Gálatas 5:17
“Porque el deseo de la carne es
contra el Espíritu, y el del Espíritu es contra la carne; y éstos se oponen
entre sí, para que no hagáis lo que quisiereis”.
Convertirse en hijo de Dios
significa cambios en nuestra vida. Dios mismo, a traves de su Santo Espíritu,
hace la labor de hacernos sentir que las prácticas de antes deben ser evitadas
con la nueva vida, y nuevas prácticas las deben reemplazar.
Eric trabajaba en un taller y era
su costumbre llevarse cosas chicas como pernos y clavos para algún proyecto que
tenía en casa. Lo hacía a escondidas del patrón y sus “robos” nunca eran cosas
grandes. Solamente sacaba lo que necesitaba en el momento. Para él, era lo más
natural llevarse cositas hasta que un día después de echar unos tornillos al
bolsillo, parecía que los tornillos eran más pesados que antes. Eric no podía
explicarse por qué. Antes de ir a la casa en la tarde, vaciaba su bolsillo precisamente
en el momento en que el patrón entró al taller y lo vio. Hubo una explicación
que no pasó a mayores. En casa, Eric se dio cuenta de la razón porque se sentía
molesto consigo mismo por los tornillos.
El Espíritu Santo viene a morar
en nosotros cuando nos convertimos a Cristo. Parte de su obra es enseñarnos la honradez
como parte de la vida cristiana. Pablo escribió a los Tesalonicenses “que os conduzcáis
honradamente para con los de afuera” (1 Tesalonicenses 4:12). El Espíritu hizo su obra en Eric. El robo es un acto
pecaminoso y el Espíritu no lo puede tolerar. El Espíritu toma la iniciativa y
ejerce su poder deseando que el hijo de Dios haga lo que es agradable a Dios.
Él es en contra de los deseos de la carne y presiona con suavidad esperando que
cedamos a su dirección y control. Como una voz suave, como una brisa leve,
trata de impedir las faltas que la carne nos induce a cometer. Espera que nos
sometamos a Él.
Todo poder espiritual que
experimentamos en la vida, cada victoria ganada, cada pensamiento santo,
proviene del Espíritu. El Espíritu no busca solamente sumisión pasiva a su
voluntad, sino una respuesta activa a su control y guía. Equivale a andar con
propósito en el camino correcto indicado por el Él. Pablo escribió: “Andad en
el Espíritu, y no satisfagáis los deseos de la carne. … Si vivimos por el
Espíritu, andemos también por el Espíritu” (Gálatas 5:16, 25).
“Gracia y Paz”
Palabras de Vida
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