"¿Quién es el hombre que
teme al Señor? Él le enseñará el camino que ha de escoger".
Desde muy temprano en nuestra
vida hasta la vejez nos encontramos en un continuo proceso de tomar decisiones.
Muchas de las decisiones que tomamos son simples y poco trascendentales, pero
hay algunas que son complejas, difíciles y muy serias, y traerán consecuencias
que afectarán profundamente nuestras vidas y las de otras personas que tienen
alguna relación con nosotros. Ante la necesidad de tomar una decisión
importante, siempre se aconseja reunir la mayor cantidad posible de información
acerca de la situación, meditar detenidamente en las cosas positivas o
negativas que puedan resultar de la decisión, y después de pensarlo muy bien
entonces decidir lo que se va a hacer. Pero aún así no hay ninguna garantía de
que los resultados van a ser los mejores. Lo cierto es que prácticamente cada
decisión que tomamos es un riesgo que corremos, simplemente porque nuestra
capacidad mental es muy limitada, y no somos capaces de ver más allá del minuto
en que estamos viviendo.
Sería maravilloso que, al
encontrarnos en una encrucijada en la vida, pudiésemos conocer con certeza cuál
es el camino que debemos tomar para tener éxito. Sin embargo, el único que
tiene este conocimiento es Dios en su infinita omnisciencia. Él todo lo sabe,
el pasado, el presente y el futuro. Su conocimiento es perfecto en todos los
sentidos. Ciertamente sería fantástico poder contar con él al momento de tomar
una decisión, ¿verdad que sí? Pues bien, en el pasaje de hoy el salmista afirma
que Dios siempre está dispuesto a darnos una dirección clara en relación a cada
circunstancia de la vida. Dice que el Señor nos enseñará el camino que hemos de
escoger. Pero para esto, se requiere una condición: temer al Señor.
No se refiere el salmista a ese
sentimiento de miedo que provoca el deseo de huir de alguna persona, animal o
cosa. Es más bien un temor santo y reverente hacia Dios y su Palabra. Es
reconocer profunda y genuinamente la majestuosidad y soberanía de aquel quien
es Rey de reyes y Señor de señores. Es estar consciente del amor tan grande de
Dios, manifestado en el sacrificio de su Hijo. Es sentir en el corazón una
mezcla de sincero amor, ternura y respeto por nuestro Padre celestial. Es un
profundo deseo de agradarle en todo y tratar de no ofenderle en nada. Cuando
sentimos este temor, dice la Biblia, el Señor nos guiará, y nos enseñará el
camino que debemos seguir, nos mostrará la decisión que debemos tomar. Dice
Proverbios 1:7: "El principio de la sabiduría es el temor de Jehová".
Y el Salmo 112:1 declara que "bienaventurado es el hombre que teme al
Señor, y en sus mandamientos se deleita en gran manera".
La Biblia nos muestra muy
claramente el secreto del éxito en cada decisión que tenemos que tomar.
Mantengamos una actitud reverente y de entrega incondicional a Dios.
Escudriñemos su Palabra buscando en ella sabiduría de lo alto. Lleguémonos al
Señor en oración pidiendo su dirección y esperemos en él. Unámonos al espíritu
del salmista al orar a Dios: "Muéstrame, oh Señor, tus caminos; enséñame
tus sendas. Encamíname en tu verdad, y enséñame, porque tú eres el Dios de mi
salvación; en ti he esperado todo el día" (Salmo 25:4, 5).
¿Te encuentras en medio de una
situación difícil? ¿Tienes que tomar una decisión importante? Examina tu
corazón y analiza tu actitud hacia Dios a la luz de la enseñanza de hoy. Ya
sabes que el Señor desea lo mejor para ti. Él quiere enseñarte el camino que te
va a llevar al éxito. Acércate a él en oración y pídele que te muestre ese
camino.
ORACION:
Mi bendito Padre celestial, te
doy gracias por tu amor y tu deseo de enseñarme el camino que debo tomar para
triunfar en esta vida. Por favor, pon en mí un espíritu de temor y reverencia
para poder adorarte como tú mereces, y revélame claramente tu voluntad en la
decisión que tengo que tomar. En el nombre de Jesús, Amén.
“Gracia y Paz”
Dios Te Habla
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