¿Te sientes abrumado y sin fuerzas?
2 Corintios 1:8-11
“Porque hermanos, no queremos
que ignoréis acerca de nuestra tribulación que nos sobrevino en Asia; pues
fuimos abrumados sobremanera más allá de nuestras fuerzas, de tal modo que aun
perdimos la esperanza de conservar la vida. Pero tuvimos en nosotros mismos
sentencia de muerte, para que no confiásemos en nosotros mismos, sino en Dios
que resucita a los muertos; el cual nos libró, y nos libra, y en quien
esperamos que aún nos librará, de tan gran muerte; cooperando también vosotros
a favor nuestro con la oración, para que por muchas personas sean dadas gracias
a favor nuestro por el don concedido a nosotros por medio de muchos."
El apóstol Pablo describe, en
su segunda carta a los Corintios, el punto al cual le llevaron a él y sus
compañeros las difíciles circunstancias que encontraron en su viaje misionero a
Asia. Dice que fueron "abrumados sobremanera". Ciertamente era una
situación desesperada la que Pablo describe.
Todos hemos pasado por
situaciones en las que nada parece salir bien, las dificultades nos aplastan y
nos sentimos atribulados y agobiados. No importa que tan "fuertes"
creamos que somos, todos experimentamos tiempos de desaliento muy cercanos a la
derrota. Es entonces cuando nos damos cuenta que somos débiles e incapaces.
Esto les sucedió a Pablo y sus colaboradores. La experiencia de ellos puede
resultarnos muy valiosa.
Desde su encuentro con Jesús
en el camino a Damasco, Pablo dedicó toda su vida a servir al Señor, por lo que
los ataques y las persecuciones eran parte de su diario vivir. Pero por medio
del poder del Espíritu Santo él fue capaz de salir airoso en las más terribles
de las situaciones y hasta sentir gozo en medio de afrentas y sufrimientos de
todo tipo. Pablo fue apedreado, golpeado, ridiculizado, falsamente acusado,
torturado y encarcelado, pero nunca quitó sus ojos de su Señor y guía, y en su
poder siempre encontró fortaleza, como declarara en Filipenses 4:13: "Todo
lo puedo en Cristo que me fortalece."
No existe una situación en la
vida de una persona que pueda ser excepción a esta declaración de Pablo. Todo,
absolutamente todo lo podemos vencer con la ayuda del Señor, quien nos
fortalece. Dios nunca dice: “Ríndete” o “Vas a ser derrotado”. Todo lo contrario,
la Biblia nos afirma que “somos más que vencedores” por medio de Cristo
(Romanos 8:37). Cristo obtuvo la victoria para que nosotros la disfrutemos, en
todas las circunstancias. Aún en las malas tenemos que tener la seguridad de
que la victoria es nuestra, simplemente estamos en un proceso que Dios
considera necesario que pasemos, para que le conozcamos a él y dependamos de
él, de la misma manera que hicieron Pablo y sus compañeros, según nos cuenta el
pasaje de hoy.
Más adelante en esta misma
carta a los Corintios, el apóstol Pablo escribe acerca de lo que él llamó
"el aguijón en mi carne" (2 Corintios 12:7). Muchos comentaristas
bíblicos difieren en cuanto a lo que era ese “aguijón” al que Pablo se refiere,
pero todos coinciden en que era algo que le molestaba, le causaba dolor o
sufrimiento, y clamaba a Dios para que lo librara. La respuesta del Señor fue
la graduación de Pablo en el proceso de aprendizaje: “Bástate mi gracia; porque
mi poder se perfecciona en la debilidad”. La reacción de Pablo fue inmediata,
declarando: “Por lo cual, por amor a Cristo me gozo en las debilidades, en
afrentas, en necesidades, en persecuciones, en angustias; porque cuando soy
débil, entonces soy fuerte”.
¿Las cosas te van de mal en
peor? ¿Las circunstancias te abruman? ¿Sientes que te faltan las fuerzas? No
existe un momento más apropiado para que Dios manifieste su poder en tu vida.
Acércate a él, confiesa tu debilidad y tu incapacidad de triunfar sin su ayuda.
Declara con fe y con toda autoridad: “Todo lo puedo en Cristo que me
fortalece.” El Señor acudirá en tu ayuda, su poder se manifestará plenamente y
tú disfrutarás de una victoria total y absoluta.
ORACION:
Padre santo, confieso que
muchas veces trato de obtener el triunfo con mis propias fuerzas. Por favor, ayúdame
a reconocer mi incapacidad y mi debilidad, y acudir a ti en busca de tu
fortaleza, para que tu poder se perfeccione en mi debilidad. Gracias porque
todo lo puedo en Cristo. En su santo nombre, Amén.
“Gracia y Paz”
Dios te Habla
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