martes, 14 de enero de 2014

¿ESTÁS DISPUESTO A MORIR EN CRISTO?



Gálatas 2:20-21
"Con Cristo estoy juntamente crucificado, y ya no vivo yo, mas vive Cristo en mí; y lo que ahora vivo en la carne, lo vivo en la fe del Hijo de Dios, el cual me amó y se entregó a sí mismo por mí. No desecho la gracia de Dios; pues si por la ley fuese la justicia, entonces por demás murió Cristo"

J. Gordon, ministro, educador y autor americano del siglo diecinueve, nos dio el siguiente ejemplo de un proceso procedente de la naturaleza. El escribió: "Crecían dos pequeños retoños el uno al lado del otro. Por la acción del viento se entrecruzaron. Al cabo de poco tiempo quedaron heridos por la fricción. La savia comenzó a mezclarse hasta que un día apacible quedaron unidos. Luego el más fuerte comenzó a absorber al más débil. Se fue haciendo más y más grande mientras que el otro se debilitaba y declinaba hasta que finalmente se desvaneció y desapareció. Ahora hay dos troncos abajo, y sólo uno arriba. La muerte ha quitado el primero; la vida ha triunfado en el segundo".

Cuando aceptamos a Jesucristo como nuestro Salvador, el Espíritu Santo viene a morar dentro de nosotros. Entonces comienza su obra, la cual tiene como fin transformarnos hasta que se cumpla el propósito de Dios de que seamos “hechos conformes a la imagen de su Hijo”, según dice Romanos 8:29. A medida que crecemos en la gracia y en el conocimiento de Dios se va produciendo en nosotros un cambio interior muy parecido al proceso que nos describe J. Gordon. La nueva naturaleza divina que ahora habita en nosotros comienza a envolver la vieja naturaleza pecaminosa, la cual empieza a debilitarse y a perder el control que antes ejercía sobre nuestras vidas. A medida que entramos en una comunión cada vez más íntima con el Señor, nuestros pensamientos, palabras y acciones se vuelven más y más semejantes a los de Cristo, cambiando nuestro egoísmo en entrega y adoración a nuestro Dios.

Jesús dijo: “Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz cada día y sígame” (Lucas 9:23). No resulta nada fácil lograr por nosotros mismos lo que el Señor desea, pero con la ayuda del Espíritu Santo es posible. El primer paso es disponer nuestra mente y nuestro corazón a negar o rechazar todo intento o deseo de la carne que vaya en contra de la voluntad de Dios. Si de verdad lo deseamos, y reconocemos nuestra debilidad para llevarlo a cabo, Dios nos da la fuerza y el poder.

Lo segundo es tomar nuestra cruz y seguirle. ¿Quién mejor para ayudarnos que Jesús, quien conoció en su propia carne el dolor de negarse a sí mismo y someterse a la voluntad del Padre? Mateo 26:42 dice que allí en Getsemaní, a pocas horas de ser crucificado, en medio de una terrible lucha contra la carne que lo impulsaba a huir de la cruz, Jesús se postró y oró diciendo: “Padre mío, si no puede pasar de mí esta copa sin que yo la beba, hágase tu voluntad”. Y de allí caminó hasta el Calvario y soportó el terrible sacrificio de la cruz. Pero después resucitó y “Dios le exaltó hasta lo sumo, y le dio un nombre que es sobre todo nombre” (Filipenses 2:9).

En el pasaje que nos ocupa hoy, el apóstol Pablo resume el deseo de Dios en nuestras vidas, declarando que es una realidad en su vida: “Con Cristo estoy juntamente crucificado, y ya no vivo yo, mas vive Cristo en mí”. Al igual que el más débil de los dos retoños murió y dio paso a que el más fuerte creciera y se desarrollara plenamente, es necesario que cedamos poco a poco el control de nuestras vidas y de nuestros deseos carnales al poder del Espíritu Santo. Sólo así el plan de Dios en nuestras vidas se llevará a cabo y seremos bendecidos abundantemente.

ORACIÓN:
Amante Padre celestial, te ruego me ayudes a disponer mi corazón y mi mente totalmente al proceso de negarme a mí mismo en todo aquello que no está de acuerdo con tu palabra aunque yo lo desee ardientemente. Te pido que tu Espíritu Santo tome control absoluto de mi vida, y que mi naturaleza carnal pueda morir para que la vida de Cristo se manifieste plenamente en mí. En el nombre de Jesús, Amén.

“Gracia y Paz”

Dios te Habla

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