viernes, 25 de octubre de 2013

¿VIVES TU EN AVARICIA?



¿Qué es la avaricia? La avaricia es el afán desordenado de poseer y adquirir riquezas para atesorarlas. Al leer la definición se puede entender el porqué del comportamiento del ser humano con el tema es el dinero. Porque dice: “afán desordenado de poseer”. Esto da una connotación que la avaricia busca satisfacerse de la forma que sea. Es decir que a la persona que es avara, no le importa absolutamente nada ni nadie, pues, con tal de obtener dinero puede llegar a hacer cualquier cosa. Si lo que busca es encontrar satisfacción a su deseo desmedido de poseer, entonces, incluso, buscará correr riesgos altos. Para ilustrar la palabra recurriremos al pensamiento de los rabinos, pues ellos veían la avaricia así: “tal como tener un barril el cual no tiene fondo, el cual por más que se intente llenar nunca pueden hacerlo”. Así son las personas avaras, nunca se llenan.

La avaricia es un mal  que se da en cualquier ámbito de nuestras vidas, ocurre con el comerciante que no da un precio justo y constantemente incrementa los costos de sus productos para subir sus ganancias. O el patrón que se enriquece a costa de retenerles los sueldos a sus empleados o de no pagarles lo justo. O el empleado que es capaz de hacer hasta lo inmoral con tal de obtener un puesto donde ha de tener una mejor paga. Existen personas que incluso han matado a familiares con tal de quedarse con propiedades.

La avaricia se da incluso dentro las iglesias, muchos han cambiado la fe, la sencillez y la humildad del evangelio por el deseo desmedido de obtener riquezas. Mucha razón tuvo Pablo al escribir: “porque raíz de todos los males es el amor al dinero, el cual codiciando algunos, se extraviaron de la fe, y fueron traspasados de muchos dolores” (1 Timoteo 6:10). Tanta ostentación solo denota que no vivimos una vida justa tal como Jesucristo lo demostró. También el apóstol Pedro dijo “y por avaricia harán mercadería de vosotros con palabras fingidas. Sobre los tales ya de largo tiempo la condenación no se tarda, y su perdición no se duerme” (2 Pedro 2:3). Por eso Jesús enseñó en Lucas 12:15 sobre la avaricia y les dijo a quienes lo escuchaban: “Mirad, y guardaos de toda avaricia; porque la vida del hombre no consiste en la abundancia de los bienes que posee”. Originalmente dice: la vida del hombre no es o no está en la abundancia de bienes que posee. Porque las personas se afanan por tener cada día más dinero, no duermen pensando cómo han de hacer más y cada vez más.

A la persona que es avara no le importa la familia que abandona y destruye con tal de estar más tiempo en el trabajo y amasar más fortuna. No le importa su calidad moral como ser humano y se corrompe. Sacrifica todo por tal de alcanzar mucho dinero. Es aquí donde se puede aplicar la regla del contentamiento la cual dice en Hebreos 13:5 “Sean vuestras costumbres sin avaricia, contentos con lo que tenéis ahora; porque él dijo: No te desampararé, ni te dejaré”. Dios está en control de nuestras vidas si le permitimos que Él nos guíe, por eso el salmista inicia diciendo en el Salmo 23: “El señor es mí Pastor nada me faltará”, lo cual me hace vivir confiadamente en Dios, sabiendo que Él es nuestro proveedor. No intento decir que no deberíamos trabajar, o que no deberíamos tener aspiraciones en la vida, por supuesto que no, pero si intento decirte que debemos equilibrar nuestra vida, nuestra casa, nuestra familia, nuestros amigos, todo.

Como seres humanos deberíamos entender que el dinero solo es moneda de cambio, que va y viene, que sirve pero no me va dominar. Por eso Jesús dijo que “nadie puede servir a dos señores, o ama a Dios o ama el dinero”. Y el apóstol Juan dijo: “la vida pasa y sus deseo pero el que hace la voluntad de Dios permanece para siempre”. No podemos pasar vida tratando de llenarnos de riquezas porque al morir NADA nos vamos a llevar dentro del ataúd. Seamos más bien justos, paguemos a quien le debemos, paguemos los salarios justos, compartamos con quienes lo necesitan. Proverbios 3:28 dice: “Nunca digas a tu prójimo: «Vuelve más tarde; te ayudaré mañana», si hoy tienes con qué ayudarlo. A veces tenemos algo que podemos compartir y preferimos no hacerlo. A veces desperdiciamos la comida y siempre hay quien no tiene ni que comer. Incluso nuestros padres, más si ya están avanzados en edad, tienen necesidades que nosotros podemos ayudar a suplirlas y no lo hacemos. ¿Ves lo que intento decir? ¡…que por una vez en tu vida pienses que tú puedes compartir lo que posees con quien  no tiene nada! Que el dinero que ganas no es solo para satisfacerte a ti mismo. Sino que también puede bendecir a otros. Haz tú lo posible y deja que Dios haga lo imposible.


“Gracia y Paz”

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