Salmo 104:24
“¡Cuán innumerables son tus
obras, oh Señor! Hiciste todas ellas con sabiduría; la tierra está llena de tus
beneficios”.
Ayer hablamos de esos miles de
millones de galaxias que pueblan el Universo. Pero lo infinitamente pequeño es
igual de prodigioso. ¡Un simple grano de sal contiene varios miles de millones
de átomos! Cada átomo puede ser comparado a un sistema solar en cuyo centro se
halla un núcleo solar. En torno al núcleo giran electrones a la velocidad de
unos 300,000 km .
por segundo. Una fuerza increíble une los protones y los neutrones que forman
el núcleo: es la energía nuclear.
¡Qué maravilla es la materia! Es
la energía concentrada. ¡Qué poder, qué dinamismo! ¡Todo lo que puedo ver es la
sede de un movimiento y de una energía increíbles! La Biblia nos dice: “Lo que se
ve fue hecho de lo que no se veía” (Hebreos 11:3). Al pensar en ello me quedo
sorprendido, maravillado. Sin embargo Dios, quien creó todo, es más poderoso,
más rico, más maravilloso que todo lo que puedo ver o imaginar.
Alguien escribió: «En efecto,
¿quién puede considerar lo que Dios hace sin llenarse de admiración? Es
grandioso contemplar el poder de un grano de trigo. ¡La mente atenta queda
fascinada! Pero como los hombres cesaron de considerar las obras de Dios, las
cuales deberían hacerles alabar cada día al Creador, Dios decidió, por así
decirlo, llevar a cabo una obra aún más extraordinaria para despertar a los
hombres que estaban como dormidos. Un hombre, Jesucristo, resucitó de entre los
muertos».
“Gracia y Paz”
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