Mateo 9:27-30
“Pasando Jesús
de allí, le siguieron dos ciegos, dando voces y diciendo: ¡Ten misericordia de
nosotros, Hijo de David! Y llegado a la casa, vinieron a él los ciegos; y Jesús
les dijo: ¿Creéis que puedo hacer esto? Ellos dijeron: Sí, Señor. Entonces les
tocó los ojos, diciendo: Conforme a vuestra fe os sea hecho. Y los ojos de
ellos fueron abiertos”.
Dice este pasaje
que mientras Jesús se dirigía a un cierto lugar le seguían dos ciegos, los
cuales le gritaban que tuviese misericordia de ellos. Aparentemente Jesús no se
detuvo a atenderlos en la calle. Quizás él estaba probando la fe de aquellos
hombres. ¿Desistirían ellos? ¿Se darían por vencidos si él no contestaba
inmediatamente su clamor? Esto hacemos muchas veces nosotros cuando no
recibimos inmediata respuesta de Dios. Nos llenamos de ansiedad, nos
desesperamos y decidimos no orar más y entonces tratamos de resolver el
problema nosotros mismos. Evidentemente no fue este el caso, y aquellos ciegos
persistieron y siguieron a Jesús hasta la casa a la que él se dirigía. Y allí
se acercaron al Señor, buscando la tan ansiada sanidad.
Este es el
primer paso: Venir a Jesús. Él hace una invitación en Mateo 11:28: “Venid a mí
todos los que estáis trabajados y cargados, y yo os haré descansar”.
Ciertamente aquellos ciegos estaban trabajados y cargados, tenían una inmensa
necesidad de salud física, y sabían que Jesús podía suplir esa necesidad y
darles la vista a sus ojos. De esta manera se encontraron frente a frente con
el Señor. Entonces Jesús les preguntó: “¿Creen ustedes que puedo sanarlos?”
¿Cuán importante es la respuesta a esta pregunta para obtener la tan ansiada
sanidad?
Sumamente
importante. La condición fundamental que nos muestra la Biblia para recibir las
bendiciones de Dios es creer. Empezando con nuestra salvación. Dice Juan 3:16:
“Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su hijo unigénito para
que todo aquel que en él cree no se pierda mas tenga vida eterna”. Y lo mismo
en toda petición que hagamos. Así lo manifiesta Jesús en Mateo 21:22: “Y todo
lo que pidiereis en oración, creyendo, lo recibiréis”.
Así que el
primer paso es venir al Señor. El segundo paso es creer que él puede resolver
nuestro problema. Aquellos ciegos contestaron: “Sí, Señor.” Sin duda Jesús vio
en el corazón de ellos una absoluta seguridad y sinceridad al contestar su
pregunta, pues inmediatamente les tocó los ojos y les dijo: “Conforme a vuestra
fe os sea hecho”. Y entonces, “los ojos de ellos fueron abiertos”. Y pudieron
ver.
“Conforme a
vuestra fe os sea hecho”. ¡Cuán importante es la fe! Con ella todo, sin ella
nada. “Sin fe es imposible agradar a Dios”, dice Hebreos 11:6. Sin duda fue el
poder del Señor quien sanó a los ciegos, pero es la fe la que mueve la mano de
Dios. Por medio de la fe el poder de Dios se manifiesta y las murallas son
derribadas, los mares son abiertos, las bocas de los leones son cerradas, el
mar embravecido es calmado, las tinieblas se convierten en luz resplandeciente,
las circunstancias cambian, la paz de Dios se revela y el lamento se convierte
en baile, dice el Salmo 30:11.
Cuando venimos
al Señor trayendo alguna petición, si él nos preguntara a cada uno de nosotros:
“¿Crees que puedo resolver tu problema?” ¿Qué responderías tú? ¿Crees tú en el
Dios todopoderoso? ¿De qué manera crees tú en Dios? Muchos dicen: “Yo creo en
Dios... a mi manera”. Pero sólo existe una manera verdadera de creer, y es la
que dice la Biblia.
Creer de todo corazón, con absoluta certeza de lo que se
espera, sin la más mínima duda de que Dios todo lo puede, que no hay nada
imposible para él. Él nos ama tanto que quiere lo mejor para nosotros. Dice el
apóstol Santiago que el que pida algo sin fe, dudando, que ni piense “que
recibirá cosa alguna del Señor” (Santiago 1:7).
¿Cómo está tu
fe? Mira tu corazón. ¿Hay ahí alguna duda de que el Señor puede resolver tu
problema? ¿O tienes la certeza de que Dios contestará tu oración conforme a su
perfecta voluntad y en su perfecto tiempo? No olvides que él “es poderoso para
hacer todas las cosas mucho más abundantemente de lo que pedimos o entendemos”
(Efesios 3:20). Solamente créelo de todo
corazón.
ORACIÓN:
Padre santo, te
doy gracias porque puedo venir a ti trayendo mis necesidades. Ayúdame a creer
de todo corazón, para poder esperar con toda seguridad que tú vas a suplir todo
lo que me falta conforme a tus riquezas en gloria. En el nombre de Jesús, Amén.
“Gracia y Paz”
Dios te Habla
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