Una ayuda idónea significa una
ayuda adecuada. La palabra “ayuda” significa exactamente lo que dice y ocurre
en muchas partes del Antiguo Testamento, como por ejemplo en el nombre
Eben-ezer, el cual significa Piedra de Ayuda. Pero, ¿qué significa una ayuda
“idónea” o “adecuada”?
La idea fundamental es de dos
cosas que corresponden una a otra. Física y mentalmente, el hombre y la mujer
son partes de una misma entidad, aunque pueden existir en forma separada.
Los colores del arco iris son
distintos y poseen sus cualidades individuales, pero todos ellos son necesarios
para producir la perfecta luz blanca de donde proceden. Así es el matrimonio:
cada cónyuge encuentra en el otro aspectos de su ser que son una fuente de
maravilla y deleite. Dios nos hizo así. Estos son los ingredientes
fundamentales de la forma de compañerismo que llamamos el matrimonio.
La mayoría de las parejas se
casan teniendo grandes expectativas para su matrimonio. Saben que muchos
matrimonios han fracasado y un buen número de los que perduran no son felices.
Sin embargo, creen que su matrimonio será diferente porque se aman de verdad.
De modo que comienzan su matrimonio con grandes expectativas pero a menudo, en
poco tiempo, estas se tornan en frustraciones. El matrimonio que ellos estaban
tan seguros había sido hecho en el cielo cae estrepitosamente a tierra; las
estrellas que tenían en sus ojos se transforman en arena; el encanto es ahora
desilusión.
¿Qué ocurrió?
Ninguno de los dos había
aprendido a conducir sus vidas personales o su matrimonio de acuerdo a la Palabra de Dios.
Dios ha provisto información y
dirección específica sobre el propósito del matrimonio y las distintas pero
complementarias responsabilidades de las personas que lo componen. Dios ha dado
responsabilidades tanto a la esposa como al marido. Cuando dos personas
conocen, aceptan, y cumplen las diferentes pero complementarias
responsabilidades, se estimula la unidad en el matrimonio. Por el contrario,
cuando el marido y la mujer no comprenden o no cumplen con las
responsabilidades que Dios les ha dado se produce gran confusión y frustración.
Dios creó a la mujer para ser
ayuda del hombre. Sin la mujer, el hombre aun en su perfección estaba
incompleto.
Dios creó a la mujer para ser una
ayuda idónea. Ninguno de los animales podían proveerle al hombre la ayuda que
necesitaba. Sólo la mujer podía hacer eso. “El que haya esposa halla el bien, y
alcanza la benevolencia de Jehová” (Proverbios 18:22). “Mujer virtuosa, ¿quién
la hallará? Porque su estima sobrepasa largamente a la de las piedras
preciosas. El corazón de su marido está en ella confiado, y no carecerá de
ganancias” (Proverbios 31:10-11).
Dios creó a la mujer para
corresponder al hombre. Ella es similar al hombre pero algo diferente. Es el
complemento del hombre, no su copia en carbón. Es para el hombre lo que una
llave para un cerrojo y lo que una película para una máquina fotográfica,
indispensable “Pero en el Señor, ni el varón es sin la mujer, ni la mujer sin
el varón” (1 Corintios 11:11).
De acuerdo con las Escrituras, la
esposa fue creada para llenar las necesidades, las faltas, la incapacidad de su
marido. Fue creada para ser la ayuda singular de su marido. Le ha de dar «bien
y no mal todos los días de su vida» (Proverbios 31:12). Deberá ser como vid
fructífera en la casa de su marido (Salmo 128:3). Debe ser “una carne” con su
esposo y esto solo ocurrirá en la medida que acepte y cumpla con el rol que
Dios dispuso para ella en el matrimonio.
“Gracia y Paz”
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