NI ANTES… NI DESPUÉS
Levítico 26:4
“yo daré vuestra lluvia en su tiempo, y la tierra rendirá sus productos, y el árbol del campo dará su fruto”.
Una de las mayores dificultades que tenemos los creyentes es entender como son nuestros tiempos y como son los tiempos de Dios, que raramente coinciden.
Esta falta de armonía entre nuestras necesidades, que evidentemente están relacionadas con nuestro concepto del tiempo, nos generan grandes tensiones y presiones.
Es fundamental comprender que nuestra condición de seres finitos se opone radicalmente con la condición de eternidad de Dios, por lo que nosotros no sabemos manejar una escala de tiempo inalcanzable para los humanos.
Como podemos armonizar los tiempos personales con los tiempos de Dios? Esta es la gran cuestión que debemos resolver desde la perspectiva de nuestra fe y no de nuestro entendimiento.
Los seres humanos tenemos limitadas capacidades para muchas cosas, entre ellas para establecer una relación de un tiempo que se termina con un tiempo que no se termina nunca.
Seamos sabios y comencemos a valorar cada minuto que se nos concede de vida, sabiendo que es absolutamente irrepetible cada segundo que dejamos atrás y que no hemos utilizado correctamente.
De allí que nuestra condición del tiempo, debe entenderse desde la perspectiva que nada ocurre sin que se encuentre bajo la Voluntad Soberana de Dios y por tanto nada ocurrirá antes… ni nada después.
“Gracia, Misericordia y Paz”
Publicado por: Carlos Martínez
Tomado de: Diego Acosta García
(Séptimo Milenio)
No hay comentarios:
Publicar un comentario