Jonás 1:1-3
“Vino palabra de Jehová a Jonás
hijo de Amitai, diciendo: Levántate y ve a Nínive, aquella gran ciudad, y
pregona contra ella; porque ha subido su maldad delante de mí. Y Jonás se
levantó para huir de la presencia de Jehová a Tarsis, y descendió a Jope, y
halló una nave que partía para Tarsis; y pagando su pasaje, entró en ella para
irse con ellos a Tarsis, lejos de la presencia de Jehová”.
A través de la televisión, el
radio, los periódicos, a diario nos enteramos de acontecimientos que nos
indican que cada vez hay más corrupción y perdición en el mundo. Violaciones,
asesinatos, drogas, abuso de niños, etc. son noticias diarias y cada vez más
frecuentes. Oímos de padres que matan a sus hijos. Hijos que matan a sus
padres. Vemos niños de doce o trece años que asesinan a sus maestros porque
éstos los disciplinaron. Y nos preguntamos: “¿Adonde vamos a parar?” Cientos de
años antes de Jesucristo, Dios le dijo a Jonás, refiriéndose a la gran ciudad
de Nínive: “Pregona contra ella porque ha subido su maldad delante de mí”. En
otras palabras, “Ve y predica allí porque el pecado y la corrupción van de mal
en peor”.
El propósito de Dios sigue siendo
el mismo de aquellos tiempos: salvación para la humanidad, avivamiento
espiritual, transformar vidas, traer la luz a todos aquellos que no le conocen.
Y el método que Dios usa para alcanzar a los que viven en pecado es también el
mismo: sus hijos. Dice el pasaje de hoy: “Vino palabra de Jehová a Jonás...”
¿Qué es lo primero que hace Dios cuando decide traer la salvación a una o más
personas? Llama a otra persona. Dios en su inmensa sabiduría, en su infinito
amor ha determinado que para traer bendición, para traer avivamiento y
salvación a este mundo perdido va a usar al hombre.
En el plan de Dios para la
salvación del mundo, cada uno de nosotros tiene un papel muy importante. ¿Cómo
reaccionamos nosotros ante esta responsabilidad que el Señor ha puesto en nuestras
manos? ¿Cómo reaccionó Jonás? Dios le dijo: “Ve a Nínive”. Y Jonás partió para
Tarsis, en dirección opuesta. Dios le indicó una dirección. Jonás se dirigió en
dirección contraria. ¿Por qué Jonás decidió huir en lugar de obedecer las
instrucciones de Dios? Podríamos mencionar tres posibles razones:
Primera: Indiferencia.
No conozco a nadie allí. A mí que
me importa Nínive. ¿Te resulta familiar? ¡Qué me importa ese vecino! ¡Que me
importa ese compañero de trabajo! Es su problema. Suficientes problemas tengo
yo. Lo cierto es que Dios sí se preocupa por esos que no le conocen. La
indiferencia es uno de los pecados más comunes entre los cristianos.
Segunda: Desacuerdo con la voluntad de Dios.
En Nínive vivían los asirios.
Estos eran enemigos acérrimos de los judíos. Todo el mundo los odiaba. Jonás no
quería ni acercarse a ellos. ¿Estás tú siempre de acuerdo con la voluntad de
Dios? Probablemente no. Pero una cosa es no estar de acuerdo con Dios y otra
cosa es desobedecer a Dios. ¿Cómo puedo llamarle a Dios Señor si cada vez que
no me gusta su voluntad le digo que no? Así dice Jesús en Lucas 6:46: “¿Por qué
me llamáis, Señor, Señor, y no hacéis lo que yo digo?” No podemos esperar vivir
una vida victoriosa haciendo nuestra voluntad y no la voluntad del Señor.
Tercera: Temor al fracaso.
Jonás temía que después de
advertir al pueblo de Nínive sobre el castigo de Dios por su maldad, el Señor
en su inmensa misericordia los perdonara y entonces él haría el ridículo (Jonás
4:2). ¿Cuántas veces nos cohibimos de hablarle a alguien del Señor por temor a
fracasar? O que se burlen de nosotros. O que no nos hagan caso. Dios desea que
seamos parte de su plan redentor y salvador. Entonces él hará su voluntad.
Pero, ¿qué puedo hacer para
hablarles a otros del Señor? Es posible que no tengas un título en Teología, o
que no te conozcas toda la
Biblia de memoria, pero si tienes un corazón dispuesto a
obedecer, el Señor puede hacer grandes cosas contigo. Lo primero que tienes que
hacer es orar pidiendo a Dios que te llene del Espíritu Santo y que te use como
instrumento eficaz en sus manos. Entonces disfrutarás del gozo y la bendición
de ser parte del gran plan de salvación para este mundo corrupto.
ORACIÓN:
Padre santo, te ruego me uses para llevar a otros las buenas nuevas de
salvación y vida eterna. Capacítame y lléname de tu Santo Espíritu para ser un
instrumento en tus manos que honre y glorifique tu nombre. Por Cristo Jesús te
lo pido, Amén.
“Gracia y Paz”
Dios te Habla
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