Filipenses 4:13
“Todo lo puedo en Cristo que me fortalece”.
Todos hemos querido en alguna
ocasión darnos por vencidos, hablo de esos momentos en donde pareciera que es
más fácil rendirnos en lugar de seguir luchando con algo que no está bajo
nuestro control y que por más que insistamos no vemos una respuesta.
A veces pareciera que se nos
olvida rápidamente lo que Dios sí ha hecho en nuestra vida y permitimos que de
un momento a otro un sentimiento de derrota inunde nuestro ser provocando que
nuestros pensamientos se llenen de puras frases y palabras que lejos de
alentarnos nos terminan de desanimar aun más.
Estar parado allí, en ese
momento, donde las fuerzas parecieran que se acabaron, en donde por alguna
razón queremos rendirnos y no seguir luchando, es uno de los momentos más duros
que experimentamos.
Pero a pesar de todo esto, hay
algo que me llama la atención, y es que siempre que un sentimiento de derrota
inunda nuestra vida y los deseos de rendirnos aparecen, Dios se las ingenia y
de alguna manera hace que recobremos esa fuerza que hace momentos creíamos no
tener.
Personalmente recuerdo muchos
momentos en donde sentía que ya no podía más, en donde parecía que era más
fácil darme por vencido que seguir luchando, en donde las fuerzas se me habían
acabado y en donde me encontraba solo con el Señor, a punto de colgar los
guantes, de decirle que ya no podía, ni quería más seguir luchando.
Pero en cada momento de esos, en
cada situación en donde quise rendirme, Dios siempre se las ingeniaba y
provocaba en esa habitación un ambiente diferente, mi habitación se llena de su
presencia, podía sentir su abrazo y aquel hombre que estaba a punto de
rendirse, ahora lloraba como un niño, mientras su Padre lo abraza con ternura y
le decía: “¡Claro que puedes, eres mi hijo!”
Sentir la presencia de Dios en
esos instantes, era una de las mejores experiencias que he sentido en mi vida
cristiana, cada vez que quería rendirme, Dios me hacía sentir que no estaba
solo, que Él estaba a mi lado.
Quizá los últimos días un
pensamiento o sentimiento de derrota ha estado inundando tu mente y tu ser,
puede ser que sientas en este momento que es más fácil rendirte que seguir
luchando, quizá sientas que aunque quieras seguir, ya no puedes, que todo está
acabo, que todo está perdido.
Pero hoy quiero invitarte a hacer
algo diferente, ve a un lugar a solas, en donde no haya nadie más, quizá en
este momento pueda que estas solo en esa habitación, oficina o en el lugar que
estés.
Quiero que sepas, que Dios conoce
el sentimiento que en esta hora te embargar, quiero que sepas que a Dios no se
le ha escapado ningún detalle de tu vida, y aunque en este momento te sientas
solo y olvidado, no lo estas, porque Dios está allí mismo junto a ti y Él aun
no ha terminado contigo.
Dios sabe lo mal que la estas
pasando, Él sabe que sientes que ya no tienes más fuerzas para seguir luchando,
pero a pesar de ello, Él sigue creyendo en que lo vas a lograr, no por lo que
en este momento sientas, sino porque Él lo hará en tu vida.
Cierra tus ojos allí donde estas,
deja que Dios te abrace fuertemente, deja que Él te haga sentir lo importante
que eres para Él, permite que te susurre al oído y te diga: “¡Claro que puedes,
eres mi hijo o eres mi hija!”
Si vas llorar como un niño
delante de Él, hazlo, porque mientras lo hagas Dios te abrazara mas
fuertemente, te hará sentir suyo, acariciara tu cabeza y mientras limpia las
lagrimas de tu rostro, te dirá:
“¡Claro que puedes, porque YO
estoy contigo!”
2 Timoteo 1:7
“Porque no nos ha dado Dios
espíritu de cobardía, sino de poder, de amor y de dominio propio”.
“Gracia y Paz”
Aliento Diario
No hay comentarios:
Publicar un comentario