¿Tratas a los demás como superiores a ti?
Filipenses 2:3-4
“No hagan nada
por egoísmo o vanidad; más bien con humildad, considerando a los demás como
superiores a ustedes mismos. Cada uno debe velar no sólo por sus propios
intereses sino también por los intereses de los demás”.
En este pasaje el
Señor nos exhorta a tener una buena relación con los que nos rodean y nos da
una clave para lograrlo: “Trátalos como si fueran superiores a ti”. Por regla
general nos resulta fácil tratar con respeto a nuestros superiores en rango ya
sea en el trabajo, en la escuela, en la iglesia, en el campo militar o en
cualquier otra área en la que esté claramente definido el “nivel” de cada uno.
Sin embargo hay una tendencia a no ser tan respetuosos y amables con aquellos
que son considerados “inferiores” ya sea en educación, cultura, posición social
o económica, etc. En estas situaciones debemos manifestar humildad y darles a
ellos un lugar preferente. Esto no es fácil, pero si hacemos el esfuerzo y actuamos
de esta manera veremos una gran mejoría en nuestras relaciones con los demás.
Generalmente
pensamos en nosotros mismos primero y ponemos a todos los demás en segundo
lugar. Esto se llama "egoísmo". El egoísmo es la raíz de los males de
este mundo. Si Adán y Eva hubieran pensado en agradar y obedecer a Dios antes
que satisfacer sus propios deseos, la historia de la humanidad se hubiera
escrito de una manera completamente distinta.
Cuando
estudiamos Gramática en la escuela, aprendimos a conjugar los verbos siguiendo
este orden: Yo, tú, él, etc. Esta secuencia es un reflejo de la manera en que
actuamos en la vida. La Biblia
nos enseña una Gramática totalmente diferente. Primero está “él” (Dios), en
segundo lugar "tú" (el prójimo) y por último "yo". Si
empezamos a aplicar esta Gramática celestial en nuestras vidas y conjugamos los
verbos, es decir, si actuamos siguiendo estas reglas nuestras prioridades
cambiarán y empezaremos a obtener frutos y bendiciones que antes no veíamos.
Jesús nos dice en Marcos 10:31, que “muchos primeros serán postreros, y los
postreros, primeros”. Cuando hacemos un esfuerzo por actuar humildemente y nos
situamos detrás de los demás, muchas veces el Señor se encargará de movernos a
los primeros lugares.
Cuando un
fariseo intérprete de la ley, tratando de tentar a Jesús le preguntó: “Maestro,
¿cuál es el gran mandamiento en la ley?” (Mateo 22:36), el Señor le contestó:
“Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu
mente. Este es el primero y grande mandamiento”. Y continuó Jesús: “Y el
segundo es semejante: Amarás a tu prójimo como a ti mismo.” Primero Dios,
después tu prójimo, y por último tú. Esta es la enseñanza que Jesús dio a los
fariseos. De ella debemos aprender nosotros.
Cuando ponemos a
Dios en primer lugar en nuestras vidas estamos renunciando a la manera fácil
que nos dicta nuestra naturaleza pecaminosa; es decir estamos negándonos a
nosotros mismos, muriendo a los deseos de la carne. Dice Mateo 6:33: “Mas
buscad primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas os
serán añadidas”. Una vez el Señor ocupe el primer lugar en nuestros corazones,
no solamente esta promesa será una realidad en nuestras vidas y él suplirá
todas nuestras necesidades, sino que el amor y la paz de Dios harán que nos
resulte mucho más fácil amar y respetar a nuestro prójimo.
Recordemos
siempre y pongamos en práctica la
Gramática celestial: Él, tú y yo. Consideremos a los demás
como superiores a nosotros, y el nombre de Dios será glorificado a través de
nuestro testimonio, y como resultado seremos abundantemente bendecidos.
ORACIÓN:
Bendito Dios, te
pido perdón por mis actitudes egoístas, porque aún, en muchas cosas, yo quiero seguir
siendo el primero. Dame un espíritu de gratitud para ponerte en primer lugar en
mi vida, por encima de todo lo que ahora resulta más importante para mí. Y también
pon humildad y servidumbre en mí espíritu para que yo pueda tratar a los demás como
superiores a mí mismo. En el nombre de Jesús, Amén.
“Gracia y Paz”
Dios te Habla
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