El
Dios Verdadero Vs. el dios Riquezas
Mateo 6:19-21
“No acumulen para sí tesoros en
la tierra, donde la polilla y el óxido destruyen, y donde los ladrones se meten
a robar. Más bien, acumulen para sí tesoros en el cielo, donde ni la polilla ni
el óxido carcomen, ni los ladrones se meten a robar. Porque donde esté tu
tesoro, allí estará también tu corazón.”
Hoy en día existe un gran afán
por conseguir dinero y riquezas. Es lo que el hombre llama éxito. El hombre no
se conforma con lo que tiene y siempre quiere más y más. Para el hombre, la
felicidad se alcanza sólo si se tiene dinero. Un punto de vista racional y
equilibrado del dinero nos dirá que es algo necesario, pero que no lo es todo.
Recientemente hemos vista
noticias de artistas famosos, con un gran estatus económico, que han acabado
con sus vidas suicidándose o por las drogas y el alcohol. Esto nos hace pensar
que el dinero no puede llenar el vacío que ellos tienen en su corazón y que
sólo puede llenar Jesús. La verdadera felicidad es aquella que sólo nos la
puede dar el Rey de Reyes y Señor de Señores: Jesucristo. Él dice: "Venid
a mí todos los que estáis trabajados y cargados y yo los haré descansar […], y
llevad mi yugo sobre vosotros, porque mi yugo es fácil y ligera mi carga"
(Mateo 11:28-30).
Sabes amado amigo(a), hermano(a),
ni Bill Gates puede decir que es feliz aunque así lo parezca, él necesita a
Jesús así como tú y como yo. Recordemos al rico Zaqueo, un acaudalado
recaudador de impuestos, que vivía en tiempos de Jesús (Lucas 19:1-10): este
quería ver a Jesús cuando pasaba muy cerca de su casa. Sin importar el qué
dirán, se subió a un árbol, pues era de poca estatura, y Jesús lo vio.
Inmediatamente, le pidió que bajara y le dijo que necesitaba posar en la casa
de él.
¡Qué gran privilegio el de aquel
hombre!. Al llegar a casa, Zaqueo le dijo a Jesús que se arrepentía por haberle
robado a la gente y que él lo recompensaría todo, devolviéndole a cada uno
cuatro veces más de lo hurtado. Jesús le respondió: “Hoy ha venido la salvación
a esta casa”. ¡Qué gran día fue ese en la vida de aquel hombre!.
De igual forma, te digo que en
esta vida lo más importante no son las riquezas materiales sino las
espirituales, las que podamos cosechar en el reino de Dios. Conclusión: ¡Amemos
más a Dios que a las riquezas y él nos añadirá todas las cosas que necesitemos.
Él cuida de nosotros. Amén!
“Gracia y Paz”
(Sixyel Castañeda)
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