Juan 1:45-46
"Felipe
halló a Natanael, y le dijo: Hemos hallado a aquél de quien escribió Moisés en
la ley, así como los profetas: a Jesús, el hijo de José, de Nazaret. Natanael
le dijo: ¿De Nazaret puede salir algo bueno? Respondió Felipe: Ven y ve".
El pasaje de hoy
presenta una pregunta y una respuesta. Ambas provienen de hombres sinceros y de
buenos principios. Natanael, un hombre devoto; Felipe, un honesto discípulo de
Jesús. Pero Natanael reaccionó en este caso con prejuicio. Si Felipe le hubiera
dicho que Jesús venía de Roma o de Jerusalén, probablemente Natanael hubiera
reaccionado de manera diferente. Pero, ¿de Nazaret? ¿Podría salir algo bueno de
esa ciudad pequeña e insignificante?
Según el
diccionario, "prejuicio" es: "Juicio u opinión, generalmente
negativo, que se forma de antemano y sin el conocimiento necesario". La Biblia nos dice en Mateo
7:1: “No juzguéis, para que no seáis juzgados” Es decir, no debemos prejuzgar,
pues ni siquiera nos hemos tomado la molestia de reunir alguna información y
analizarla antes de llegar a una conclusión. Muchas veces hemos sido víctimas
de prejuicios, ya sea basados en nacionalidad, o raza, o sexo, o religión, o
edad. Otras veces hemos sido nosotros los que hemos actuado con prejuicio. De
cualquier manera el prejuicio es totalmente incorrecto, no agrada al Señor y
debemos evitarlo.
El prejuicio
tiene diferentes raíces. A veces tenemos prejuicios por ignorancia. No
conocemos el asunto, ni tampoco nos interesamos por saber. Simplemente
condenamos. Otras veces tenemos prejuicios porque fuimos educados así y las
tradiciones controlan nuestra manera de actuar. A veces, el prejuicio nace del
orgullo. Consideramos que nuestras opiniones son superiores a las de los demás,
y no estamos dispuestos a ceder ni un milímetro. También podemos actuar con
prejuicios porque no salimos del círculo de personas que piensan igual a
nosotros, y no damos valor a aquellos que piensan de manera diferente. Muchas
pueden ser las causas del prejuicio, pero una vez lo reconocemos debemos tratar
de eliminarlo de nuestras vidas.
¿Cómo podemos
eliminar el prejuicio? Felipe le dijo a Natanael: “Ven y ve”. O sea,
“Experimenta por ti mismo. Analiza y emite un juicio a partir de tu experiencia
personal y no a partir de lo que pensabas con anterioridad”. Cuando Natanael
llegó con Felipe adonde Jesús se encontraba, y tuvo la oportunidad de conocer
personalmente al Señor y escucharle hablar, entonces, dice Juan 1:49,
“Respondió Natanael y le dijo: Rabí, tú eres el Hijo de Dios; tú eres el Rey de
Israel”.
Trata siempre de
conocer a la persona por la que has sentido algún prejuicio. Muchas veces una
cierta actitud en una persona ha hecho que nos formemos un concepto equivocado
de ella, y después de un tiempo de tratarla nos hemos dado cuenta del error.
Quizás estaba pasando por una situación muy difícil, o quizás es muy tímida, o
tiene algún trauma psicológico por problemas de la niñez. En fin, puede haber
un sinnúmero de causas en el comportamiento de una persona que no tienen nada
que ver con sus principios, o sus sentimientos, o sus intenciones. Pero por
encima de todo esto envuélvete en el espíritu que nos describe Filipenses 2:3:
“Nada hagáis por contienda o por vanagloria; antes bien con humildad, estimando
cada uno a los demás como superiores a él mismo”. Actuando de esta manera
estarás rechazando todo prejuicio y permitiendo que el Espíritu Santo controle
tus emociones, tus pensamientos y tu manera de actuar.
Si te encuentras
en una situación en la que sientes que estás actuando con prejuicio, o si
sientes que alguien está actuando contigo prejuiciosamente, pide al Señor que
tome control de tu mente y tu corazón, y que te dé discernimiento espiritual
para identificar y rechazar todo concepto equivocado. Ora por esa persona, y
pide a Dios que te de la oportunidad de ministrarla en su nombre.
ORACIÓN:
Padre santo, te
ruego que eches fuera de mí todo prejuicio o concepto mal fundado que tenga yo
de las personas, y que tu Espíritu Santo me ayude a tratar a todos los que me
rodean con amor y humildad, estimándolos como superiores a mí. Que todos puedan
ver en mí el carácter y el corazón de Cristo. Te lo pido en el nombre de Jesús,
Amén.
“Gracia y Paz”
Dios te Habla
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