Proverbios 4:23
Sobre toda cosa guardada, guarda tu corazón;
Porque de él mana la vida.
La obediencia se deriva de un verbo muy complicado de cumplir para muchos. Basta
ponerse a pensar cuantas veces hemos desobedecido, ¿te acuerdas de alguna falta grave que haya marcado tu vida? Creo
que ni deseos dan que vuelva a pasar… ¿verdad?
Para nosotros como hijos de Dios, lo más doloroso es haberle fallado a
nuestro Padre Celestial. Para los que aún siguen desobedeciendo a Dios se ha
vuelto su deporte favorito.
El capítulo 4 de proverbios son consejos que David le daba a su hijo
Salomón. Para David lo mas importante era enseñar a su hijo a cuidar su
corazón. Porque sería la fuente de su vida. Ahora la pregunta para nosotros es ¿Qué
tanto cuidamos nuestro corazón? ¿Qué cosas dejamos que entren en él?
Como Cristianos debemos de hacer un análisis de lo que entra diariamente a
la fuente de nuestra vida. Porque lo que tenemos guardado es lo que expresamos,
la misma Palabra nos dice: “porque de la abundancia del corazón habla la boca” (Lucas
6.45b). En nuestras vidas nuestra fuente debe estar llena de la Palabra de Dios, para
cuando vengan los problemas, de nuestra fuente pueda brotar fe y confianza,
entre otros. Cuando permitimos que cosas vanas entren a nuestra vida, ellas
toman mucha fuerza, y terminamos haciendo a un lado a Dios, y nuestra manera de
hablar comienza a cambiar. Cuantas veces tú has sentido deseos de ya no ir a tu
iglesia, o cuantas veces has querido dejar tu cargo en tu iglesia. Cuando
surgen esos sentimientos es porque sin darnos cuenta estamos permitiendo que el
enemigo meta cosas negativas a nuestra fuente. Por eso David fue muy sabio al
darle ese consejo a Salomón. Nuestro corazón es un elemento tan importante, que
es el principio de donde se toman las decisiones más importantes de nuestra
vida.
Cuida tu fuente, porque allí permanece todo lo que tú vas guardando
conforme vas creciendo en tu vida. Entre más te alimentes de la palabra de
Dios, y busques de estar más tiempo con El. Tu fuente tendrá las fuerzas
suficientes para superar toda dificultad que estés pasando; o cuando te
encuentres deprimido, tu fuente te recordará que Dios está contigo. No
descuides tu fuente, debes estar pendiente de lo que entra. Tú decides que es
lo que puede o no entrar. Tú tienes la última palabra. En economía nos enseñan,
“que hay que pensar con la cabeza y no con el corazón, pero en Cristo, hay que
pensar con el corazón y no con la cabeza”.
¿Porque? Porque la mente cuestiona muchas cosas a Dios, y llega un
momento que perdemos nuestra fe. Pero cuanto lo hacemos con el corazón, no hay
ningún cuestionamiento, sino que todo lo hacemos con fe y con seguridad, porque
estamos convencidos que nuestro Dios es suficiente en nuestra vida, y no
necesitamos de nadie más, solo de la
Palabra de nuestro Padre Celestial.
“Gracia y Paz”
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