viernes, 25 de octubre de 2013

¿TIENES DISCERNIMIENTO ESPIRITUAL?



1 Corintios 2:11-14
“Porque ¿quién de los hombres sabe las cosas del hombre, sino el espíritu del hombre que está en él? Así tampoco nadie conoció las cosas de Dios, sino el Espíritu de Dios. Y nosotros no hemos recibido el espíritu del mundo, sino el Espíritu que proviene de Dios, para que sepamos lo que Dios nos ha concedido, lo cual también hablamos, no con palabras enseñadas por sabiduría humana, sino con las que enseña el Espíritu, acomodando lo espiritual a lo espiritual. Pero el hombre natural no percibe las cosas que son del Espíritu de Dios, porque para él son locura, y no las puede entender, porque se han de discernir espiritualmente”.

El ser humano por sí mismo no puede entender las cosas de Dios porque para obtener conocimiento el hombre depende exclusivamente de sus cinco sentidos: vista, oído, olfato, gusto y tacto, y carece de la capacidad de discernir espiritualmente. A esto se refiere el pasaje de hoy cuando dice que “el hombre natural no percibe las cosas que son del Espíritu de Dios”. Por eso la Palabra de Dios y sus demandas le parecen una locura y no la pueden entender. La "fe" de los incrédulos se limita a lo que pueden percibir por medio de sus sentidos, por eso tienden a canalizar su adoración a falsos dioses o imágenes que pueden ver y tocar. Por el contrario, los que hemos recibido a Jesucristo como nuestro Salvador personal tenemos la capacidad de discernir espiritualmente, lo cual nos enseña el Espíritu Santo quien reside en nosotros.

Es en el mundo espiritual, invisible a la vista natural, donde se desarrollan las cosas que afectan los acontecimientos de nuestro mundo natural. Todo el mundo puede ver la violencia, las guerras, los asesinatos, los divorcios, los jóvenes usando drogas, etc., pero no todo el mundo es capaz de percibir la raíz de esos males. La Biblia dice que “no tenemos lucha contra sangre y carne, sino contra principados, contra potestades, contra los gobernadores de las tinieblas de este siglo, contra huestes espirituales de maldad en las regiones celestes” (Efesios 6:12).

El profeta Eliseo se encontraba en una situación sumamente difícil (2 Reyes 6:15-17). El gran ejército sirio con sus carros y gente a caballo tenía rodeada la ciudad, y no parecía que hubiese escapatoria alguna. Sin embargo, Eliseo pudo ver más allá de las circunstancias, y estaba tranquilo y confiado. Con sus ojos espirituales fue capaz de ver lo que su criado no podía ver. Por eso le dijo: “No tengas miedo, porque más son los que están con nosotros que los que están con ellos”. Entonces le pidió a Dios que abriera los ojos del criado, y este pudo ver con claridad los ejércitos celestiales entre ellos y los enemigos, y el miedo desapareció y le llenó la certeza de una victoria que antes no concebía.

Muchas veces hemos visto en la televisión o el cine escenas de guerra que muestran a los soldados usando espejuelos especiales que les permiten ver en la oscuridad de la noche. Es, sin duda, realmente ventajoso para estos soldados tener la capacidad de ver los movimientos del enemigo y conocer sus intenciones, de manera que puedan tomar las medidas necesarias para defenderse y contraatacar. Los cristianos podemos ser capacitados por el poder del Espíritu Santo para detectar esas fuerzas espirituales de maldad que habitan en las tinieblas y tenemos la autoridad de reprenderlas en el nombre de Jesús. Sin embargo, muchos creyentes no desarrollan ese poder y esa autoridad porque no permiten la libre acción del Espíritu Santo en sus vidas.

Es necesario desarrollar ese potencial de discernimiento espiritual que hay dentro de nosotros por medio de una relación personal e íntima con Jesucristo, como la que tenía el Señor con sus discípulos, a los cuales dio poder y autoridad “para sanar enfermedades y para echar fuera demonios” (Marcos 3:15). En la actualidad nosotros podemos desarrollar esa relación por medio de una vida de oración en la que pasemos tiempo a solas con el Señor diariamente, y leamos su palabra y meditemos en ella.

ORACIÓN:
Padre celestial, gracias por la autoridad que me has dado en Cristo Jesús y por el poder de tu Espíritu Santo. Ayúdame a desarrollar mi visión espiritual para poder discernir las cosas que no puedo ver con mis ojos naturales. En el nombre de Jesús, Amén.


“Gracia y Paz”
Dios te Habla


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