Amantísimo Padre
celestial, gracias te doy el día de hoy por tu Gracia y Misericordia. Gracias por
enseñarme día con día la forma en que quieres que yo te agrade. Gracias por enseñarme
que así lo hizo el Rey David, quien conociendo profundamente tu corazón, te expresó:
“Señor, abre mis labios, y publicará mi boca tu alabanza. Porque no quieres
sacrificio, que yo lo daría; no quieres holocausto. Los sacrificios de Dios son
el espíritu quebrantado; al corazón contrito y humillado no despreciarás tú, oh
Dios”. Asimismo señor enséñame a buscar tu justicia, a amar la misericordia y a
humillarme ante ti. Así oh mi Dios, quiero sentir el anhelo de agradarte
siempre. Por favor dame discernimiento espiritual y un corazón humilde para
actuar en todo conforme a lo que a ti verdaderamente te complace. Todo te lo pido
en el nombre de Jesús, Amén.
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