Salmo 107:4-7
“Anduvieron perdidos por el
desierto, por la soledad sin camino, sin hallar ciudad en donde vivir.
Hambrientos y sedientos, su alma desfallecía en ellos. Entonces clamaron a
Jehová en su angustia, y los libró de sus aflicciones. Los dirigió por camino
derecho, para que viniesen a ciudad habitable”.
La vida espiritual de millones de
personas en este mundo se puede describir de manera similar a la situación de
la que nos habla este pasaje. Muchos están perdidos, caminan solos, como por un
desierto en el que no hallan sosiego ni descanso para sus almas. Tienen hambre
y sed espirituales y no saben qué hacer para saciarlas. Afortunadamente la Biblia nos enseña lo que
debemos hacer para conseguir la ayuda que necesitamos en esas circunstancias.
Los israelitas clamaron a Dios, y él “los libró de sus aflicciones”, y los guió
a un lugar donde pudieron descansar y saciar el hambre y la sed. ¡Qué alivio,
qué paz tan grande debieron haber sentido! Esta es la paz de Dios, que está
disponible para todos aquellos que claman a él de corazón.
Jesús hace una invitación similar
en Mateo 11:28: “Venid a mí todos los que estáis trabajados y cargados, y yo os
haré descansar. Llevad mi yugo sobre vosotros, y aprended de mí, que soy manso
y humilde de corazón; y hallaréis descanso para vuestras almas; porque mi yugo
es fácil, y ligera mi carga”. Aquí Jesús se dirige a aquellos que están
fatigados, que llevan cargas pesadas sobre sus espaldas, a los que les faltan
las fuerzas, quienes están llenos de ansiedad y angustia, y les promete que si
vienen a él les dará descanso, no solamente físico, sino un descanso mucho más
profundo y duradero, descanso para el alma. E igualmente sin condiciones de
ningún tipo, sólo confiar que él puede cumplir esa promesa y aceptar la invitación.
Dios tiene grandes planes para la
vida de sus hijos, y si confiamos en el poder, el amor y la misericordia de
nuestro Padre celestial debemos estar seguros de que él va a llevar a cabo sus
planes, aunque en ocasiones nos parezca imposible. Jeremías 29:11 dice: “Porque
yo se muy bien los planes que tengo para ustedes, dice el Señor, planes de
bienestar y no de calamidad, a fin de darles un futuro y una esperanza”. Y más
adelante por medio del mismo profeta Jeremías, Dios nos dice: “He aquí que yo
soy Jehová, Dios de toda carne; ¿habrá algo que sea difícil para mí?” (Jeremías
32:27).
El apóstol Pablo creyó las
promesas de Dios de todo corazón, y con absoluta autoridad dijo que, aun en
medio de difíciles pruebas, “somos más que vencedores por medio de aquel que
nos amó” (Romanos 8:37). Es decir, la victoria ya es nuestra porque Cristo la
obtuvo en la cruz del Calvario, ocupando nuestro lugar. Lo único que tenemos
que hacer es creerlo y manifestarlo en el nombre de Jesucristo.
Si hoy te sientes sin fuerzas, si
tu estado de ánimo está “por el suelo”, si las cargas “te aplastan”, recuerda
que delante de ti tienes una invitación del Dios todopoderoso, quien te ama y
desea enderezar tu camino y guiarte a un lugar de descanso, de paz y
tranquilidad espiritual. Sólo tienes que confiar y clamar a él. Niégate con
todas tus fuerzas a aceptar las razones que el enemigo ponga delante de ti.
Recházalas en voz alta en el nombre poderoso de Jesucristo. Ten la absoluta
seguridad que él te responderá y tu vida cambiará radicalmente.
ORACIÓN:
Amoroso Padre celestial, Dios de
amor y de misericordia, hoy clamo a ti en busca de fuerzas, de paz, de descanso
para mi alma confiando en que tú eres el único que puede responderme y darme
todo lo que yo necesito en este momento de prueba. Te lo pido en el nombre de
Jesucristo, Amén.
“Gracia y Paz”
Dios te Habla
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