lunes, 18 de junio de 2012

¿CÓMO ES TU VIDA DE ORACIÓN?


Salmo 5:1-3
"Escucha, oh Señor, mis palabras; considera mi gemir. Está atento a la voz de mi clamor, Rey mío y Dios mío, porque a ti oraré. Oh Señor, de mañana oirás mi voz; de mañana me presentaré delante de ti, y esperaré."

A través de toda la Biblia, hay una constante exhortación a buscar a Dios por medio de la oración. Por ejemplo, en 2 Crónicas 7:14, Dios le dice al rey Salomón: “Si se humillare mi pueblo, sobre el cual mi nombre es invocado, y oraren, y buscaren mi rostro, y se convirtieren de sus malos caminos; entonces yo oiré desde los cielos, y perdonaré sus pecados, y sanaré su tierra”. Y en Jeremías 29:12 el Señor dice: "Entonces me invocaréis, y vendréis y oraréis a mí, y yo os oiré". En el Nuevo Testamento, 1 Tesalonicenses 5:17 nos exhorta de la siguiente manera: "Orad sin cesar". En su carta a los efesios, el apóstol Pablo los anima a orar en todo tiempo. Dice Efesios 6:18: “Orando en todo tiempo con toda oración y súplica en el Espíritu, y velando en ello con toda perseverancia y súplica por todos los santos". Y en Colosenses 4:2, Pablo escribe: "Perseverad en la oración, velando en ella con acción de gracias". Y hasta el mismo Jesús se levantaba muy temprano a orar. Dice Marcos 1:35: “Levantándose muy de mañana, siendo aún muy oscuro, Jesús salió y se fue a un lugar desierto, y allí oraba”. Y así en infinidad de pasajes bíblicos leemos acerca de la invitación de Dios a comunicarnos con él por medio de la oración.

Descubrir los beneficios espirituales de la oración puede ayudarte a entender las grandes cosas que se pueden lograr al tener una comunicación íntima y frecuente con Dios. Veamos algunos de estos beneficios:

Primero, la oración profundiza nuestra relación con Dios y nos ayuda a conocer su carácter y el amor tan grande que siente por nosotros. Cuando lleguemos a disfrutar plenamente nuestro tiempo de oración, recibiremos muchas bendiciones. Dice el Salmo 37:4: "Deléitate asimismo en el Señor, y él te concederá las peticiones de tu corazón."

Segundo, la oración purifica nuestras vidas. Al confesar nuestros pecados y traerlos a los pies del Señor, nuestra mente y corazón pueden ser liberados de culpas y ataduras del pasado que afectan nuestra vida presente.

Tercero, la oración nos ayuda a confiar en Dios como nuestro proveedor. Al igual que sólo confiamos las cosas verdaderamente importantes a aquellos amigos con los que tenemos una relación íntima y un trato frecuente y profundo, en el aspecto espiritual mientras más conocemos a Dios más confianza tendremos en él, y más creeremos en sus promesas, y más bendiciones recibiremos de él, como declara Mateo 21:22: "Y todo lo que pidiereis en oración, creyendo, lo recibiréis".

Finalmente, la oración constante nos lleva a crecer y a madurar espiritualmente. Mientras más tiempo invertimos en relacionarnos con Dios, más preparados estamos para enfrentar las tormentas que azotan nuestras vidas y para ayudar a otros que no conocen la fuente de amor y de poder que es nuestro Señor.

Quizás tu primera conversación con Dios empezó cuando niño al orar junto a tu cama. Tal vez aprendiste el Padre Nuestro en la clase bíblica. O a través de tu vida, ya sea leyendo la Biblia o por medio de diferentes personas has escuchado acerca de la importancia de orar a Dios. Pero, ¿cómo te sientes realmente sobre tu vida de oración? ¿Tienes separado un tiempo todos los días para orar? ¿Es algo que haces apresuradamente o realmente disfrutas el conversar con tu Padre celestial?

Si tú reconoces en este momento que tu vida de oración es mediocre, pídele a Dios que ponga en tu corazón fervor y pasión por buscar su rostro diariamente y deleitarte en su presencia. Entonces haz tú el esfuerzo de separar un tiempo todos los días, preferiblemente temprano en la mañana, para leer la Biblia y orar. Pronto experimentarás el precioso beneficio espiritual de estar compartiendo en la intimidad con tu Padre celestial.

ORACIÓN:
Mi amante Padre que estás en los cielos, reconozco mi frialdad y mi indiferencia en mantener una comunicación frecuente contigo. Te ruego pongas en mí el deseo de buscar tu rostro cada día y de disfrutar plenamente ese tiempo en tu santa presencia. En el nombre de Jesús, Amén.

“Gracia y Paz”
Dios te Habla

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