3 Juan 1-2
"El anciano a Gayo, el
amado, a quien amo en la verdad. Amado, yo deseo que tú seas prosperado en
todas las cosas, y que tengas salud, así como prospera tu alma"
Indudablemente una de las
doctrinas que más han revolucionado en los últimos años dentro de muchas iglesias
carismáticas, y que los predicadores avaros han sabido aprovechar muy bien, es
el tema de la “prosperidad”.
La prosperidad, en sentido
general, es una de las cosas más anheladas por el ser humano. Cuando se trata
del aspecto económico, podemos asegurar que a nadie le gusta vivir en pobreza y
escasez. Nuestra naturaleza humana tiende a no conformarse con menos que la
abundancia y la prosperidad. Por esta razón el ser humano lucha con todas sus
fuerzas y recursos por progresar en el aspecto económico. También hay
preocupación por prosperar o mejorar en el aspecto físico. La apariencia física
ocupa un lugar importante en las prioridades de la mayoría de las personas, de
ahí la enorme variedad de dietas para perder peso, gimnasios, cremas y otros
tantos medios de embellecimiento. Y cuando hay alguna enfermedad, la
preocupación es entonces prosperar en el aspecto de la salud.
En el pasaje de hoy, parte de su
tercera epístola, el apóstol Juan se dirige a Gayo, un amigo muy amado, al cual
muestra el afecto propio de un verdadero pastor y maestro. Juan está preocupado
tanto por la prosperidad y la salud física de su discípulo como por su salud
espiritual. Por eso le dice: “Yo deseo que tú seas prosperado en todas las
cosas, y que tengas salud”. Y entonces añade: “así como prospera tu alma".
Juan sabía por experiencia propia que la prosperidad, ya sea material o física,
depende fundamentalmente de cómo prospera el aspecto espiritual. Y la
prosperidad del alma sólo se alcanza cuando le entregamos nuestra vida a
Cristo. Allí comienza a edificarse el fundamento de una prosperidad estable y
permanente. Es decir, si NO solucionamos primero el problema de nuestra pobreza
espiritual, todo lo que prosperemos en otras áreas no tendrá un buen
fundamento.
La prosperidad material puede
perderse en cualquier momento. Un mal negocio, un robo, un incendio o la
pérdida de todos los bienes nos pueden dejar en la calle. La prosperidad física
nadie la tenemos garantizada. Si hoy nos despertamos con salud ha sido por la
gracia de Dios. Uno puede comprar un buen seguro médico y medicinas pero no la
prosperidad física. Tenemos, pues, que entender que la prosperidad en la que
todo ser humano necesita enfocarse en primer lugar es la prosperidad
espiritual, la cual es eterna y es la base para la verdadera felicidad. Jesús
dijo a sus discípulos: "Buscad primeramente el reino de Dios y su justicia,
y todas estas cosas os serán añadidas" (Mateo 6:33). Cuando Jesús dijo
"y todas estas cosas os serán añadidas", se estaba refiriendo a
comida, bebida, ropa, posesiones materiales en general, salud y bienestar
económico. Son las mismas "cosas" a las que se refiere Juan en el
pasaje de hoy. Todas estas cosas las vamos a recibir en la medida en que primeramente
prosperemos espiritualmente.
Alguien dijo que hay gente tan
pobre en este mundo que lo único que tienen es dinero. El dinero no garantiza
la felicidad, en cambio en Cristo hay paz y gozo en todas las circunstancias.
¿Eres tú una persona próspera espiritualmente? Si no lo eres, entonces crecer
espiritualmente debe ser tu prioridad. Sólo así podrás vivir una vida de
verdadera prosperidad en todos los demás aspectos. En Deuteronomio 8, Dios
advierte al pueblo de Israel que no se olviden de él cuando estén disfrutando
de prosperidad y riquezas, pues de cierto perecerían. Y entonces les dice:
“Acuérdate de Jehová tu Dios, porque él te da el poder para hacer las riquezas”.
Busca con vehemencia el rostro
del Señor. Lee su palabra diariamente (sin faltar), medita en ella, ora más,
sírvele más. Entonces comenzarás a sentir paz y gozo en tu corazón aun en medio
de circunstancias desfavorables, serás mucho más paciente, tu fe será fortalecida
y tu carácter será transformado positivamente. Esto es prosperidad espiritual. Esta es la base para una total,
verdadera, estable y duradera prosperidad en todas las áreas de tu vida.
1 Crónicas 22:13
“Entonces serás prosperado, si cuidares de poner por obra los estatutos
y decretos que Jehová mandó…”
ORACIÓN:
Mi Amado Dios, te doy gracias
porque en ti está el poder para la verdadera prosperidad y la felicidad en este
mundo de aflicciones. Te suplico me ayudes a buscar tu presencia cada día antes
que cualquier otra cosa, confiando en que, si es tu voluntad, tú añadirás con
abundancia todas las cosas que yo necesito; porque tu Palabra es fiel y verdadera,
y dice que si yo “busco primeramente tu reino y tu justicia, todas las demás cosas
me serán añadidas". En el nombre de Jesús, Amén.
“Gracia y Paz”
Dios te Habla
te invito a que visites la
Pagina :
No hay comentarios:
Publicar un comentario