miércoles, 9 de enero de 2013

¿CÓMO PUEDO AFINAR MI OÍDO ESPIRITUAL?



Juan 10:22-28
“Celebrábase en Jerusalén la fiesta de la dedicación. Era invierno, y Jesús andaba en el templo por el pórtico de Salomón. Y le rodearon los judíos y le dijeron: ¿Hasta cuándo nos turbarás el alma? Si tú eres el Cristo, dínoslo abiertamente. Jesús les respondió: Os lo he dicho, y no creéis; las obras que yo hago en nombre de mi Padre, ellas dan testimonio de mí; pero vosotros no creéis, porque no sois de mis ovejas, como os he dicho. Mis ovejas oyen mi voz, y yo las conozco, y me siguen, y yo les doy vida eterna; y no perecerán jamás, ni nadie las arrebatará de mi mano”.

En una ocasión un joven se acercó a un renombrado profesor de música, y le dijo: “Profesor, yo llevo mucho tiempo tratando de aprender a tocar la guitarra pero apenas he progresado. Tengo amigos que tienen un oído tan fino que escuchan una canción solamente una vez y pueden tocarla, y lo hacen muy bien. ¿Existe algún ejercicio o alguna técnica que yo pueda utilizar para mejorar mi oído?” El profesor le contestó: “Práctica, muchacho, mucha práctica”.

Un viejo refrán dice: “La práctica hace al maestro”. Ciertamente la práctica es muy importante en todos los aspectos de la vida. Aun los animales, por medio de la práctica desarrollan un buen oído. En los tiempos de Jesús, a través del trato diario, los pastores llegaban a tener tal relación con sus ovejas que las llamaban por nombre y éstas entendían. Las ovejas de un redil eran capaces de reconocer la voz de su pastor por encima de las voces de otros pastores cuyos rediles apacentaban en los alrededores.

Jesús usa esta alegoría para contestar la pregunta que le hacen los judíos en el pasaje de hoy. Se estaba celebrando en Jerusalén la fiesta de la dedicación, y mientras Jesús caminaba por el pórtico de Salomón se le acercaron unos cuantos judíos, los cuales le preguntaron: “¿Hasta cuándo nos turbarás el alma? Si tú eres el Cristo, dínoslo abiertamente.” En otras palabras: “¿Hasta cuándo nos vas a tener en suspenso? Si tú eres el Mesías, dínoslo claramente." Sin duda había dos posibles razones detrás de esta pregunta. Estaban aquellos genuinamente interesados en conocer la verdad; estaban deseosos de saber si por fin había llegado el Mesías prometido. Pero también estaban los que querían hacer caer a Jesús en una trampa para que dijera algo que después ellos pudieran tergiversar y usar para acusarlo ante las autoridades religiosas.

Jesús les contestó que ya él se los había dicho, pero que ellos no creían. No sólo lo había afirmado con palabras, sino también por medio de sus obras, o sea las señales y los milagros que hacía en nombre del Padre, los cuales pasaban desapercibidos a aquellos que tenían sus ojos ciegos y sus oídos sordos. “Vosotros no creéis, porque no sois de mis ovejas”, les dice el Señor. “Mis ovejas oyen mi voz, y yo las conozco, y me siguen”. He aquí la gran diferencia: sus ovejas, aquellas cuyo corazón estaba dispuesto a creer, escucharon su voz y le siguieron porque su oído espiritual estaba afinado, y fueron receptivas a su mensaje de salvación. A estas, les dice Jesús, “yo les doy vida eterna; y no perecerán jamás, ni nadie las arrebatará de mi mano”.

Nuestro Padre celestial anhela comunicarse con sus hijos y vivir en comunión con ellos. Para ello él nos habla constantemente de diferentes maneras, principalmente a través de su Palabra, pero también se comunica desde su Espíritu a nuestro espíritu. Si queremos escuchar su voz tenemos que afinar nuestros oídos espirituales. Para ello debemos buscar su rostro en oración cada día, leer su Palabra, meditar en ella y esforzarnos en aplicarla en nuestro diario vivir.

Cuando hagamos de esto un hábito día tras día de nuestras vidas, nuestro oído espiritual se irá afinando y seremos capaces de escuchar claramente la voz de nuestro Señor y reconocerla en medio de tantas otras voces que vienen del mundo, y del enemigo de nuestras almas. Cuando escuchemos su voz, y le sigamos disfrutaremos de todas sus promesas y sus bendiciones.

ORACIÓN:
Bendito Padre celestial, por favor ayúdame a hacer todo lo necesario para afinar mi oído espiritual, de manera tal que cuando tú me hables yo pueda reconocer tu voz, y aumenta mi fe para obedecer tus instrucciones siempre. Te lo pido en el nombre de Jesús, Amén.

“Gracia y Paz”
Dios te Habla

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