jueves, 19 de febrero de 2015

Salmo 115:16



Salmo 115:16
“Los cielos son los cielos de Yahweh; y ha dado la tierra a los hijos de los hombres”.

En 1923, un grupo de renombrados y valientes hombres de negocios de los Estados Unidos, Jesse Livermore, el mago de Wall Street; León Fraser, presidente del Banco Internacional Settlement; Iván Kruegar, el hombre principal del mayor monopolio financiero; Charles Schwab, presidente de la mayor compañía independiente de acero; y Richard Whitney, presidente de la Bolsa de Valores de Nueva York; se reunieron en el hotel Edgewater Beach, de Chicago. Aquel grupo era una leyenda. Juntos, aquellos hombres tenían más dinero que todo el tesoro americano. Los diarios y las revistas contaban sus fabulosas historias. Todo mundo los veían como símbolo del éxito.

Veinte años después, la historia era completamente diferente. Iván Kruegar, se habían suicidado. Charles Schwab, murió en la mayor miseria; y Richard Whitney, estaba en prisión.

Las Santas Escrituras nos dicen hoy que Dios les dio la tierra a los hijos de los hombres. La tragedia de la criatura humana es pensar que, porque Dios le confió la tierra, la tierra es suya. Entonces trabaja, lucha, conquista; acumula dinero, fama, poder y cultura y borra a Dios de su vida, se transforma en su propio dios, pero ignora que todo sucede porque Dios lo permite. Después de todo, fue él quien les dio la tierra a los hijos de los hombres, ¿o no?

Pero, "los cielos son de Yahweh", y desde allí Él controla el destino de las naciones y de las personas. Felices son los que tienen conciencia de esta verdad y entienden que por encima de la tierra están los cielos. Tú podrás decir: Haré esto hoy, y mañana aquello, pero si Dios no lo permite, no sucederá (Santiago 4:15).

La fortuna pasa, como pasó el poder, la fama y el dinero de aquellos hombres poderosos. La tierra se desgasta, envejece y muere, pero los cielos son eternos. ¡Ay de aquel que construye sus sueños y realizaciones basándose solamente en valores terrenales!

Dedica hoy unos momentos para mirar en dirección a los cielos. Observa la inmensidad del infinito y verás que tus conquistas y logros son insignificantes.

Al salir hoy a cumplir tus responsabilidades, o si te quedas en casa, piensa esto: "Los cielos son los cielos de Yahweh; y ha dado la tierra a los hijos de los hombres".
  
¡Gracia y Paz!

Camino a Jesús

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