AGRADAR A DIOS
Salmo 149:4
“Porque el Señor se complace en
su pueblo; a los humildes concede el honor de la victoria.”
Nuestra condición humana nos hace
adoradores. Adoramos muchas cosas del mundo y nos embobamos con cosas
superfluas que nos llevan a nada, que son efímeras y transitorias. Pronto nos
aburrimos de poseerlas y queremos nuevas cosas para volver a adorar.
Agradar a Dios se conoce como “la
verdadera adoración.” El propósito primario de la vida debiera ser “agradar a
Dios” y todo lo que hagas debiera ser para complacerlo a Él, como en un acto de
adoración. La adoración no es lo que hacemos con nuestros labios: es lo que
hacemos con nuestra vida. Todas nuestras acciones, los cantos, las oraciones y
las alabanzas son en vano, si no van unidas a un cambio y compromiso personal.
No hay lugar para espectadores en la adoración. La adoración pasiva es una
incongruencia. La verdadera adoración es ofrecer nuestra vida para agradar a
Dios. En el nombre de Jesús, amén y amén.
“Gracia y Paz”
Pan de Vida
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