
no tenéis vida en vosotros. El que come mi carne y bebe mi sangre, tiene vida
eterna; y yo le resucitaré en el día postrero”. ¿Qué quiso decir Jesús con esta
expresión? Cuando el Señor dice que comamos su carne y bebamos su sangre,
realmente nos está diciendo que debemos nutrir nuestros corazones, mentes y
espíritus con su humanidad, y que revitalicemos nuestras vidas con su vida
hasta que estemos impregnados, saturados, llenos con la vida de Dios. En otras
palabras: “Debéis incorporar mi vida a vuestro ser; debéis dejar de pensar en
mí como algo exterior e incorporarme a vuestro interior, y entonces tendréis la
vida en abundancia que yo he venido a ofrecerles”. A esto se refirió Jesús en
Juan capitulo 15 al hablar sobre nuestra permanencia en él y su permanencia en
nosotros.
Todo comienza con el sacrificio de Cristo en la cruz del
Calvario. A través de la sangre derramada somos limpiados, justificados,
redimidos, perdonados. Sólo esta sangre puede limpiarnos de todo pecado, dice
el pasaje de hoy.
No hay nada que nos pueda dar perdón, que nos limpie de
pecado, que nos rescate de una vida de miseria y condenación que no sea la
sangre del Cordero de Dios, Cristo Jesús, derramada en la cruz del Calvario. En
su primera carta a “los expatriados de la dispersión” el apóstol Pedro hace un
llamado a una vida santa, y entonces les dice: “sabiendo que fuisteis
rescatados de vuestra vana manera de vivir, la cual recibisteis de vuestros
padres, no con cosas corruptibles, como oro o plata, sino con la sangre
preciosa de Cristo, como de un cordero sin mancha y sin contaminación” (1 Pedro
1:18-19).
Si en tu vida aún hay pecado y no sabes cómo vivir la
gracia que nos da la preciosa sangre del cordero sin mancha, deja de ser solo
un creyente y conviértete en un verdadero seguidor de Cristo. Pídele a Dios en
oración que te haga merecedor del sacrificio de Jesús y que su Santo Espíritu venga
a morar en tu corazón para siempre. Al hacerlo, su sangre derramada en la cruz
te limpiará de todo pecado y recibirás la hermosa promesa de la salvación y la vida
eterna.
ORACION:
Bendito Dios, te doy gracias por el perdón que me ofreces
a través del sacrificio de tu Hijo. Hoy abro mi corazón y acepto tu perdón. En
el nombre de Jesús, Amén.
“Gracia y Paz”
Dios te Habla
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