Comenzando con este artículo, me
gustaría tratar el tema de la tentación, su procedencia y cómo enfrentarla. Por
tentación aquí me refiero a las trampas e intrigas que tienen, de una u otra
manera, el propósito de desarraigar a alguien de su fe u ocasionarle que se
vuelva “inactivo” o infructífero. Por tanto, las pruebas a que este artículo se
refiere tienen que ver con las intrigas contra la fe. Estas no son pruebas
hechas con buenas intenciones para revisar o desarrollar a quien las recibe, al
estilo de los maestros que se las aplican a sus alumnos y por los padres a sus
hijos. Por el contrario, las tentaciones, las situaciones a las que nos
referimos en este artículo, son trampas cuyo propósito es la destrucción de
quien cae en ellas.
¿Por qué digo eso? ¡Porque son
muchos los que lanzan en un mismo saco todas las pruebas (mal y bien
intencionadas), atribuyéndoselas sin distinción alguna a Dios! Entonces, de
acuerdo con este punto de vista: ¿Alguien tuvo un accidente automovilístico? ¡Una
prueba del Señor! ¿Alguien es perseguido por su fe? Una prueba del Señor.
¿Alguien cayó en una trampa por sus deseos carnales? ¡De nuevo… es el Señor
quien lo está probando al poner tal situación en su camino! Esta percepción es
completamente antibíblica y por tanto, inaceptable. Incluso es una difamación en
contra de quien se dice: “De tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su
Hijo unigénito, para que todo aquel que en Él cree no se pierda, sino que tenga
vida eterna.” (Juan 3:16) y en acusarle a Él por cualquier prueba y tentación
que se atraviese en nuestro camino. ¿Quién va a querer tener realmente una relación
con un Dios tan contradictorio, que, por una parte, da a Su Hijo por la gente
pero que, por la otra, tienta con tantas cosas malévolas a la misma gente a
quien supuestamente Él ama tanto? Contradictorios y bizarros son todos esos
puntos de vista y no Dios, tal y como Él es revelado en la Biblia , que con toda
claridad nos dice:
Santiago 1:13
“Cuando alguno es tentado no diga que es tentado de parte de Dios,
porque Dios no puede ser tentado por el mal ni él tienta a nadie”.
¿A cuántos ha tentado Dios con el
mal? ¿Qué nos dice al respecto La
Biblia , Su Palabra? ¡A NADIE!
¿Dios prueba a Su gente? Sí, pero
no con el mal. En vez de eso, Él nos prueba de la misma forma como un maestro
examina a sus alumnos y como los padres lo hacen con sus hijos. Veamos por
ejemplo la siguiente prueba de Jesús a Felipe, uno de los 12:
“Cuando alzó Jesús los ojos y vio
que había venido a él una gran multitud, dijo a Felipe: ¿De dónde compraremos
pan para que coman estos? Pero esto decía para probarlo, porque él sabía lo que
iba a hacer. Felipe le respondió: --Doscientos denarios de pan no bastarían
para que cada uno de ellos tomara un poco. Uno de sus discípulos, Andrés,
hermano de Simón Pedro, le dijo: --Aquí hay un muchacho que tiene cinco panes
de cebada y dos pescados; pero ¿qué es esto para tantos? Entonces Jesús dijo:
--Haced recostar a la gente. Había mucha hierba en aquel lugar, y se recostaron
como en número de cinco mil hombres” (Juan 6:5-10).
Jesús no le hizo la pregunta a
Felipe porque Él no supiera la respuesta, sino para probarlo mediante esta
pregunta. La palabra griega traducida aquí como “poner a prueba”, es la misma
que casi en todos lados se traduce como “tentar”. Pero obviamente esto no fue
una tentación como tal, sino que fue una prueba como la que un maestro, tal y
como lo es Jesús, haría a sus discípulos. ¡Él les preguntaría cualquier cosa,
no necesariamente porque Él no supiera la respuesta, sino porque Él quiere
descubrir si ellos la conocen! Es una prueba hecha con buenas intenciones y no
una tentativa con el propósito de dañar. Tales pruebas, como las del padre al
hijo y del maestro al alumno, son las que Dios nos pone a nosotros. A
propósito, como es obvio por las respuestas, Felipe y Andrés no pasaron la
prueba.
“Gracia y Paz”
Verdades Bíblicas
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