“Y todo lo que hagáis, hacedlo de
corazón, como para el Señor y no para los hombres; sabiendo que del Señor
recibiréis la recompensa de la herencia, porque a Cristo el Señor servís”.
Dios nos manda en su Palabra a
servir a los demás. Sin embargo, habrán personas que les será difícil cumplir
esta orden.
Afortunadamente, una definición
bíblica sobre el servicio puede ayudarnos a obedecer la orden del Señor, no
importa quién pueda ser el beneficiado. La razón es que es Dios a quien
servimos realmente.
Si tenemos esta motivación en
todo lo que hacemos, eso repercutirá en la calidad de nuestro trabajo y evitará
que nos desanimemos. Entonces, cualquiera que sea nuestra tarea --dirigir un
negocio, enseñar niños, o hacer algo que parece poco atractivo-- si nuestro
propósito es glorificar a Dios, daremos lo mejor de nosotros con su poder. Y
esperaremos confiadamente en que Él nos utilizará para sus propósitos, aunque
la tarea que hagamos nos parezca sin fruto a nosotros o los demás.
Cuando yo era niño, tenía que
despertarme antes del amanecer para repartir periódicos. Aun bajo lluvia o
nieve, tenía que hacer el trabajo, y eso era duro para mí. Entonces el Señor
puso en mi corazón que yo no estaba simplemente llevando periódicos a gente de
mi ciudad, sino que estaba sirviéndole a Él. Al entender más esta verdad, despertarme
y trabajar era algo que podía hacer con un propósito. En verdad, no siempre
tenía ganas de enfrentar el trabajo, pero mis sentimientos ya no eran
importantes. Estaba sirviendo a mi Creador.
No importa lo que Dios nos pida
que hagamos, podemos obedecer con gozo si lo hacemos para el Señor Jesús. Si
esta es nuestra motivación, no necesitaremos la aprobación del mundo. Solo
necesitaremos saber que Dios está complacido, y que promete recompensar a
quienes le sirven (Hebreos 11:6).
“Gracia y Paz”
Meditación Diaria
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