Marcos 8:17-18
“¿Aún tenéis endurecido vuestro
corazón? ¿Teniendo ojos no veis, y teniendo oídos no oís? ¿Y no recordáis?”
En dos ocasiones Jesús alimentó a
la multitud multiplicando los panes (Marcos 6:34-44; 8:1-9), porque tuvo
compasión de ella. Satisfizo dos clases de necesidades: –Sus necesidades
espirituales: “eran como ovejas que no tenían pastor”. –Sus necesidades
materiales: “ya hace tres días que están conmigo, y no tienen qué comer”.
Jesús recurrió a los discípulos
para distribuir ese alimento a la multitud. Pero, rápido, quizás al día
siguiente, esos mismos discípulos parecían no recordar lo que el Señor había
hecho. Habían olvidado el poder y la gracia que manifestó al dar pan a la
multitud. ¡Hablaban entre ellos como si aquel que sació a miles de personas no
fuese capaz de dar pan al pequeño grupo de discípulos que se encontraba con él
en la barca!
Falta de fe, olvido o
desconocimiento de su amor y de su poder, ¡todo esto estaba en los discípulos!
Y muy a menudo se halla también en nosotros. ¡Cuántas veces olvidamos todo lo
que Jesús hizo! Estamos preocupados por nuestra vida y nuestro cuerpo (Mateo
6:25). Recordemos todo lo que Dios ha hecho por nosotros; y así, en todas las
circunstancias, esto fortalecerá nuestra confianza en él y nuestro amor por él.
“Bendice, alma mía, al Señor, y no olvides ninguno de sus beneficios” (Salmo
103:2). “Retén la forma de las sanas palabras que de mí oíste, en la fe y amor
que es en Cristo Jesús” (2 Timoteo 1:13).
“Gracia y Paz”
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