Mateo 26:69-75
“Pedro estaba
sentado fuera en el patio; y se le acercó una criada, diciendo: Tú también
estabas con Jesús el galileo. Mas él negó delante de todos, diciendo: No sé lo
que dices. Saliendo él a la puerta, le vio otra, y dijo a los que estaban allí:
También éste estaba con Jesús el nazareno. Pero él negó otra vez con juramento:
No conozco al hombre. Un poco después, acercándose los que por allí estaban,
dijeron a Pedro: Verdaderamente también tú eres de ellos, porque aun tu manera
de hablar te descubre. Entonces él comenzó a maldecir, y a jurar: No conozco al
hombre. Y en seguida cantó el gallo. Entonces Pedro se acordó de las palabras
de Jesús, que le había dicho: Antes que cante el gallo, me negarás tres veces.
Y saliendo fuera, lloró amargamente”.
La actitud de
Pedro negando a Jesús ha sido, a través de los siglos, el clásico ejemplo de
deslealtad a un amigo. Sin embargo, Pedro no fue el único que traicionó el amor
y la lealtad del Señor. Otro de los discípulos, Judas Iscariote, hizo algo aun
peor: lo entregó a sus enemigos por unas cuantas monedas. Dice Mateo 26:14-16:
“Entonces uno de los doce, que se llamaba Judas Iscariote, fue a los
principales sacerdotes, y les dijo: ¿Qué me queréis dar, y yo os lo entregaré?
Y ellos le asignaron treinta piezas de plata. Y desde entonces buscaba
oportunidad para entregarle”. Pero la negación y la deslealtad entre los
discípulos de Jesús no se limitan a estos dos. Allí en el huerto de Getsemaní,
cuando se llevaban arrestado a Jesús, dice la Biblia que “todos los discípulos, dejándole,
huyeron” (Mateo 26:56).
El evangelista
Billy Sunday solía contar una historia acerca de un cristiano que consiguió un
empleo en un aserradero cuyos trabajadores tenían la reputación de ser ateos y
blasfemos. Un amigo, al oír que el hombre iba a trabajar allí le dijo: “Si esos
leñadores se enteran de que eres cristiano, te van a hacer la vida imposible”.
Después de un año, el hombre regresó a casa de visita. Mientras caminaba por la
ciudad se encontró con el amigo que le había dicho que los trabajadores del
aserradero lo ridiculizarían y lo perseguirían. “¿Y qué? – le preguntó el amigo
- ¿Te molestaron mucho por ser cristiano?” “En absoluto – contestó el hombre –
no me han dado ningún problema. Ni siquiera se imaginan que soy cristiano”.
Esta es una
manera de negar a Jesús tal y como lo negaron sus discípulos. También nosotros
negamos a Jesús cuando no testificamos ante los demás lo que él ha hecho en
nuestras vidas. Lo negamos cuando participamos en conversaciones o chistes de
doble sentido, o cuando vemos programas en la televisión que contaminan
nuestros espíritus, o cuando decimos una mentira. Negamos al Señor cuando
tenemos la oportunidad de visitar a un enfermo o de consolar a alguien en
desgracia, y no lo hacemos. Lo negamos cuando no hablamos a los inconversos de
su sacrificio en la cruz del Calvario y la vida eterna que él nos ofrece. En
fin, negamos a Jesús cuando no actuamos de acuerdo al ejemplo que él nos legó y
a las instrucciones que nos dejó en la Palabra de Dios.
El Señor desea
que no seas solo un Creyente, sino que seas un genuino Seguidor y que vivas para
él de manera evidente; que no te avergüences de confesarlo delante de todos los
que te rodean. De aquí su declaración: “A cualquiera, pues, que me confiese
delante de los hombres, yo también le confesaré delante de mi Padre que está en
los cielos. Y a cualquiera que me niegue delante de los hombres, yo también le
negaré delante de mi Padre que está en los cielos” (Mateo 10:32-33).
Piensa por un
momento. ¿Habrás tú negado a Jesús en alguna ocasión? Si la respuesta es SÍ,
ahora mismo arrepiéntete y confiesa ante Dios tu pecado, y él te perdonará,
según dice 1 Juan 1:9. Entonces esfuérzate en conocer cada vez más al Señor por
medio de la lectura de la
Biblia y la oración diariamente. Y cada vez que tengas una
oportunidad háblales de él a los que te rodean.
ORACIÓN:
Padre santo,
perdóname si con mis actitudes y mi silencio ante los demás he negado a tu Hijo
en tantas ocasiones. Yo deseo ser un fiel seguidor de Cristo y vivir para Él de
manera evidente. Te ruego me ayudes a reconocer cuando estoy actuando de esa
manera, cuando quiero que nadie sepa que soy cristiano. Por favor dame la
fuerza y el valor para testificar y confesar a mi Señor, bajo cualquier
circunstancia, delante de todo el mundo. En el nombre de Jesús, Amén.
“Gracia y Paz”
Dios te Habla
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