Hebreos 11:8-12
“Por la fe Abraham, siendo
llamado, obedeció para salir al lugar que había de recibir como herencia; y
salió sin saber a dónde iba. Por la fe habitó como extranjero en la tierra
prometida como en tierra ajena, morando en tiendas con Isaac y Jacob,
coherederos de la misma promesa; porque esperaba la ciudad que tiene
fundamentos, cuyo arquitecto y constructor es Dios. Por la fe también la misma
Sara, siendo estéril, recibió fuerza para concebir; y dio a luz aun fuera del
tiempo de la edad, porque creyó que era fiel quien lo había prometido. Por lo
cual también, de uno, y ése ya casi muerto, salieron como las estrellas del
cielo en multitud, y como la arena innumerable que está a la orilla del mar”.
Cuando aceptamos a Jesucristo
como nuestro salvador personal, comenzamos una jornada completamente distinta a
la que llevábamos hasta ese momento. Es un mundo totalmente diferente en el
aspecto espiritual al mundo en que antes vivíamos. Por un lado, nuestro enemigo
común, el diablo, tratará por todos los medios de impedir que avancemos en este
nuevo camino poniendo todo tipo de obstáculos delante de nosotros. Por otro
lado, el Espíritu Santo, que ahora mora en nosotros, está a nuestra disposición
para enseñarnos y ayudarnos a continuar hacia delante, tal y como dijera Jesús
a sus discípulos poco antes de su muerte y resurrección. Dice Juan 14:26: “Mas
el Consolador, el Espíritu Santo, a quien el Padre enviará en mi nombre, él os
enseñará todas las cosas, y os recordará todo lo que yo os he dicho”
Es, por lo tanto, nuestra
decisión permitir al Consolador que dirija nuestros pasos conforme al plan de
Dios en nuestras vidas. Proverbios 3:5-7 contiene un precioso consejo que
debemos hacer nuestro. Dice así: “Fíate de Jehová de todo tu corazón, y no te
apoyes en tu propia prudencia. Reconócelo en todos tus caminos, y él enderezará
tus veredas. No seas sabio en tu propia opinión; teme a Jehová, y apártate del
mal”. Abraham fue el ejemplo perfecto de una persona que está dispuesta a
dejarse guiar por el Señor hacia un futuro desconocido. El pasaje de hoy nos
habla de la fe de este hombre, al cual Dios llamó para encomendarle una misión,
pero no le dio mucha información en cuanto al lugar hacia donde se dirigiría.
Así nos cuenta Génesis 12:1-3: “Pero Dios había dicho a Abram: Vete de tu
tierra y de tu parentela, y de la casa de tu padre, a la tierra que te
mostraré. Y haré de ti una nación grande, y te bendeciré, y engrandeceré tu
nombre, y serás bendición. Bendeciré a los que te bendijeren, y a los que te
maldijeren maldeciré; y serán benditas en ti todas las familias de la tierra” E
inmediatamente, dice el versículo 4: “Y se fue Abram, como el Señor le dijo...”
Abraham solamente sabía que Dios le había dado instrucciones y le había
prometido muchas bendiciones, y eso fue suficiente para que él obedeciera.
En el Nuevo Testamento leemos
acerca de Saulo de Tarso, hebreo, fariseo, perseguidor de los cristianos, el
cual tuvo un encuentro personal con Jesús en el camino a Damasco que cambió su
vida de una manera radical para siempre. Dice Hechos 9:6: que Saulo, “temblando
y temeroso, dijo: Señor, ¿qué quieres que yo haga? Y el Señor le dijo:
Levántate y entra en la ciudad, y se te dirá lo que debes hacer”. Hasta ese
momento, aquel hombre arrogante y altanero, había estado haciendo lo que él
quería, lo que él consideraba apropiado, lo que su voluntad dictaminaba. De
ahora en adelante se le diría lo que debía hacer. ¡Qué maravillosa
transformación! Aquel que había intentado entrar en Damasco como una furia
vengativa, lo hacía guiado de la mano, ciego, e impotente como un niño. Esta es
la manera en que debemos seguir al Señor, con la inocencia y la confianza de un
niño que se deja guiar por su padre sin hacer preguntas.
¿Te atreves a confiar tu futuro
al Señor dando un paso de fe? Si sientes temor, arrodíllate ahora mismo y clama
a Dios por valor y fortaleza para obedecerle. Escudriña la Biblia , busca la voluntad
de Dios en tu vida y ora pidiendo al Señor que aumente tu fe para marchar
adelante con la seguridad de que él conoce el camino y habrá de llevarte a un
final victorioso.
ORACIÓN:
Padre santo, te ruego aumentes mi
fe, y me des valor y sabiduría para seguir tus instrucciones aunque no sepa
adónde voy, sabiendo solamente que tu mano me guía y que tu amor y tu poder me
sostendrán siempre. En el nombre de Jesús, Amén.
“Gracia y Paz”
Dios te Habla
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