Génesis 14:19-20
“Y le bendijo, diciendo: Bendito
sea Abram del Dios Altísimo, creador de los cielos y de la tierra; y bendito
sea el Dios Altísimo, que entregó tus enemigos en tu mano. Y le dio Abram los
diezmos de todo”.
A través de las Sagradas
Escrituras vemos que Dios siempre se ha revelado a su pueblo mostrando su
gracia y su misericordia en diferentes circunstancias y con diferentes nombres.
Los nombres de Dios revelan quien es él y lo que él puede hacer en determinadas
situaciones en favor del que le ama. Por ejemplo, en Génesis 22 vemos a Jehová
JIREH (Dios proveerá); Éxodo 15: Jehová RAFA (Dios Sanador); en el pasaje de
hoy, Abram estaba conociendo a Jehová como “el Dios Altísimo” (Jehová ELYON) en
una circunstancia especial de su vida. Con el fin de que la fe de Abram
creciera, Dios quería enseñarle algo que nosotros también necesitamos aprender
para vivir en victoria cada día de nuestras vidas.
Básicamente, esta revelación de
Dios como el Altísimo significa en primer lugar que Jehová Dios está por sobre
todos los demás dioses. De igual manera él está por sobre todos nuestros
problemas y dificultades y tiene todo el poder y la sabiduría para ayudarnos a
resolverlos. Aunque las circunstancias adversas “digan” lo contrario, Dios es
más poderoso que ellas. Él puede cambiarlas en un instante de manera que nos
favorezcan a nosotros. Aunque el diagnóstico del médico sea pesimista, nuestro
Dios está sobre toda palabra humana y puede enviar su sanidad. Si una relación
no anda bien, Dios tiene el poder de obrar en corazones llenos de resentimiento
y transformarlos, y llenarlos de su paz, y restaurar esa relación. Aunque la
situación económica sea sumamente mala, él puede resolverla pues él es el dueño
del oro y la plata y de todas las riquezas del mundo (Hageo 2:8). El es el Rey
y Señor del Universo y está por sobre todas las cosas. No existe nada en este
mundo que esté por encima del “Dios Altísimo”. La seguridad absoluta en este
concepto diferencia a los que viven sobre las dificultades de la vida de
aquellos que sucumben bajo la presión de los problemas.
Cuando el rey David era un
jovencito, su padre le asignó la tarea de cuidar sus ovejas. Día tras día,
noche tras noche, él cumplió sus responsabilidades con mucha dedicación. Sin
duda en muchas ocasiones David se recostaría sobre la hierba para contemplar la
inmensidad del cielo, el sol, las nubes. Por la noche, la luna y las estrellas
le parecerían tan cercanas que casi podría alcanzarlas, mientras hablaba al
Dios de sus padres. Así se inspiró al escribir: “Los cielos cuentan la gloria
de Dios, y el firmamento anuncia la obra de sus manos” (Salmo 19:1). La
enormidad de la creación lo cautivaba tanto que el joven David instintivamente
sabía que Dios lo había creado todo y que él podía confiar en el “Dios
Altísimo” con toda su vida.
Dios recompensó esa confianza
librándolo en muchas ocasiones de situaciones muy difíciles. Por eso, justo
antes de enfrentarse al gigante Goliat, David pudo decirle al rey Saúl: “Tu
siervo era pastor de las ovejas de su padre; y cuando venía un león, o un oso,
y tomaba algún cordero de la manada, salía yo tras él, y lo hería, y lo libraba
de su boca; y si se levantaba contra mí, yo le echaba mano de la quijada, y lo
hería y lo mataba. Fuese león, fuese oso, tu siervo lo mataba; y este filisteo
incircunciso será como uno de ellos, porque ha provocado al ejército del Dios
viviente. Añadió David: Jehová, que me ha librado de las garras del león y de
las garras del oso, él también me librará de la mano de este filisteo” (1
Samuel 17:34-37). Poco después aquel enorme gigante estaba muerto a los pies
del joven pastor de ovejas. No por sus fuerzas, sino por la fuerza y el poder
del Dios todopoderoso.
Debes comenzar cada día con este
pensamiento de fe: ¡Mi Dios está por sobre todos mis problemas y dificultades,
y él tiene el poder para convertirlas en bendiciones para mi vida! Si ponemos
nuestra confianza en el “Dios Altísimo”, su manto de protección nos cubrirá. De
esta manera lo declara la
Biblia en el Salmo 91:1: “El que habita al abrigo del
Altísimo morará bajo la sombra del Omnipotente”.
ORACIÓN:
Gracias Dios mío por cambiar mi
perspectiva de la vida. Ahora sé que cuando confío en ti puedo enfrentarme a
todas las dificultades que se presenten con la absoluta seguridad de que tú
estás por encima de todas ellas. ¡Te alabo porque tú eres mi Dios Altísimo! En
el nombre de Jesús, Amén.
“Gracia y Paz”
Dios te Habla
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