“¿A dónde me iré de tu Espíritu? ¿Y a dónde huiré de tu presencia? Si
subiere a los cielos, allí estás tú; Y si en el Seol hiciere mi estrado, he
aquí, allí tú estás”.
Salmo 139:13
“Porque tú formaste mis entrañas; Tú me hiciste en el vientre de mi
madre”.
Check Montague estaba
sometiéndose a una extensa serie de tratamientos en un centro contra el cáncer
lejos de casa. Luego sus tratamientos se vieron abruptamente interrumpidos por
otra enfermedad médica. Pero Dios contestó a la oración y eliminó el problema.
Posteriormente, cuando Chuck dio testimonio en su iglesia una vez de vuelta en
casa, habló de su gratitud por las oraciones del pueblo de Dios y las verdades
de Su Palabra que le habían ministrado tanto a él como a su esposa, Janet.
A veces, Chuck se había
preguntado si sobreviviría o no. Ese pensamiento le llevó a las Escrituras y
leyó cuidadosamente el Salmo 139. Su atención se centró en el versículo 16, el
cual dice: «Mi embrión vieron Tus ojos, y en Tu libro estaban escritas todas
aquellas cosas que fueron luego formadas, sin faltar una de ellas». Antes de
nuestra creación, el Señor «escribió» todas nuestras cosas. «Mi espíritu fue
confortado al saber que mi vida está en las manos de Dios», dijo Chuck. «Cada
botella de leche o cada lata de atún tiene una fecha de vencimiento. Bueno, yo
también.... El tiempo de Dios es el mejor».
Al sufrir enfermedades o al
envejecer, naturalmente pensamos más en la muerte. Si somos creyentes en
Cristo, podemos estar confiados en que la muerte es una puerta abierta a la
vida eterna con Jesús. Junto con el salmista David, nos consuela la verdad de
que el Dios que nos ama conoce nuestra «fecha de vencimiento».
El tiempo de Dios es perfecto
-incluso en la muerte.
Lectura: Salmos 139:7-18
“Gracia y Paz”
Nuestro Pan Diario
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