Jeremías. 46:17
“Dejó pasar el tiempo señalado”.
1 Reyes 18:21
“¿Hasta cuándo claudicaréis vosotros
entre dos pensamientos?”
Apocalipsis 2:21
“Le he dado tiempo para que se
arrepienta, pero no quiere arrepentirse”.
«¡Tomando el tren de las seis de
la tarde, he ganado una hora!», declaró satisfecho un hombre de negocios. «¿En
qué empleó esa hora?», le preguntó su interlocutor.
Esta pregunta merece un momento
de reflexión. Efectivamente, en nuestra sociedad tan ajetreada, la programación
del tiempo es una preocupación constante. Pero con la ansiedad de no perder el
tiempo, ¿En qué empleamos esas horas que ahorramos con tanto esmero? Cada hora
de nuestra vida es un don de Dios que no debemos malgastar. Un solo instante de
nuestra existencia puede ser decisivo. El tiempo de nuestra vida nos es dado
ante todo para restablecer una relación con nuestro Creador.
Hablamos mucho del ocio como
momentos de los cuales podemos disponer a nuestro antojo para todo tipo de
distracciones. Seamos agradecidos por los momentos de descanso que disfrutamos,
pero tomémonos el tiempo para hacer un balance, para preguntarnos sobre nuestra
relación efectiva con Cristo, sobre la utilidad y el objetivo de nuestra vida.
No dejemos pasar la ocasión para
acudir al Salvador y consagrarle nuestra vida. Jesucristo, el Hijo de Dios,
dijo: “Estuve muerto; mas he aquí que vivo por los siglos de los siglos”
(Apocalipsis 1:18).
Sólo es necesario un instante
para acercarse con humildad a Jesús. Si tu crees en él, no habrás ganado una
hora, ¡Sino la vida eterna!
“Gracia y Paz”
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