Romanos 8:31-34
“¿Qué, pues,
diremos a esto? Si Dios es por nosotros, ¿quién contra nosotros? El que no
escatimó ni a su propio Hijo, sino que lo entregó por todos nosotros, ¿cómo no
nos dará también con él todas las cosas? ¿Quién acusará a los escogidos de
Dios? Dios es el que justifica. ¿Quién es el que condenará? Cristo es el que
murió; más aun, el que también resucitó, el que además está a la diestra de
Dios, el que también intercede por nosotros”.
En este pasaje,
el apóstol Pablo enfatiza fuertemente en la protección de parte de Dios con la
que contamos todos los que hemos recibido a Jesucristo como Salvador. “Si Dios
es por nosotros”, es decir, si Dios está de nuestra parte, en cualquier prueba
en que nos encontremos, cualesquiera sean las circunstancias, “¿quién contra
nosotros?” O sea, ¿quién puede hacernos daño? Absolutamente nadie. Si Dios
entregó a su Hijo por todos nosotros, “¿cómo no nos dará también con él todas
las cosas?” ¿Acaso es posible dudar del amor de Aquel quien dio a su Hijo con
el fin de librarnos de la condenación eterna? Y si nos ama tanto, siendo el
Dios de todo poder, ¿no nos ayudará y nos librará de todo mal?, (Salmo 37:40), ¿no
suplirá todas nuestras necesidades? (Filipenses 4:19), ¿no nos rodeará de su
favor? (Salmo 5:12).
Debemos vivir
convencidos de que, desde el momento en que recibimos a Cristo, fuimos “hechos
hijos de Dios” (Juan 1:12). Y por lo tanto contamos con toda la protección de
nuestro Padre celestial. Sin embargo, cuando no tenemos en cuenta esta verdad,
el diablo se aprovecha de nuestra ignorancia y trata de intimidarnos y
atemorizarnos por medio de sus artimañas. Y muchas veces lo logra, creando un
estado de ansiedad y temor en nuestras vidas.
Una pequeña
historia ilustra muy bien esta situación. Dice que una mariposa revoloteaba en
la parte interior de una ventana de cristal, nerviosamente yendo de un lado
para otro, mientras en el exterior un gorrión picoteaba en el vidrio tratando
de comérsela. Debido a que el gorrión estaba tan cerca de ella, la mariposa
estaba en total estado de pánico. El gorrión persistía en sus intentos de
devorar la mariposa, mientras ésta continuaba huyendo aterrorizada, sin darse
cuenta de que el cristal la protegía de las malas intenciones del pájaro. Esto
es básicamente lo que nos pasa a nosotros cuando no entendemos que nuestra
protección proviene del Dios todopoderoso.
El apóstol Pedro
en su primera carta exhorta a todos los creyentes a ser sobrios y velar “porque
vuestro adversario el diablo, como león rugiente, anda alrededor buscando a
quien devorar” (1 Pedro 5:8). Sin duda debemos estar alertas a las asechanzas
del diablo, pero al mismo tiempo confiados de que él no puede hacernos daño si
hemos velado y orado, y hemos buscado la protección del Señor. El rey David, a
través de su propia experiencia en su relación con Dios, afirma en el Salmo
91:1 que “el que habita al abrigo del Altísimo, morará bajo la sombra del Omnipotente”.
Si vivimos bajo el abrigo de Dios, es
decir si buscamos su rostro diariamente por medio de la oración , si leemos su
Palabra y la obedecemos ,
entonces podemos contar con su protección, y podemos afirmar que nada ni nadie
podrá hacernos daño, pues, como declara el pasaje de hoy, “si Dios es
por nosotros, ¿quién contra nosotros?”
Es maravilloso
poder aferrarnos de la poderosa verdad que nos muestra este pasaje: Victoria en
Cristo, quien murió, pero “que también resucitó, el que además está a la diestra
de Dios, el que también intercede por nosotros”; y a través del cual ha venido
la salvación, el poder, el reino y la autoridad divina. Pero debemos recordar que si queremos contar con la protección y el
poder de Dios, debemos vivir bajo la autoridad de su Hijo Jesucristo. Y
esto sólo podemos lograrlo estableciendo una íntima comunión con el Señor y
fortaleciendo nuestra fe por medio de la lectura de la Biblia y la oración cada
día de nuestras vidas.
ORACIÓN:
Padre, ayúdame a
vivir confiando en la protección que tu me das día con día. Permíteme entender la
necesidad de someterme a la autoridad y el control de tu Hijo Jesucristo, para
disfrutar de la victoria que él obtuvo en la cruz del Calvario. Hoy te pido que
tu Santo Espíritu me ayude a echar fuera de mi a todo espíritu de temor y que tu
protección y cuidado estén sobre mí y mi familia. En el nombre de Jesús, Amén.
“Gracia y Paz”
Dios te Habla
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