Gálatas 2:19
“Porque yo por la ley soy muerto á la ley, para vivir á Dios”.
La meta de Dios para nuestra
conducta es perfección. No puede aceptar unas pocas mentiras, un poquito de
odio, o un poco de pecado. La ley de Dios demanda nuestra obediencia completa,
pero ya que somos rebeldes, extraviados, y pecaminosos, la ley solo puede
enseñar nuestros defectos y condenarnos. Así es que por la ley, somos
condenados. “Pero ya cumplido el tiempo, Dios mandó a su hijo, nacido de mujer
y nacido bajo la ley, parar redimir a los que estaban bajo la ley”, Gal.4:4.
“Porque lo que era imposible para la ley, por cuanto era débil por la carne,
Dios, enviando a su Hijo en semejanza de carne de pecado y a causa del pecado,
condenó al pecado en la carne, para que la justicia de la ley se cumpliese en
nosotros, que no andamos conforme a la carne, sino conforme al Espíritu”
Romanos 8:3.
Cristo es nuestro sustituto. En
la cruz del Calvario, Dios colocó sobre él nuestros pecados, y colocó la
justicia de Cristo sobre nosotros. Damos gracias al Padre, al Hijo y al
Espíritu Santo. La eternidad no nos basta para cantarles alabanzas.
“Gracia y Paz”
Un Versículo de la Biblia cada Día
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