Proverbios 4:20-22
"Hijo mío, está atento a mis
palabras; inclina tu oído a mis razones. No se aparten de tus ojos; guárdalas
en medio de tu corazón; porque son vida a los que las hallan, y medicina a todo
su cuerpo."
En una conferencia científica en
Atlanta, Georgia, un médico declaró lo siguiente: “Creo que la Biblia es la Palabra de Dios, porque
"discierne los pensamientos y las intenciones del corazón." Para mí,
en mi carácter de científico, una de las razones más convincentes del poder de la Biblia es que hace un
diagnóstico certero de mi estado interior. El mal oculto que ningún medio de
investigación moderna (escáner, radiografía, ecografía, etc.) es capaz de
revelar, me lo mostró la
Biblia. Sin el más mínimo riesgo de cometer un error, declara
lo que soy por naturaleza: perdido a causa de mis pecados, privado de la vida
de Dios. Si bien hice este descubrimiento en las Escrituras, también en ella
hallé el gran remedio. Descubrí a Dios mismo, un Dios muy diferente del que
siempre me había imaginado. Lleno de amor y de compasión, se acercó a mí por
medio de su Hijo Jesucristo, quien se hizo hombre para poder rescatarme y darme
la vida eterna."
En el medio ambiente científico
estas palabras, por regla general, suenan como carentes de toda lógica y
objetivismo. A los que están acostumbrados a fórmulas concretas y a informes
específicos sobre el resultado de experimentos o análisis, no les resulta fácil
entender o asimilar algo tan profundo e invisible como el aspecto espiritual.
Pero a través de la lectura de la Biblia Dios se reveló a este médico, el cual pudo
ver lo que sus demás colegas no pudieron ver.
Durante mucho tiempo los
científicos han negado la eficacia de la oración en la sanidad física de las
personas, pero desde hace algunos años se han estado haciendo experimentos en
este aspecto, y los resultados obtenidos han obligado a muchos incrédulos a
aceptar que ciertamente hay poder en la oración. Por ejemplo, en el hospital
Saint Lukes de Kansas City se llevó a cabo un experimento cuyos resultados se
publicaron en la revista Archives of Internal Medicine (Archivos de Medicina
Interna). El hospital incluyó en el experimento a 990 personas que en un
período de 12 meses ingresaron en la unidad coronaria, los cuales fueron
repartidos al azar en dos grupos. Los pacientes del primer grupo recibieron
toda la asistencia médica habitual, y nada más. Los integrantes del segundo
grupo, además de esta asistencia médica normal, fueron objeto de las oraciones
de 75 voluntarios, divididos en 15 grupos, los cuales oraron por ellos cuatro
veces al día por 28 días. Estos pacientes no sabían que esas personas estaban
orando por ellos. Al término del estudio se comprobó que el grupo de pacientes
por el que oraron los voluntarios se restablecieron mucho más rápidamente y
tuvieron menos complicaciones que los pacientes del otro grupo. El doctor
William Harris, quien dirigió el estudio dijo: “La conclusión que obtuvimos es
una prueba de que la oración intercesora sí establece una diferencia.”
La oración y la lectura de la Biblia diariamente ejercen
un efecto positivo en el aspecto espiritual. Y cuando la paz y el gozo de Dios
llenan tu corazón, el estrés y las presiones desaparecen, te sientes mejor y
duermes mejor. Así lo expresó David en el Salmo 4:8: “En paz me acostaré, y
asimismo dormiré; porque solo tú, Señor, me haces vivir confiado.”
ORACIÓN:
Amante Padre celestial, te doy
gracias por el poder de tu palabra no sólo en mi vida espiritual, sino también
en mi salud física y mental. Te ruego que me ayudes a buscar cada día más mi
sanidad interior por medio de una íntima comunión contigo, para así poder
disfrutar también de una buena salud en mi cuerpo y en mi mente. Te lo pido en
el nombre de Jesús, Amén.
“Gracia y Paz”
Dios te Habla
No hay comentarios:
Publicar un comentario