¡El gozo de la
Resurrección!
1 Corintios 15:12-19
“Ahora bien, si se predica que Cristo ha
resucitado de entre los muertos, ¿cómo dicen algunos entre vosotros que no hay
resurrección de muertos? Y si no hay resurrección de muertos, entonces ni
siquiera Cristo ha resucitado; y si Cristo no ha resucitado, vana es entonces
nuestra predicación, y vana también vuestra fe. Aún más, somos hallados
testigos falsos de Dios, porque hemos testificado contra Dios que él resucitó a
Cristo, a quien no resucitó, si en verdad los muertos no resucitan. Pues si los
muertos no resucitan, entonces ni siquiera Cristo ha resucitado; y si Cristo no
ha resucitado, vuestra fe es falsa; todavía estáis en vuestros pecados.
Entonces también los que han dormido en Cristo han perecido. Si hemos esperado
en Cristo para esta vida solamente, somos, de todos los hombres, los más dignos
de lástima”.
La base fundamental del plan de salvación de Dios es la
resurrección de Jesucristo de los muertos. Sin ella, la estructura completa del
plan divino se desmorona. Si Cristo no hubiera resucitado, la predicación del
Evangelio sería totalmente vana, afirma el apóstol Pablo en el pasaje de hoy,
es decir, no tendría ningún fundamento. Pero, gracias a este maravilloso
milagro, hoy podemos predicar las buenas noticias de una verdadera esperanza
más allá de la muerte física.
Las buenas nuevas del Evangelio son que Cristo murió por
nuestros pecados, y que resucitó.
La resurrección de Cristo es la prueba de que su muerte pagó todos nuestros
pecados. Romanos 6:23 dice que “la paga del pecado es muerte, mas la dádiva de
Dios es vida eterna en Cristo Jesús Señor nuestro”. Si Cristo hubiese pagado
por todos los pecados de la humanidad excepto uno, no hubiese podido resucitar,
porque un pecado hubiese sido suficiente para mantenerlo en la tumba. Pero su
resurrección fue prueba de que había pagado el precio completo de la redención
de la humanidad. Cuando Jesús dijo: “Consumado es” (Juan 19:30), su obra fue
completada. Dios quedó satisfecho y dio prueba de la culminación de su plan
resucitándolo de entre los muertos.
La Biblia dice en Hebreos 12:2 que Jesús, “por el gozo
puesto delante de él sufrió la cruz, menospreciando el oprobio, y se sentó a la
diestra del trono de Dios”. Es decir, nuestro salvador soportó el sufrimiento y
la humillación de la cruz porque estaba seguro del resultado final, de la
victoria que Dios le daría después, del gozo indescriptible de la resurrección.
Puesto que Cristo no permaneció en la tumba sino que conquistó la muerte con su
resurrección, podemos vivir en el gozo constante de una salvación completa
provista por un Redentor resucitado,
vivo y que volverá otra vez.
Sin embargo de alguna manera, el enemigo, aún así
derrotado, se las arregla en ocasiones para confundirnos y quitar de nosotros
el gozo que debíamos sentir en todo momento en nuestros corazones,
independientemente de las circunstancias que nos rodeen. Sin duda el factor
principal es la falta de conocimiento, el que no entendemos en toda su
profundidad el significado de la muerte y resurrección de Jesucristo y su
correspondiente victoria.
Aún cuando las cosas no estén marchando bien, y las
circunstancias que nos rodeen en un momento determinado sean negativas, debemos
estar gozosos. El apóstol Pablo exhortó a la iglesia de Filipo de esta manera:
“Regocijaos en el Señor siempre. Otra vez digo: ¡Regocijaos!” (Filipenses 4:4).
¡Y Pablo estaba preso en una cárcel romana, en medio de terribles condiciones!
Cuando te sientas triste, enfoca tu pensamiento en el aspecto temporal de tu
situación y en la victoria eterna que ha sido asegurada a los que han creído en
Jesucristo. Piensa en lo que nos dice Pablo: “Pues tengo por cierto que las
aflicciones del tiempo presente no son comparables con la gloria venidera que
en nosotros ha de manifestarse” (Romanos 8:18).
Hagamos de la resurrección de Cristo un símbolo de
victoria en nuestras vidas, buscando cada día el rostro de quien ocupó nuestro
lugar en la cruz del calvario, ofreciendo su vida para que nosotros podamos
disfrutar de vida eterna. ¡A Él sea la gloria y el imperio por los siglos de
los siglos. Amén!
ORACION:
Bendito Padre celestial, gracias una vez más por
Jesucristo y la victoria de la resurrección. Ayúdame a entender en toda su
magnitud el significado de esta victoria y a aplicarla en mi vida cada día,
para poder disfrutar de tu gozo en todas las circunstancias imaginables. Por
Cristo Jesús, Amén.
“Gracia y Paz”
Dios te Habla
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